La Academia Ecuatoriana de la Lengua se creó el 4 de mayo de 1875 en el gobierno de García Moreno. Es la institución cultural más antigua del Ecuador y la segunda en América Latina, después de Colombia en 1871. Su objetivo es la defensa y el estudio del idioma, la investigación y asesoría de la Lengua en el sistema educativo. Entidad apolítica, científica y literaria.
La presidenta de la Academia, Susana Cordero, entrega al recipiendiario el diploma y la medalla insignia de los miembros de la institución.
El 19 de diciembre de 2021 Simón Espinosa Cordero presentó en el Centro Cultural Metropolitano de Quito CUENCA DOS SIGLOS DE POESIA, Una mirada crítica, de Marco Tello Espinoza, libro auspiciado por la Municipalidad de Cuenca y la Universidad del Azuay, por el bicentenario de independencia de la capital azuaya.
Académicos, gente de cultura, periodistas y público asistente. |
El intelectual ecuatoriano calificó entonces a la obra como “un monumento a la cultura, un tesoro de poesías, un manual de consulta” y terminó su discurso preguntando “¿Por qué no lo han hecho a Marco Tello académico de la Lengua?”. Y eso ocurrió el 19 de enero de 2023, cuando la Directora de la Academia, Susana Cordero de Espinosa, puso en manos del autor del libro el diploma de incorporación y colocó en su cuello la insignia de los miembros de la institución, en el auditorio de La Casa de Cuenca, en Quito.
El propio Simón Espinosa hizo la presentación del nuevo miembro de la Academia, con una intervención en la que relievó la trayectoria del docente universitario, autor de varias publicaciones de crítica literaria, de gramática y análisis de la producción lírica nacional.
“Para nuestra Academia, que en 2024 cumplirá ciento cincuenta años de existencia, es motivo de orgullo justo, equitativo y saludable, como decían los abuelos entre la liturgia y la poesía, contar a partir de hoy entre sus miembros con este humanista y filólogo, maestro y escritor de intensa producción gramatical, crítica, lingüística, cuyo libro Cuenca, dos siglos de poesía, una mirada crítica, publicado en plena pandemia en 2021 por la Universidad del Azuay, es obra privilegiada de conocimiento y reconocimiento, resultado de una vida de trabajo inteligente, inagotable; ejercicio de búsqueda del avance de la inteligencia, la conciencia y la pasión hacia la identidad cuencana, a través de sus poetas”.
Marco Tello lee el discurso de incorporación, sobre la poesía como rasgo secular de identidad. Constan Francisco Proaño Arandi, secretario; Susana Cordero de Espinosa, directora de la Academia; Simón Espinosa, miembro de número y, Priscila Flores, directiva de La Casa de Cuenca, donde fue la ceremonia. |
“Sin ser el primero que él escribe sobre la poesía producida por cuencanos, es el más completo, crítico y poético que se haya escrito sobre dos siglos de poesía cuencana, por su mirada de estudioso cabal y los poemas con los cuales ejemplifica sus fecundas nociones. Examina exhaustivamente este quehacer poético desde la que para algunos es complicada teoría, la de las generaciones literarias. Crítico de profunda formación, de lucidez sin alardes, expone con excepcional claridad dicho método generacional; entra en los sucesivos períodos, nombres y obras unidos y separados a la vez, cada uno en su propio lapso. Pocas veces el lector ha abordado el rico tema de las generaciones, guiado con tal eficiencia didáctica…”, subrayó la autoridad de la Academia.
Ella leyó fragmentos de poemas que constan en la obra de Marco Tello, para mostrar cómo evolucionaron el arte y la poesía bajo el influjo de las nuevas concepciones vitales, científicas, estéticas, desde los poetas cuencanos de la Colonia hasta el presente.
El nuevo miembro de la Academia se incorporó con el discurso sobre La Poesía como un rasgo secular de identidad, en el que expuso la metodología que sustenta su libro: “No es una recopilación, tampoco es una Antología, pues no aspiraba a seleccionar poemas sino a ir tras las huellas del proceso creador. El objetivo fue, entonces, establecer un corpus representativo para, luego, ahondar hasta la red de raíces por la que ha circulado la savia que nutre a una firme tradición estética que ha convertido a la poesía en un rasgo secular de identidad… Ojalá que estas páginas despejen para los amantes de la apreciación artística, el cauce por donde fluye una de las expresiones importantes de la inclinación cuencana a lo trascendente: la poesía, ese arte de eludir el significado ordinario del lenguaje para transferirle el poder de obrar sobre la emoción y la inteligencia a fin de elevarnos a un estado de intermitentes sublimaciones…”
El crítico se remonta a los orígenes poéticos de la fundación de Cuenca: “materialización de un ensueño del Virrey Hurtado de Mendoza, con la orden de fundar una ciudad con servicio permanente de agua, bosques para leña y materiales que sirvieran a la construcción de calles, plaza, templo y edificios… No es de extrañar, entonces, que el paisaje obrara sobre la sensibilidad de los futuros habitantes de la nueva ciudad para la constante revaloración de lo estético trasladado a la palabra. Solo necesitaron transferir al pensamiento y a su realización verbal la magia del entorno…”
Para periodizar la poesía cuencana el autor adopta el método basado en el libro Esquema Generacional de las Letras Hispanoamericanas. Ensayo de un Método, del cubano José Juan Arrom, cuyo punto de partida fijaron circunstancias históricas coincidentes, en 1474: “Arranca de la generación isabelina –la del descubrimiento- integrada por los españoles nacidos entre 1444 y 1473. La reina Isabel y Cristóbal Colón nacieron en 1451, dentro del período. En el reinado de los reyes católicos, iniciado en 1474, año que da nombre a la generación, España empezó a consolidar sus aspiraciones de dominio imperial, plasmadas en 1492 en varios hechos memorables: la rendición de Granada y la expulsión de los judíos, más por intereses económicos que religiosos; el desembarco de Colón, impulsado por los vientos del Renacimiento, en un lugar ignoto que, en siguiente generación, se llamará injustamente América; la publicación de la primera gramática castellana, por Antonio de Nebrija, pensada en la lengua como lazo de unión entre los pueblos del imperio”.
Con la aplicación del método de Arrom, el padre Nicolás Crespo Jiménez es el primer poeta cuencano conocido, en la segunda vertiente generacional hispanoamericana de 1714. En la segunda vertiente de la generación de 1744 está el jesuita Pedro Pablo Berroeta, luego del cual hay un silencio lírico hasta las voces románticas de la generación de 1834, bajo la influencia de Dolores Veintimilla de Galindo, período en el que el poeta más representativo es Luis Cordero.
Posteriormente viene el desfile de las generaciones poéticas en períodos de 30 años: en la de 1864, iniciadora del modernismo, destacan Miguel Moreno y Honorato Vázquez; en la de 1894 Alfonso Moreno Mora; en la de 1924 Remigio Romero y Cordero, María Ramona Cordero (Mary Corylé) y César Andrade y Cordero. El más representativo es César Dávila Andrade.
Le sucede la generación de 1954, “francamente rebelde, bohemia, existencialista, aventurera, kafkiana, endurecida por la sal del océano”, con Jacinto Cordero Espinosa, Alfredo Vivar, Eugenio Moreno Heredia, Claudio Cordero Espinosa, Jorge Dávila, Alberto Ordóñez, Sara Vanegas, Catalina Sojos. La figura principal es Efraín Jara Idrovo, “quien más innovó el lenguaje poético, respaldado en su formación lingüística y en su entusiasmo por la crítica literaria”.
El estudio finaliza con la generación de 1984, posmoderna e inconforme, en sincronía con las expresiones de incertidumbre universal, con Galo Alfredo Torres, Fernando Moreno Ortiz, Jorge Arízaga Andrade, Cristóbal Zapata, María de los Ángeles Martínez, Sebastián Lazo y Juan Carlos Astudillo.
La generación de 2014 está vigente y “será difícil hallarle acomodo en esta rígida periodización. Sin embargo, le corresponderá recordar el primer centenario de nacimiento de varios literatos cuencanos de la generación de 1954”, apunta el autor de la obra en la que son citados al rededor de ciento cincuenta poetas de dos siglos de creación literaria cuencana, más el análisis y transcripción de sus poemas escogidos.
CUENCA DOS SIGLOS DE POESÍA, Una mirada crítica, “ha sido un proyecto largamente procesado, en riesgo de tornarse interminable. Pero sobrevino la pandemia y con ella, la oportunidad de aprovechar el aislamiento obligatorio para procurarle configuración definitiva”, al respaldo del español José Ortega y Gasset, en cuyo método diseñado en 1930 cada generación se instala en un período de treinta años que incluye etapas de gestación y de gestión, que podrían variar por la memoria acumulada y congelada de los recursos informáticos, según opina el nuevomiembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.