El templo con sus torres de cuarenta metros de altura, en la esquina de las calles Gran Colombia y Padre Aguirre, monumento arquitectónico que embellece el centro histórico de Cuenca.

El fenómeno ocurrió el 18 de marzo de 2023. El reforzamiento y reparación costaría más de 4.5 millones de dólares: La Universidad del Azuay presentó una propuesta técnica de obras emergentes para salvar el valioso patrimonio religioso de Cuenca

La comunidad religiosa de Santo Domingo está en Cuenca desde la fundación española de la ciudad, en 1557. El marqués Andrés Hurtado de Mendoza mandó que “se señalarán dos solares en que se funde y haga un monasterio de la Orden del Señor Santo Domingo, que sea algo apartado de la Iglesia Mayor”.

En la distribución de solares Gil Ramírez Dávalos no cumplió el mandato y la comunidad comisionó al vicario de Loja, Tomás Italiano, para que gestione ante el Cabildo, presidido por Gonzalo de las Peñas, el espacio al que tenía derecho. La petición se planteó el 26 de noviembre de ese año y la respuesta fue que “por hacer bien y merced a la dicha Horden del Señor Santo Domingo y Frailes della, en nombre de la dicha ciudad os hacemos merced de una cuadra de tierra, que tenga cuatro solares del tamaño de los de las casas de los vecinos de esta ciudad…”

El 19 de mayo de 1559 fray Miguel Montalvo tomó posesión legal del sitio y en diciembre de 1563 el Vicario General, Jerónimo de Cervantes, logró una ampliación para huertos y dependencias conventuales, dejando sin cercar el solar con una cruz, acaso la actual plaza de Santo Domingo.

Entonces se levantaron los primitivos templo y convento dominicanos, donde se estableció una escuela de Gramática y luego de la Independencia de Cuenca en 1820, la Escuela de Artes y Oficios dirigida por Gaspar Sangurima. En octubre de 1824, en el mismo convento, empezó a funcionar el primer colegio nacional de Cuenca, el actual Benigno Malo. Allí también, en 1867, se inició la Universidad de Cuenca.

El apoyo de la comunidad a la cultura ha sido notable. En lo religioso, su templo actual, en los mismos predios, es símbolo de su presencia, construido desde inicios del siglo XX y consagrado en 1934 por el obispo Daniel Hermida. Las torres, visibles desde todos los puntos del centro histórico y la periferia, son referentes inconfundibles de la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El vicario Jerónimo de Cervantes había instaurado el culto a la Virgen del Rosario, patrona de la comunidad religiosa de Cuenca, fuente de devoción colectiva y de inspiración poética hasta avanzado el siglo XX. A su imagen, donada hacia 1650 por el Rey Carlos V, el poeta Honorato Vázquez le bautizó Morenica del Rosario en un poema escrito en el ostracismo de un destierro político. El 8 de diciembre de 1933 la imagen fue coronada en el marco de una de las manifestaciones religiosas más multitudinarias habidas en Cuenca y en el Ecuador.

El 18 de marzo de 2022, un movimiento sísmico de 6.8 grados sacudió a Cuenca y la basílica de Santo Domingo sufrió averías que mantienen en riesgo su estructura, reliquias religiosas y obras de arte de la comunidad, que datan desde el siglo XVI. La comunidad convino con la Universidad del Azuay para que la Escuela de Ingeniería Civil analizara lo que debía hacerse para el reforzamiento integral del templo de estilo ecléctico. Según los estudios los muros de albañilería, con mampostería de ladrillo artesanal, en forma de arco, con morteros de cal, siendo soporte de la estructura, tienen baja ductilidad y son vulnerables a las fuerzas sísmicas. Se precisan estudios de geotecnia para conocer el comportamiento del suelo ante las ondas sísmicas; incluso es necesario auscultar el efecto de las vibraciones del tráfico tranviario por la calle adyacente.

Estudios de moderna tecnología muestran el comportamiento real de la edificación, con concentración de esfuerzos en puntos críticos de arcos, columnas de mampostería y las torres de los campanarios, ante lo cual “se convive con la amenaza sísmica permanente”, que plantea una propuesta técnica para disminuir la vulnerabilidad del edificio. Además, se requieren estudios complementarios para obtener un plan de rehabilitación integral.

El 14 de mayo, el rector de la Universidad del Azuay, Francisco Salgado, entregó al arzobispo de Cuenca y a la comunidad dominicana, el estudio inicial para el reforzamiento de las estructuras del templo de Santo Domingo. Es un libro de más de ochenta páginas, incluidos los planos anexos y figuras, en los que se detalla, en forma técnica, el trabajo cumplido. Los técnicos José Vásquez Calero, Felipe Andrade Ambrosi, Carlos García Ávalos, Mateo Narváez Vásquez y Mishel Carrión Celi, son los autores.

Para llevar adelante lo allí previsto, se requiere un financiamiento de 4.617.634, 99 dólares, distribuidos 23.328,38 en obras preliminares; 538.313,68 para reforzar las cúpulas; 345.650,40, para apuntalar la estructura; y, 494.746,61 por impuestos del IVA.

El templo de Santo Domingo, el más grande de Cuenca después de la catedral de La Inmaculada, es bien histórico y patrimonial. Está en riesgo, y demorar su restauración mantendría el peligro de que, de un momento a otro, en forma súbita, como ocurren los sismos, pudiera desplomarse. El problema es el financiamiento, pero urge resolverlo por la comunidad religiosa, con apoyo de instituciones responsables de la preservación arquitectónica de bienes que constituyen patrimonio nacional del Ecuador.

Más de un siglo ha pasado desde que se inició la construcción del templo que lleva noventa años al servicio del público. Sería lamentable si por no ejecutar oportunamente su reforzamiento, se desplomara en fracciones de segundos.

Las gráficas, proporcionadas por la Universidad del Azuay, muestran fisuras y daños por el temblor en varias áreas de la edificación.

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