Gobernador cesado en funciones acusa al presidente de la República de irrespetar a la provincia del Azuay y desentenderse de sus graves necesidades. Un mes duró en el cargo.
Paúl Carrasco Carpio, Gobernador del Azuay del 5 de mayo al 8 de junio del año en curso, ha tenido un paso fugaz por la entidad supuestamente de principal representatividad del gobierno nacional.
Ex prefecto del Azuay por 16 años consecutivos, dos veces candidato perdedor para la Alcaldía de Cuenca y candidato presidencial en 2017, donde ocupó el último lugar en número de votos, prestó la promesa en Carondelet, ante el presidente Guillermo Lasso que le ofreció su respaldo para que tuviera éxito en la Gobernación, para bien de la provincia del Azuay.
Su caso es el segundo en cuanto a fugacidad en las funciones, desde el retorno al orden constitucional hace cerca de 44 años. El anterior fue en tiempos de Abdalá Bucaram, que tuvo dos gobernadores en seis meses que ejerciera la presidencia del Ecuador: primero Hernán Toral Vintimilla, que estuvo del 16 de agosto de 1996 al 4 de enero de 1997, seguido luego por Patricio León, que se posesionó el 21 de enero y terminó su gestión el 6 de febrero del mismo año, cuando el mandatario fue destituido por el Congreso acusándole de incapacidad mental para gobernar.
León estuvo poco más de una semana, pero apenas tuvo tiempo para conocer el despacho de la Gobernación, pues en el intermedio de su función eran los días feriados de carnaval. No ha habido, desde entonces, un titular de la gobernación azuaya que estuviera menos tiempo en ejercicio, pero el caso del reciente gobernador en algo se parece.
Para Carrasco Carpio fue una sorpresa el decreto presidencial con el que era cesado en el cargo, pues el presidente de la República le había expresado su confianza y apoyo para sus tareas. Inclusive la víspera de su separación, el flamante funcionario aseguró haber conseguido la aprobación gubernamental para descentralizar la gestión de la vialidad en el Azuay, para que sean el Gobierno Provincial y la Alcaldía de Cuenca las que asuman competencias.
El gobernador fue crítico del trabajo del ministerio de Obras Públicas en el austro ecuatoriano, pues las condiciones precarias de la vialidad eran la peor carta de presentación de la región. La gestión exitosa de escentralización calificó como un gran triunfo para que sean las autoridades locales las que asuman la responsabilidad de mejorar las condiciones de la vialidad del Azuay y del Austro. Pero tan importante gestión apenas tuvo horas de perdurabilidad.
La seguridad, en coordinación con decenas de instituciones públicas del Azuay, era otro punto de interés en el plan de trabajo de Paúl Carrasco, así como la lucha contra la corrupción. Pero se quedó con la palabra en la boca.
El mismo día en que se conoció de la separación del gobernador Carrasco, ya estaba nominada la persona que lo remplazaría: Consuelo Orellana, militante del movimiento CREO que había ejercido la dirección zonal del Banco del Estado. El gobierno que vive contra reloj los pocos meses de la muerte cruzada, no quería perder tiempo dejando sin titular la Gobernación del Azuay.
Estuardo Andrade, ingeniero constructor, difundió estas fotografías de carreteras de la provincia de Morona Santiago, para destacar la diferencia con la pésima vialidad del Azuay, por descuido de los gobiernos. |
El cesante funcionario acusó al presidente Guillermo Lasso de no respetar a la provincia del Azuay, mediante este procedimiento de imprevista sustitución del representante del mismo mandatario. Él estaba animado de los mejores deseos por servir a su provincia y hacer quedar bien al gobierno en el corto lapso de gestión que le resta, pero vio frustradas sus buenas intenciones. Acusó a personas del entorno presidencial de haber metido mano para que se produjera semejante episodio en su trayectoria política. Se abstuvo de dar nombres de los integrantes de ese entorno presidencial, pero a presión de los periodistas, aceptó que entre ellos estaban Esteban Bernal y Diego Monsalve, vinculados al ministerio de Inclusión Económica y Social y también el ministro Cucalón, de la cartera de Gobierno.
En todo caso, la culpabilidad es del propio presidente Guillermo Laso, dijo, que no ha cumplido la palabra empeñada de respaldarlo para el desempeño de las funciones que él mismo le encomendara. De alguna manera, también aceptó que en ese entorno que le cerró las puertas de la Gobernación, estaría la persona que le seguirá en el cargo, Consuelo Orellana.
La lectura ciudadana de este “caso Carrasco” da para entender que en el gobierno del presidente Lasso se mantienen los mismos problemas históricos del centralismo, inclusive con la intervención de ciudadanos azuayos que forman parte del círculo que rodea al mandatario y al que se refirió el cesado gobernador. Los problemas del Azuay, con la calamidad de la vialidad de conexión con el resto del país, nada importan a los burócratas que ejercen altas funciones públicas en la capital de la República. Pocos días antes, dimitió la representante del ministerio de Obras Públicas en el austro, echando culpas al centralismo que no permite mejorar las condiciones de las carreteras de la zona.
En rueda de prensa el exgobernador dijo que Guillermo Lasso “no le cumplió su palabra”. |
¿Necesita el gobierno tener un Gobernador en el Azuay? ¿Necesita también el Azuay de tener un Gobernador que solamente ocupe el espacio de su oficina y no tenga atribuciones, ni capacidades, ni recursos, ni iniciativas, para resolver las necesidades de su provincia?
El gobierno de Guillermo Lasso es de los que menos atención ha brindado al Azuay en todos los tiempos. Ya van tres ciudadanos que en su administración pasan –pasan, y nada más- por la Gobernación del Azuay: primero fue Esteban Bernal, quien ocupó el cargo en los primeros tres meses de la administración de Lasso, seguido por Matías Abad, que permaneció por más de un año en esas funciones, hasta ser remplazado por Paúl Carrasco, el pasajero más veloz en su cargo.