Bomberos de Cuenca rescataron el cadáver de José Andrés Vintimilla que en medio de envolturas fue sumergido al fondo de una laguna en El Cajas

Al occidente de Cuenca, es un laboratorio de la Naturaleza, reducto de vida silvestre protegida y escenario de majestuosas montañas que superan los cuatro mil metros sobre el nivel del mar. También es fuente de historias fantásticas y mágicas…

El esplendor milenario de los parajes de El Cajas, cerca de Cuenca, causa contemplación espiritual o temor cósmico. Los macizos telúricos, reflejados en más de doscientas lagunas, generan milagros, ocultan crímenes atroces o incógnitas de caminantes extraviados para siempre. En 1989, multitudes escucharon allí a una medium de la Virgen, en trance, remedando sus mensajes. Desde entonces es sitio de turismo religioso.

 Marcelo Armijos y Patricio Gárate, jóvenes que en 1986 fueron declarados desaparecidos y cuyos cuerpos aparecieron flotando dentro de barriles, más de un mes después.

El 15 de mayo de 1986 Marcelo Armijos y Patricio Gárate fueron a casa de Pablo Loyola, cerca de Baños, parroquia de Cuenca, para un encuentro de amigos comunes. No asomaron al otro día ni en semanas, por lo que, declarados desaparecidos, la policía fue a su búsqueda.

Loyola, de 26 años, preguntó todos los días por sus amigos a los familiares y en el proceso investigativo confesó ignorar lo que pasó con ellos, de quienes dijo haberse despedido cerca de la plaza San Francisco esa tarde de mayo, viendo al uno comprar pan para casa, y al otro, Armijos, directivo de las juventudes liberales, ir a una reunión política por las elecciones seccionales y legislativas del 1 de junio. Los investigadores, sin encontrarlo sospechas, le dejaron libre.

Los vecinos declararon que esa noche de mayo escucharon disparos en la residencia de Pablo Loyola, pero no les llamó la atención, pues ocurría con frecuencia, para ahuyentar a los ladrones, según les decía. Además, habían visto a los jóvenes frecuentar la casa de su amigo, llevando cervezas de la tienda de la esquina.

Pero lo que pasó esa noche, según las pericias de investigación, fue que Loyola mató a tiros de quemarropa a sus amigos, los decapitó y mutiló las extremidades con una sierra de cortar madera, para meterlos despernancados en dos barriles de transportar combustible. Con el cargamento fue a la zona de El Cajas para sumergir en la laguna Illincocha a las víctimas, rellenando con piedras los recipientes, seguro de que no flotarán nunca.
El 23 de junio, paseantes cercanos al lugar observaron los tarros nadando en la laguna y se dieron modos para recogerlos, por si fueran útiles para algo.

Al destapar uno a uno, quedaron estupefactos ante lo que asomó a sus ojos: dos cuerpos putrefactos y despedazados.

Días antes, Pablo Loyola había llamado de Guayaquil a los familiares de los amigos por si tuvieran alguna noticia de ellos. Y el 24 de junio, cuando se emitió la orden para capturarlo, se supo que el autor del doble crimen viajó la noche anterior a Nueva York, con un boleto comprado por su padre.

El caso fue tema de largos comentarios en Cuenca y el país, mientras la policía aseguraba que el autor del horrendo crimen pronto sería detenido para someterlo a la justicia. Pero Pablo, que a todos convenció de su inocencia y cooperó en la búsqueda, nadie sabe cómo, a poco de conocerse lo que hizo con sus amigos, apareció muerto en un hotel de Loja, posiblemente suicidado, dejando en el misterio, para eternas memorias, la causa del crimen.

 
 Aviso difundido por las redes sobre la desaparición de José Andrés Vintimilla. 

Otro caso, asociado al paraje encantador de El Cajas, es reciente. El joven José Andrés Vintimilla, desaparecido el 16 de septiembre de 2023, fue buscado intensamente, con recursos tecnológicos modernos, que no los hubo hace cuarenta años.

Su caso, también de misterio, al parecer viene de conflictos familiares. El 23 de octubre los guardaparques de El Cajas vieron flotar en la laguna Napalé un bulto con forros y amarras que al ser abiertas, mostraron lo que quedaba de un humano maniatado y descompuesto. Los gases del organismo y las sogas podridas atadas a piedras, para que nunca flotara el cuerpo del delito, lo sacaron a flote.

Los familiares inicialmente no se convencieron de que fuese de José Andrés ese cadáver, pero luego de pericias forenses y procedimientos científicos, acabaron por confirmar lo que temían: 17 años, ya padre de un niño que no llevará sus nombres ni apellidos.

Las investigaciones están en marcha, con un intrincado proceso judicial entre familias con desavenencias. Según la teoría de la investigación el joven habría sido asesinado a golpes la noche del 16 de septiembre, en su residencia en Challuabamba, barrio cercano a Cuenca, para llevarlo en un auto de su propiedad hasta El Cajas. Los autores habrían atacado a golpes a la víctima, que se hallaba en ropa de dormir y en desventaja, hasta destrozarle la cabeza, el rostro y el cuerpo.

Un guarda parque vio esa noche un auto BMW, seguido por un Vitara, tratando de pasar el control, lo que no los permitió, porque uno llevaba una mascota dentro, lo que era prohibido en la reserva ecológica. Los vehículos dieron la vuelta y regresaron a poco sin el animalillo para acceder a la laguna Napalé, donde los ocupantes hundieron el bulto atado con piedras, creyendo que se conservaría al fondo para siempre.

Dos personas son acusadas del crimen, un padre y su hijo de 19 años este último, al conocer el hallazgo, fugó a la Argentina, mientras el padre, en prisión en una cárcel de Azogues, querría salvarlo asumiendo la autoría, que deberá probarla. Un agente policial es investigado por ocultar evidencias que hubieran evitado la libertad que dictó un juez al acusado. El prófugo fue localizado por la Interpol en Argentina el 17 de enero y la Corte Nacional de Justicia tramita su extradición, que podría llevar al esclarecimiento total del crimen.

En las pesquisas, la imagen del auto BMW, de propiedad de la víctima, quedó en un video del control en El Cajas y apareció luego en la casa del posible asesino. Dentro del auto, un teléfono, también de la víctima, con una aplicación automática para fotografiar alrededores en casos de sospechas emergentes, tenía imágenes en la zona de Napalé y los anteojos del conductor en el tablero de los relojes de control. Por añadidura, uno de los sospechosos había dejado las llaves de su residencia dentro del carro de la víctima usado para llevar su cuerpo a la laguna. Son detalles que podrían ser decisivos e inobjetables para esclarecer el crimen.

En la cajuela del automóvil se encontró también la novela “Los hombres que no amaban a las mujeres”, del autor sueco Stieg Larsson, en cuya trama una mujer que lleva muchos años desaparecida, aparece con vida cuando ya estaba declarada muerta. El fascinante argumento habla del crimen, perversiones sexuales y trampas financieras, entre violencias y amenazas sobre las cuales florecen pasiones amorosas.

El Parque Nacional Cajas, patrimonio natural de la humanidad, empieza 30 kilómetros al occidente de Cuenca. En sus laberintos montañosos con lagunas, son frecuentes los extravíos de amantes de la naturaleza en la neblina, socorridos por expertos conocedores. También hay paseantes que se pierden para siempre. Y no faltan, como en los casos apuntados, víctimas de crímenes que se pretende echarlos al misterio para siempre, pero fracasan en el duro reto de los crímenes perfectos. (RTE)

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233