Por: Rolando Tello Espinoza

El embalse lleno en las mejores épocas, forma un lago de 31 kilómetros hasta la cola.

La presa fue concebida como reserva de agua para el proyecto integral Paute, Molino, Sopladora, Cardenillo, en previsión de estiajes. La construcción no se justificaría para las dos turbinas de generación. El manejo técnico, no político, del sector eléctrico, evitaría racionamientos y millonarias pérdidas

La importancia de la electricidad se advierte al no poder cargar los celulares, prender la ducha, los focos, la televisión o la cocina; si paran las empresas e industrias, o cuando los semáforos ciegos alborotan el tráfico y causan accidentes. ¡Y pobres los pacientes en los hospitales!

Es como el aire, que se respira inconscientemente, pero si faltara causaría asfixia y muerte. Los últimos cortes volvieron a clavar los ojos en las nubes y a esperar las lluvias de San Pedro, pues las turbinas pararon sin el agua que las gira, aunque sean destituidos los ministros de Energía y los gerentes de las plantas generadoras.

Lo ocurrido por reiterada vez –y acaso se repita a fines de fin de año-, lleva a valorar las fuentes de generación eléctrica con las que el austro del país alimenta el Sistema Nacional Interconectado y disipa las sombras que oscurecerían aún más el horizonte nacional. El usuario común ignora el origen de la electricidad que usa en el domicilio, en el trabajo, en las calles y en la vida cotidiana.

La presa de Mazar –del proyecto integral Paute, Mazar, Molino, Sopladora, Cardenillo- es obra destinada a mantener regulados los caudales y evitar los cortes de energía, las molestias, pérdidas y controversias políticas de las últimas décadas, pues sus reservas de agua mantendrían la operación de las centrales eléctricas, en cascada, aguas abajo, hasta en cuatro meses de estiajes.

El contrato del primer conjunto hidroeléctrico se firmó en marzo de 1976, en el triunvirato militar de Alfredo Poveda, Guillermo Durán y Luis Leoro. Comprendía las fases A y B, con el embalse de Amaluza –bautizado Daniel Palacios Izquierdo en honor al descubridor del desnivel hidráulico para desarrollar el proyecto integral- y la Central Molino, con diez turbinas con capacidad de 1075 megawatios: las cinco primeras empezaron a funcionar el 20 de mayo de 1983 y las otras cinco, de la fase C, en febrero de 1991.

Un primer desfase fue la demora de Mazar, que se debió hacer antes de la fase C de la Central Molino, pero se hizo al revés y sin ella, Molino no pudo funcionar en toda su capacidad, hasta la operación de Mazar que tenía tres objetivos: regular caudales en verano o invierno, con un embalse de 410 millones de metros cúbicos de agua; detener el sedimento para asegurar los cincuenta años de vida útil de la Central Molino y, generar 180 megawatios con una central de pie de presa. Las dos primeras razones justificaban su construcción, pues la generación eléctrica, con dos turbinas, sería onerosa.

Por largos debates políticos y por intereses de empresarios de la generación térmica se demoró el inicio oportuno de la obra, que al fin la contrató el presidente Lucio Gutiérrez el 10 de marzo de 2005, cuarenta días antes de ser derrocado.

La presa aprovecha un encañonado del río Paute, cerca al río Mazar, en límites de Azuay, Cañar y Morona. Es un dique enrocado de 166 metros de alto, que empieza con 600 metros de ancho y va angostándose hasta la cresta con una vía de ocho metros de ancho y 340 de largo. Está formada por 5´483.000 metros cúbicos de rocas que se sustentan sobre un relleno de 5´529.000 metros cúbicos de materiales.

Su construcción fue un espectáculo de la técnica, a cargo de las firmas Impregilo de Italia y Herdoíza Crespo del Ecuador. La excavación de túneles y los movimientos de tierra eran el ajetreo de día y noche, así como el transporte de rocas: más de 80 volquetas gigantes hacían cuarenta viajes diarios desde la cantera Ingachaca, a tres kilómetros, acarreando materiales equivalentes a diez mil metros cúbicos por día. Su costo fue de 420 millones de dólares incluidos los equipos hidromecánicos y eléctricos, más cerca de 30 millones por gerenciamiento. Más de 1.200 trabajadores levantaron el dique, revestido aguas arriba con una pantalla de 36.130 metros cúbicos de hormigón, que empieza en tres metros de ancho y termina arriba en 80 centímetros.

Daniel Palacios Izquierdo,
técnico que descubrió las posibilidades energéticas
del río Paute. 

Para levantar la presa el río Paute fue desviado por un túnel de 1.200 metros, 12 metros de alto y 12 de ancho, a la orilla izquierda del cauce. Los vertederos superiores, para evacuar excedentes, tienen capacidad de 7.500 metros cúbicos por segundo. El túnel de desagüe de fondo, embaulado, tiene 776 metros de largo por 6, 3 de ancho y 6,15 de alto. La casa de máquinas subterránea aloja dos turbinas francis, en una caverna de 62 metros de largo, 21 de ancho y 40 de alto.

Al gigantesco dique llegan cauces de ríos y quebradas del trayecto de 153 kilómetros de la hoya que empieza en las alturas de El Cajas, al occidente de Cuenca, y va hacia el oriente, regando 4.338 kilómetros cuadrados de terrenos adyacentes al río Paute. También llega desde la provincia del Cañar el río Burgay.

Los estadísticas climáticas de cincuenta años. El diferimiento de 19 años hasta operar en 2010 tuvo secuelas. En septiembre de 2009 terminó la obra y se empezó a llenar el embalse, pero por la sequía suspendió el proceso hasta el 7 de febrero de 2010.
El cuerpo de la presa Mazar parte de los dos mil metros sobre el nivel del mar y llega a 2. 166 metros de altura, incluidos trece metros adicionales para desbordar excesos de agua; la cota mínima de operación está en los 2.098 metros y desde este punto hasta la cota más alta, el agua ocupa 309 millones de metros cúbicos. Por debajo, el espacio es volumen muerto, para la sedimentación en cincuenta años de vida útil, hasta 2060.

El embalse cubre 1.409 hectáreas de los cantones El Pan y Sevilla del Azuay, y Azogues del Cañar. La compañía Hidropaute, concesionaria del proyecto, indemnizó a algo más de ochocientos dueños de predios inundados, con más de ocho millones de dólares. El lago del embalse se extiende 31 kilómetros, hasta el pie de la parroquia Guachapala, donde el 28 de febrero de 1912 nació Daniel Palacios Izquierdo, quien descubrió el potencial energético del río Paute. Murió en un accidente el 5 de noviembre de 1963.

El proyecto hidroeléctrico Paute fue prolijamente estudiado y diseñado, con cronogramas precisos, que sufrieron tropiezos por influencias regionalistas y políticas. La central Sopladora está en operación, con 400 megawatios, mientras Cardenillo tiene retrasos, previéndose que producirá 320 megawatios. En todas sus etapas, el río Paute aportaría 1.975 MW de electricidad al Ecuador.

El imponente desafío del hombre y la técnica para poner las fuerzas de la naturaleza al servicio de los pueblos, es el sueño no visto por el quijotesco ingeniero que, entusiasmado por su descubrimiento, hizo pensar a muchos que había perdido el juicio. Fue, además, personaje involucrado en importantes obras técnicas y docente universitario, que bien merecida tendría una biografía.

 En julio de 1967 se firmó el primer contrato para la etapa inicial del complejo hidroeléctrico. Lo suscribió el ministro de Energía, René Vargas Pazos, del gobierno militar. El 10 de marzo de 2005, el coronel Lucio Gutiérrez, presidente de la República, firmó el contrato para la obra de Mazar, a cinco semanas de ser derrocado. 

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