por: Ángel Pacífico Guerra
Terminados los ciclos educativos miles de estudiantes disfrutan del período de descanso y vacación, pero simultáneamente viene encima la preocupación por todas las implicaciones de prepararse para el próximo curso escolar que viene en seguida
Aún bien empiezan las vacaciones escolares y ya bullen las inquietudes para el nuevo ciclo escolar en los planteles educativos de la sierra y amazonia del Ecuador. Y otra vez la pesadilla de los padres de familia que buscan cupos para inscribir a los hijos.
Sin lugar a dudas, el movimiento que genera el tema educativo tiene implicaciones importantes en la vida familiar. Y aún en la vida pública, en los negocio de los útiles, de los uniformes, los problemas del transporte y, sobre todo, las penurias por la escasez económica que obliga a sacrificios de los hogares para necesariamente educar a los niños y los jóvenes.
Bien amerita, en estas circunstancias, que las autoridades del ramo estén vigilantes del comportamiento de todos los involucrados en el tema. Que se brinde facilidades y no dificultades para que los educandos sean matriculados oportunamente y sin contratiempos en los planteles escogidos por los padres y madres de familia.
Experiencias de ciclos anteriores han mostrado las molestias por cierta arbitrariedad o afán de complicar la vida, ordenando que los alumnos vayan a planteles lejos de su ubicación geográfica normal.
Sobre todo, urge que las autoridades del ministerio de Educación controlen el negocio de útiles escolares, que son un buen negocio, pero necesita ser regulado. Que no vuelvan a repetirse los casos de maestros o directivos de planteles que mandan las listas de materiales necesarios con la indicación del sitio o tienda donde deben adquirirlos, en una evidente muestra de interés por ese negocio.
Los precios de los útiles son otro factor de molestia para los padres de familia. Deben exhibirse en sitios muy visibles, con el valor que corresponde y previa decisión de las autoridades, para que no se produjera la consabida extorsión que tanto afecta el bolsillo de las familias y peor aún en tiempos en los que el dinero es tan esquivo para la gente honrada.
La educación es un bien de primera necesidad. Los maestros honran la profesión de formar a los niños y a los jóvenes, pues de ellos dependerá el futuro personal de la población y, más aún, el curso de la vida nacional, pues mientras mejor se eduquen los estudiantes de hoy, será mejor la vida familiar, profesional, social, de los compatriotas llamados a sustituir a las generaciones humanas del presente.
Ojalá, pues, que el nuevo año lectivo se programe con normalidad y que en Cuenca, el Azuay y el país, esta actividad no sea objeto de fenómenos que alteran y perjudican la vida cotidiana de miles y miles de familias, de hogares y de ciudadanos involucrados en esta responsabilidad de la comunidad y del Estado.