Dice que ha perdido toda confianza en el poder; os hace la cuenta de las víctimas recientes, de los secuestros bárbaros, de los crímenes que cada día se oyen por la radio, por la televisión, y no se diferencian de las antiguas radionovelas ni de las telenovelas que ocupan las pantallas luego de las cadenas nacionales

Tras larga espera, habéis logrado conseguir un taxi. Frena el chofer y, muy afable, os hace una señal afirmativa. Una vez acomodados, le pedís que os lleve a un restaurante un poco alejado del centro.

-Con mucho gusto –dice-. Conozco ese local, un poquito pelucón, ¿verdad?

-Así debe de ser; pero lo que nos interesa es que lleguéis lo más pronto.

Empieza a oscurecer. En el cielo hay amenazas de lluvia. Las colinas del fondo se iluminan con el rojo matiz de los relámpagos. El conductor se afana en ser amable e intenta entablar conversación; pero habla y habla sin parar, mientras os resignáis a soportar el monólogo. Primero es el tema del clima inesperado y variable. Ahora mismo –comenta- está entre que llueve y no llueve. Mañana bien pudiera amanecer un sol ardiente o un río desbordado por una tempestad repentina.

-Así ha de ser –admitís-, pero el clima está cambiando en todo el mundo.

Sin descuidar el volante, cambia de tema y cuenta su interés por la política. Les diré que la suerte de este país anda peor que el clima de la temporada, asegura; ofertas van y vienen; unos denuncian picardías y al cabo de unas horas también ellos son los denunciados.

Al daros cuenta de que le habéis dejado hablar a solas, le confesáis no estar muy enterados sobre el tema, aunque algo de ello ocurre también en otras partes del mundo; pero que no debéis perder la esperanza, sobre todo en países tan ricos y diversos como el nuestro; pues la diversidad es una garantía y en ella radica buena parte del futuro.

Como impulsado por un resorte interior, reacciona y os dice que ha perdido toda confianza en el poder; os hace la cuenta de las víctimas recientes, de los secuestros bárbaros, de los crímenes que cada día se oyen por la radio, por la televisión, y no se diferencian de las antiguas radionovelas ni de las telenovelas que hoy ocupan las pantallas luego de las cadenas nacionales. En fin, cree que muy pronto sucumbiremos devorados por la corrupción.

Mientras todo esto expone, maniobra con destreza para rebasar a los vehículos que a esta hora ruedan muy lentamente. En las calles aledañas a vuestro destino, se incrementa el tránsito vehicular, de modo que decidís bajaros un par de cuadras antes, seguros de que avanzando a pie llegaréis más puntuales.

-Por favor, dejadnos aquí –le pedís, cuando la marcha se detiene.

El conductor se vuelve extrañado, aseverando que estamos ya muy cerca.

-En este sector merodean los ladrones –agrega-, ¿han escuchado las últimas noticias? No es prudente bajarse aquí; peor todavía si los ven bien vestidos con fundas en la mano.

Os parece razonable el consejo y permanecéis inmóviles, observando el ir y venir apresurado de los viandantes, ataviados cada uno a su manera, Pero no bien habéis oído el consejo, se detiene nuevamente el tráfico. Impaciente, el conductor alarma al vecindario con la bocina, gira la cabeza y eleva las manos. Al cabo de tanto esperar, la columna reinicia el pausado movimiento; pero en la esquina cambia en rojo el semáforo, frente al taxi que ocupáis, como si alguien se hubiera esmerado en reprogramarlo para exasperarle al conductor.

-Ahora sí, por favor, nos bajamos –le ordenáis en forma terminante.

-Peor aún –se alarma; precisamente en esta esquina asaltan.

-¡Qué va! –exclamáis, ya bajándoos.

-Bueno, aquí les dejo, pero nunca digan que no fueron prevenidos.

-¡Lean esa advertencia! -añade, señalando hacia un balcón, y se va.

Un poco temerosos, decidís correr el riesgo y buscáis el aviso; pero solo encontráis un gran rótulo anunciador de que allí funciona un comité de la RC (Revolución Ciudadana).

Incrédulos, os frotáis los párpados. Por un momento sentís como que os ha conducido un presentador de la CNN quien no os ha tomado el pelo, sino que os ha dejado en suspenso para que seáis vosotros los que saquéis vuestras propias conclusiones. De modo que decidís que el buen taxista merece que en su homenaje hayáis resuelto contar vuestra pequeña historia.

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