Las fisuras entre Noboa y su binomio fueron disimuladas en la segunda vuelta electoral, pero acabaron en ruptura desde el inicio del gobierno

Los avatares entre el presidente y la vicepresidenta son fruto de la apurada conformación del binomio, a presión de la “muerte cruzada”. Daniel Noboa y Verónica Abad hicieron pareja sólo por formulismo electoral. Así ni un matrimonio funciona

inieron de ocasionales y dispares movimientos políticos locales. Noboa fue asambleísta apenas conocido del legislativo disuelto por el presidente Lasso, y Verónica Abad, candidata a la alcaldía de Cuenca, quedó a la cola el año pasado.

El binomio no ganó con votos de sus movimientos políticos sino con los del candidato Fernando Villavicencio, asesinado en agosto de 2023, y los que negaron los electores al correísmo: votos increíbles de dos tendencias políticas en extremo antagónicas.

 La vicepresidenta Verónica Abad fue alejada a Israel por el presidente Daniel Noboa, quien el 7 de agosto dispuso que se traslade a Turquía, en vista de los riesgos en medio de la guerra entre Israel y Palestina. Ella le acusó al presidente ante el Consejo Nacional Electoral de violencia de género. ¿Se la dejará asumir la presidencia mientras Noboa realiza su nueva campaña presidencial? 

Noboa para ser candidato en 2025 necesita deshacerse de la vicepresidenta a la que le alejó con la misión imposible de paz entre Israel y Palestina y, según la Constitución, debería remplazarlo en campaña. ¿Dejar la presidencia – banquete de promoción electoral- en manos de quien ansía que pierda en las urnas? Terrible coyuntura para quien aprendió a sumar al poder económico las afortunadas delicias del poder político.

Noboa buscará argumentos para encargar el puesto a cualquiera menos a su vicepresidenta, o arriesgarse a no encargarlo a nadie y seguir su campaña. Se empeñará en obligarla a renunciar con procesos legales que la inhabilitarían por supuestos actos de corrupción. ¿O renunciará él para una candidatura limpia, sin respaldo oficial y la oposición de la mandataria en Carondelet?. Tantas cosas pueden suceder…, y el tiempo apremia.

No es la primera pugna entre presidente y vicepresidente del Ecuador, pero es evidente como nunca el interés vicepresidencial por la primera magistratura, para afectar al candidato del mismo binomio. La señora Abad, que defiende el puesto, anticipó que derogará resoluciones económicas, tributarias y de orden internacional decretadas por el mandatario. Hasta aludió a revisión de sentencias jurídicas ya ejecutoriadas, que es lo más grave.

Las divergencias entre Daniel Noboa y Verónica Abad recuerdan las relaciones críticas y avatares de muchos binomios en la historia nacional. El mismo cargo de vicepresidente ha sido ambiguo, creando desconfianza de algunos presidentes con el segundo a bordo listo a remplazarlo, lo que legalmente es un derecho.

 El vicepresidente Blasco Peñaherrera dejó en este libro testimonios de sus discrepancias con el presidente León Febres Cordero, al que acusó de prepotente y encubridor de corrupción. 

Desde que se creó el Ecuador en 1830 casi en setenta años, en diferentes épocas, no hubo vicepresidente; de 1906 a 1946 el cargo fue abolido y desde 1946 a 1963 debía presidir la cámara del senado; y, de 1979 a 1986, el Consejo Nacional de Desarrollo. De 1946 a 1968 eran elegidos en papeletas separadas y se dio el caso único de Velasco Ibarra, que en 1968 ganó la presidencia, pero su binomio, Víctor Hugo Sicouret, perdió ante Jorge Zavala Baquerizo, binomio del opositor Andrés F. Córdova. Sicouret, médico de cabecera de Velasco, era de su confianza, para no temer que fuese “conspirador a sueldo”, como él decía de los vicepresidentes.

Además Velasco ya discrepó en su anterior administración con el vicepresidente Carlos Julio Arosemena Monroy, que denunció la presencia de corruptos en el gobierno y fue en visita oficial a Rusia sin avisarlo. El 7 de noviembre de 1961 Velasco se proclamó dictador y mandó preso al vicepresidente Arosemena, quien tres días después pasó del penal al congreso, para asumir la presidencia en remplazo del gobernante acostumbrado a ser derrocado por los militares.

En este mes son 45 años de la restauración democrática desde las dictaduras de los años 70 del siglo pasado y en este lapso también hubo episodios con la vicepresidencia. El binomio Jaime Roldós-Osvaldo Hurtado estrenó el ciclo, pero el 24 de mayo de 1981 Hurtado asumió la presidencia cuando el presidente murió en un accidente aviatorio. El congreso nombró vicepresidente al hermano del fallecido, León Roldós.

El presidente León Febres Cordero (1984-1988) y su vicepresidente Blasco Peñaherrera tuvieron distancias, agravadas en 1986 por el secuestro del presidente en la base de Taura, pese a que Blasco se abstuvo de aprovechar la circunstancia para asumir el poder, y en su libro Viernes Negro, dejó constancia de sus duras desavenencias con el mandatario. En el gobierno de Rodrigo Borja Cevallos (1988-1992) vicepresidente fue Luis Parodi y en este período el binomio mantuvo excepcional armonía y respeto mutuo.

De 1992 a 1996 gobernó Sixto Durán Ballén. Su vicepresidente Alberto Dahik fugó del país en 1995 acusado de mal uso de fondos reservados. El congreso le nombró vicepresidente a Eduardo Peña Triviño, hasta el fin del período.

El binomio Abdalá Bucaram-Rosalía Arteaga fue elegido para el período 1996-2000, pero el presidente, acusado de incapacidad mental para gobernar, fue depuesto por el congreso. Arteaga asumió la presidencia un par de días, pues una maniobra del presidente del congreso, Fabián Alarcón, le permitió acceder a la primera magistratura, privándole a ella de la presidencia y de la vicepresidencia, función esta última en la que el parlamento puso a Pedro Aguayo Cubillo.

En 1998 fue elegido el binomio Jamil Mahahuad-Gustavo Noboa Bejarano. El presidente fue derrocado a mitad del período por un movimiento civil-militar opuesto al feriado bancario y la dolarización. Noboa asumió la presidencia hasta el fin del período y a Pedro Pinto le nombró vicepresidente el congreso.

En 2003 asumió el poder el binomio Lucio Gutiérrez-Alfredo Palacio. El presidente fue destituido en abril de 2005 y le remplazó Palacio en la presidencia. El congreso designó vicepresidente al cuencano Alejandro Serrano Aguilar.

Llegamos a 2007, año inicial de la década de Rafael Correa, cuyo vicepresidente fue Lenin Moreno Garcés hasta 2013 (dos reelecciones consecutivas) y luego Jorge Glas Espinel, hasta 2017.

Lenin Moreno fue electo presidente en 2017, con Jorge Glas en la vicepresidencia, quien fue a prisión implicado en corrupción con la empresa. Moreno batió récord histórico en el número de vicepresidentes en un periodo presidencial, con Jorge Glas, María Alejandra Vicuña, (renunció implicada en concusión), Otto Sonnenholzner y María Alejandra Muñoz Seminario.

El período del binomio Guillermo Lasso-Alfredo Borrero, elegido en 2021 e interrumpido con la “muerte cruzada” que anticipó el fin del mandato presidencial, terminará en 2025 con Daniel Noboa y Verónica Abad, la vicepresidenta obligada a misión de paz en Israel. ¿Asumirá ella el gobierno si el presidente Noboa se ausenta por su campaña electoral? La incógnita persiste.

En 45 años desde la restauración democrática trece veces eligieron presidentes los ecuatorianos, uno fue nominado por el congreso (Alarcón), y cuatro vicepresidentes asumieron el cargo por sucesión. La vice presidencia, además de los trece en binomios, ejercieron ocho nombrados por el congreso, tres de ellos, aparte de Glas, en la administración de Lenin Moreno.

La función vicepresidencial, ambigua y todo en 194 años de historia republicana, es hoy un alfiler en el zapato del presidente del Ecuador, al que la Constitución manda encargar el mandato a la vicepresidenta, Verónica Abad, binomio que él mismo escogió y con el que tiene un divorcio político irreconciliable, desde la campaña electoral que no esperaban ganar, ni sospechaban las consecuencias de integrar un binomio sin afinidad política y sin confianza en una mutua lealtad.

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