La Universidad de Cuenca cumplió este 1 de enero 156 años de su inauguración oficial. El 27 de enero de 1968 –a cien años del acontecimiento- el periodista Hugo Ordóñez (pseudónimo Diego Pérez) publicó en diario El Universo este artículo, con ironías de la política de entonces y el difícil transporte por carreteras, como hoy. Vale evocarlo y gozar del contenido.

Como más vale tarde que nunca, el miércoles venidero, 31, la Universidad de Cuenca celebrará la sesión solemne para conmemorar el centenario de su fundación. La fecha precisa en que la Universidad cumple un siglo de existencia fue el 1° de este mes -exactamente treinta días después de que la Universidad de Guayaquil cumplió el suyo-; pero por alguna razón que la dejó pasar como otra cualquiera. Ahora, al cabo de un mes va a repararse la omisión. Y en fin de cuentas la diferencia de un mes en la conmemoración de todo un siglo de existencia, carece de verdadera importancia.

Las más altas personalidades oficiales y las más altas instituciones de cultura de la República han sido especialmente invitadas para la sesión solemne del miércoles, entre ellos lo ha sido el Presidente Interino. Y como el Interinazgo ya resolvió condecorar a la Universidad de Cuenca con motivo de su centenario, tal cosa lo hizo ya con la Universidad de Guayaquil, se dice que el Dr. Arosemena Gómez vendrá personalmente para efectuar la condecoración.

Por razones de índole varia, el ambiente de las universidades del país, siempre ha sido problemático para los gobernantes; en veces especialmente al tratarse de gobernantes de facto, los ha sido abiertamente hostil. Yo no recuerdo que un dictador haya podido poner los pies en una universidad ecuatoriana. En el caso del doctor Arosemena Gómez, claro está que no se trata de un dictador, sino de un Presidente Constitucional interino, y eso ya va a su favor. Además, vendría a condecorar al pabellón del plantel, y eso suma a su favor. Por otra parte, dicen que será portador de un millón de sucres para el establecimiento, y eso está todavía mejor.

Esto del millón de sucres para la Universidad de Cuenca merece una explicación. Fue la Asamblea Constituyente la que, en 1965, en los primeros meses de su actuación, asignó un millón de sucres a cada una de las Universidades de Cuenca y Guayaquil. El Ejecutivo debía hacer efectivas las asignaciones a través de la emisión de sellos postales. La emisión no se hizo, sin embargo, en el 66, ni se hizo en el 67, no obstante todas las reclamaciones de las dos Universidades. Finalmente se encontró que en el Banco Central había una plata disponible para pagar lo debido a los dos institutos y subvencionar a otras: allí estaban más de cinco millones de sucres como saldo de los depósitos de las recaudaciones del diez por ciento de los recargos de estabilización monetaria. La Comisión Legislativa Permanente dictó hace pocos días esa ley disponiendo el reparto de esa cantidad entre las Universidades de Guayaquil y Cuenca -a razón de un millón de sucres para cada una, para pagarles lo debido- y una docena más de instituciones de todo el país. Se sabe que en la Comisión Legislativa Permanente ha sido el Dr. Andrés F. Córdova quien ha puesto especial empeño en la aprobación de esa ley, lo cual se explica fácilmente recordando que el Dr. Córdova fue durante muchos años profesor y decano de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca. Si, pues, el Presidente Interino trae el millón, será el millón que tiene esa procedencia: el millón votado por la Constituyente y que no se hizo efectivo el año pasado.

No puede decirse propiamente que el Dr. Otto sea impopular en Cuenca, aunque tampoco pueda afirmarse que es popular. Su partido, por ejemplo, la CID, no ha podido prosperar mucho en esta ciudad. Se le conocen solamente dos afiliados: Enrique Sánchez Orellana y Gonzalo Vega; de tal manera que cuando el Dr. Otto se llevó al primero para Ministro de Salud, el partido quedó reducido a la mitad. Y en días pasados, cuando Gonzalo Vega renunció a la dirección provincial del partido, en la que había sucedido al primero, tuvo que venir desde Quito Enrique Sánchez para constituirse en asamblea general y negarle por unanimidad la excusa. Pero tampoco puede decirse que el Presidente Interino sea impopular, en el sentido de que se sienta aversión por él. Eso no; aquí la gente se limita a sonreír cuando se nombra al Dr. Otto.

Los universitarios han prometido recibir bien al Dr. Otto; pero con una condición, de que venga en helicóptero.

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