por: Ángel Pacífico Guerra

El divorcio presidencial es comidilla en lo alto del poder gubernamental y en lo bajo de los rumores, mentirillas y expectativas políticas, cuando se acorta el tiempo para que, otra vez, el Ecuador se sofoque de calentura electoral

No se trata del divorcio entre Daniel y Lavinia, sino de algo mejor o peor, según los ángulos ópticos de los cegatos políticos y anti políticos. Es el divorcio entre el presidente y la vicepresidenta de la República, como los ha habido muchos, pero por darse hoy, destapa ollas de grillos y de pillos.

En verdad el binomio que por accidente criminal ¿se acuerdan de Villavicencio? llegó al poder, fue un compromiso de inconveniencia. Una boda que ni antes ni después de la ceremonia nupcial de posesión tuvo luna de miel. Por el contrario, cada novio se dio de espaldas en vez de masajitos cariñosos en las zonas de calentura.

¿De quién fue la culpa? Vaya nadie a saberlo, con lo herméticos que se comportaron los contrayentes desde antes del Sí al inscribir las candidaturas en los conventuales tribunales electorales de la oficiosa Diana Atamaint, incapaz de atamaniatar a nadie que no sea de su alianza.

Las cosas se dieron y se siguen dando. La separación entre el presi y la vice está consumada y consumida, sin que la fugaz relación hubiera generado no más que dentelladas mutuas sin flores ni frutos. Ella, por misógina decisión del jefe, está en exilio diplomático en Israel, en misión imposible de acabar la guerra con Palestina. Y con orden de hacer mutis, que empieza a romperse cuando a vísperas del bullicio de campañas la ex binomio empieza a agarrar la sartén por la manga.
¿En qué terminará la crisis supra matrimonial? Constitucionalmente, la solución es simple: respetar la Constitución. Jurídicamente, tampoco hay para perderse, dando lo suyo a lo que es de suya: la función del o de la vice presidenta es remplazar al presidente, cuando deba hacerlo, como cuando Daniel va a ser candidato a seguir de presidente hasta el fin del mandato del finado Lasso, aún vivo. Pero si gana, porque si no, chao para eternas memorias, pues de muerte cruzada no hay otra…

El problema es político. Lo que se haga, se diga, se acepte o rechace, es agarrarle la sexta pata al gato, al rábano por los cogollos, o esperar que hiciera la yuca un manco de dos manos. Viene al caso la palabreja de un presidente en silla de ruedas que refutó al movimiento del que fue parte, achacándole al jefe que creía que revolución “es cualquier pendejada…” ¡Cuidado, Danielito, con meter las extremidades en vericuetos ajenos al rótulo que exhibe su banda: MI PODER EN LA CONSTITUCIÓN. Cuidado con hacer p…

La vice ya no es una piedra en el zapato, es alfiler. Bien ha hecho en reforzar las plantas del calzado, como se vio al rendir cuentas en la Asamblea. Recuerde que ganó con votos contra los narcopolíticos y no vaya por imprudencia a revertir las cuentas en 2025. ¡Póngase botas y libre de correazos a los ecuatorianos!

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