Crónica de la consulta popular de 1986 del presidente Febres Cordero, en la edición Nº 58 de la Revista Avance

El pueblo ecuatoriano repitió este 4 de febrero en las urnas la experiencia con la que Febres Cordero recibió un NO rotundo en una consulta aparentemente cívica y democrática, pero de fin político

Las elecciones y consultas populares son expresiones de democracia, aunque los políticos se aprovechen de ellas con aspiraciones personales o de su partido. Los resultados tienen el valor de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, a veces inducida por oscuras campañas.

El 1 de junio de 1986, cuando el país sufría crisis políticas por el secuestro del presidente León Febres Cordero en Taura, el apogeo del movimiento terrorista Alfaro Vive Carajo, el irrespeto a la Corte Suprema de Justicia, camisetazos escandalosos de políticos en funciones públicas, un Congreso en el que su presidente, Averroes Bucaram, mandaba proclamar a su gusto las votaciones parlamentarias, y, en fin, cundían acciones de prepotencia gubernamental, el Presidente consultó al pueblo una sola pregunta: “Compatriota: ¿quiere usted que los ciudadanos independientes tengan pleno derecho a ser elegidos sin necesidad de estar afiliados a partido político alguno, confirmando así la igualdad de todos los ecuatorianos ante la ley?”

 Portada de junio de 1986 destaca las cifras del resultado del referendum que convocó Febres Cordero y perdió.

Era una pregunta de la que hasta el Presidente del Tribunal Electoral anticipó el triunfo irreversible del SÍ, pero de claro trasfondo político. Se quería, a través de una consulta engañosa, una respetuosa afirmativa de engañoso respaldo al gobierno. Pero triunfó el NO y León recibió “un tiro por la culata”.

La historia se repite, con las diferencias de tiempo y circunstancia, en 2023, cuando el presidente Guillermo Lasso planteó al pueblo ocho preguntas, aparentemente obvias para obtener el SÍ, pero que le salieron en contra en las urnas. La sabiduría del pueblo se impone a los subterfugios políticos: la consulta de hace 37 años y la actual fueron percibidas con fines políticos de apoyo gubernamental que fracasó en el intento.

En 1986, tras el triunfo del NO en la consulta, los ministros del Gabinete de Febres Cordero renunciaron para dejar en libertad al mandatario a escoger a sus íntimos colaboradores en función del pronunciamiento popular. Claro que el prepotente gobernante de entones, que acostumbraba tomar decisiones a su capricho, no quiso reconocer la lección de la urnas y poco le sirvió el pronunciamiento democrático. El Secretario General de la Administración, Joffre Torbay, una de los más radicales enemigos de la oposición, se vio forzado a dejar el cargo.

La campaña febrescorderista por el SÍ fue implacable hasta el 31 de mayo de 1986, en vísperas de las votaciones, con el propio mandatario expresándose en cadenas nacionales. Pero la derrota le hizo silenciar de súbito y fueron el ministro de Gobierno y el Secretario Nacional de Información los funcionarios que salieron a decir en público que el triunfo del NO no significaba rechazo al gobierno del Frente de Reconstrucción Nacional.

De alguna manera, ahora las cosas se repiten: el presidente Guillermo Lasso anunció una cadena nacional de radio y televisión para las 21h00 del 4 de febrero para comentar sobre las elecciones de 2023 y la consulta de sus ocho preguntas, pero su aparición fue suspendida a última hora. El triunfo del NO seguramente algún funcionario o él mismo algún rato dirá que no significa rechazo a su gobierno, pero la lectura del pueblo es distinta. ¿Habrá, al menos, una crisis de gabinete para renovar el equipo gubernamental en función de los resultados electorales y el NO a la consulta de Lasso?.

De ganar el SÍ en la consulta lo habría asumido el gobierno de Lasso como un triunfal respaldo popular a su gestión política y pública, es indudable. ¿Qué le queda, entonces, después del revés?, es la pregunta que deberá contestarse para los dos años y más que le quedan en el mando. ¿Buscar apoyo de sus adversarios? Rafael Correa, su opositor más cruento, está a las puertas, dirigiendo, prófugo, por control remoto, los resortes de la política nacional.

El pronunciamiento por el NO tiene una contundente lectura política: el triunfo de la oposición al gobierno. En 1986 un ex presidente del país se abanderó por el voto negativo: fue Osvaldo Hurtado Larrea, quien recorrió el país promocionando el NO y fue el vencedor en las urnas. Esta vez, otro ex presidente, Rafael Correa Delgado, fue el principal abanderado del voto por el NO y es triunfador en la jornada del 4 de febrero, con las debidas diferencias éticas, políticas, democráticas, etc. entre los dos ex mandatarios. No solamente que Correa ganó en la consulta, sino que también su tienda política, Revolución Ciudadana, captó dignidades seccionales en varios cantones y provincias del país. Tiempos de incertidumbres parecen ensombrecer –o esclarecer- los cielos de la República.

La respuesta a la Consulta de Guillermo Lasso es una lección que deberá servir para proyectar su gestión en lo que le resta de gobierno.

Revisar hechos que se repiten en la historia, permite orientar y reorientar, corregir, enmendar o reforzar lo que, en gestión pública, corresponde al bien nacional.

Es oportuno transcribir lo que, en junio de 1986, luego del triunfo del NO en la consulta de entonces, publicara la revista AVANCE (junio de 1986 Nro. 58) y alguna actualidad recobra estos días, cuando gobierna Guillermo Lasso: “¿Cómo gobernará León Febres Cordero, los dos años que le restan de su período, tras la derrota en la consulta popular por él planteada? Lo prudente, tras los resultados del plebiscito, sería un cambio total de procedimiento, buscando la conciliación y desechando definitivamente las posturas viscerales, personalistas, para dar paso a comportamientos surgidos del análisis hecho en equipo, pensadamente, a fin de no incurrir en acciones precipitadas cuyas consecuencias van en contra del propio gobierno… Los pocos cambios operados a nivel de Gabinete y de altos personeros del gobierno nacional, son un indicio de que hay la intención de dar una nueva imagen al gobierno para el futuro. No obstante, esos cambios han sido reducidos e insuficientes, pues una de las figuras más significativas en lo político como es el ministro de Gobierno, ha sido ratificada en sus funciones, lo cual en cierta forma equivale a exhibir públicamente la continuación de un pasado nocivo y en cuya contra se ha pronunciado el pueblo…”

Los resultados electorales y de la consulta del 4 de febrero dividen en dos la gestión del gobierno de Guillermo Lasso. ¿Será capaz de comprender la lección que le ha propinado el pueblo que en 2020 le eligió Presidente para no votar por la Revolución Ciudadana y ahora ha apoyado a la Revolución Ciudadana para expresar inconformidad con su gobierno?. Difícil la encrucijada.

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