Dos meses del gobierno no son tiempo para solucionar los problemas de los que proviene, pero muy bien su guerra al terrorismo, que debió iniciarla el régimen anterior, para implantar la seguridad y la paz.

Al presidente Noboa corresponde –con apoyo de todas las funciones del Estado- devolver a los ecuatorianos la seguridad y confianza para trabajar y progresar sin la angustia que actualmente cunde en la República y la mantiene en estancamiento y desesperanza.

Al gobierno surgido de la “muerte cruzada” toca ser puente hacia adelante en la seguridad, economía, justicia, buen vivir, no para el retorno de prófugos y corruptos empecinados en captar espacios públicos, con desesperación, para repetir su historia.

Si en las cortas funciones pacifica el país, habrá cumplido la razón de su mandato, con mérito para aspirar a otro período sin traicionar la voluntad del electorado. Será su triunfo dejar atrás los traumas de la corrupción, los sicariatos, las revueltas carcelarias, asesinatos, narcotráfico y narco política, que hoy aterrorizan en calles, hogares, barrios y ciudades. Y será triunfo mayor, para todos los ecuatorianos.

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