Necesitamos empoderarnos de una fuerza que nos saque de la zona de confort y provoque una reflexión sobre nuestros deberes y responsabilidades como ciudadanos, que nos interrogue qué estamos haciendo y por qué nos conformamos con todo lo que pasa, que nos provoque respetar normas básicas de convivencia, que dialoguemos en todos los espacios a nuestro alcance, de la importancia de los valores que han movilizado a la humanidad para superar crisis como las que enfrentamos
Somos testigos en los últimos años de muchos hechos que constituyen evidencias claras e irrefutables del grave deterioro de la sociedad, la política ya no está para servir a los grandes intereses de la patria vista en su integridad, sigue respondiendo a los particulares de grupo, que privilegian a toda costa beneficiarse de acciones y omisiones; el dinero sigue corrompiendo, se abre paso y consigue todo lo que se propone; la violencia en todos los tipos nos atormenta y paraliza, la impunidad ronda los pasillos y provoca injusticia para las víctimas; los profesionales en las diferentes ramas abandonan los valores que las cimentan y son la razón de ser, prefieren ir por los andariveles de la corrupción y la plata fácil; la sociedad no logra consolidar acciones que provoquen reclamos en conjunto, lo sigue haciendo en forma individual y a través de las pantallas en las redes sociales; movilizar masas por causas comunes y justas se convierte en una utopía que se aleja en el horizonte de la dignidad y la ética, la tutela de derechos básicos y su efectiva materialización se convierte en una posibilidad casi irrealizable, en suma el panorama es desolador.
Necesitamos empoderarnos de una fuerza irresistible que nos saque de la zona de confort y provoque una reflexión conjunta sobre nuestros deberes y responsabilidades como ciudadanos, que nos interrogue qué estamos haciendo y por qué nos conformamos con todo lo que pasa, que nos provoque en el día a día respetar normas básicas de convivencia, que dialoguemos en todos los espacios que esté a nuestro alcance, de la importancia de los valores que han movilizado a la humanidad para superar crisis como las que enfrentamos, que volvamos a recordar que todo ser humano tiene su precio, pero lo importante en la vida es que nunca sepas cuál es el tuyo; que volvamos a repasar nuestros deberes que están escritos en la Constitución de la República, que nos sumemos a los esfuerzos que desde distintas instituciones se empiezan a impulsar, en suma debemos pasar de la palabra a los hechos, con acciones precisas y contundentes.
Cervantes pone en boca del Quijote consejos para Sancho Panza, recordemos uno, que nos resuena las clases de Filosofía y de la importancia permanente de conocerse a uno mismo: “has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey”. Repasemos que nuestra Constitución nos manda a no ser ociosos, no mentir, y no robar; a administrar honradamente el patrimonio público, denunciar y combatir los actos de corrupción; asumir las funciones públicas como un servicio a la colectividad y rendir cuentas a la sociedad; a ejercer la profesión u oficio con sujeción a la ética, entre otros deberes y responsabilidades.
Tenemos que interrogarnos en forma permanente qué acciones podemos hacer o son posibles, y como éstas pueden incidir en el bienestar individual y colectivo; visualizar en forma permanente qué efectos produce nuestro accionar; preferimos censurar o aprobar las acciones del resto, pero no reflexionamos lo suficiente en lo que hacemos y cómo lo ejecutamos; es decir, no meditamos sobre la coherencia que debemos procurar alcanzar, tenemos que poner énfasis a conocernos a nosotros mismos, desarrollar y trabajar las virtudes, formar nuestro carácter y ratificar lo que para nosotros es innegociable. Las buenas personas en todas las áreas, hacen suyo el argumento ético, trabajan y fortalecen la prudencia, honestidad, fortaleza, templanza, honradez intelectual para conocer sus virtudes y defectos, entereza y paciencia, cumplimos buenas metas, hacemos lo que nos gusta y disfrutamos del proceso, recordando siempre que el prestigio y buena fama es de años, el desprestigio es asunto de un segundo, de un minuto.
Todos queremos mejorar nuestra calidad de vida, alcanzar momentos de felicidad, aquello lo debemos hacer sin atropellar los derechos de los demás, las decisiones de hoy, marcan el mañana. Asumamos el compromiso por mejorar la situación actual, todos, desde nuestro trabajo diario, primero en la familia y luego en la sociedad, ejecutemos y fortalezcamos acciones que den cuenta de un ejercicio ciudadano ético y responsable.