Guillermo Lasso luchó muchos años hasta llegar al tercer intento a la Presidencia de la República, pero no pudo aprovechar la oportunidad para resolver los problemas nacionales fundamentales y peor para atender a la región austral del país acosada por el centralismo
Agobiado por el descrédito de su gestión, el presidente Guillermo Lasso entra a su final tras las elecciones anticipadas. Su período marcará la historia como el de la “muerte cruzada”. Desde que asumió el 24 de mayo de 2021 hasta el día de elecciones, ha gobernado dos años, dos meses y 26 días.
El 11 de abril de 2021 Lasso ganó en segunda vuelta al correísta Andrés Arauz (UNES). A la tercera, la vencida, pues dos intentos anteriores le fallaron, aunque bajo dudas de que el Consejo Electoral maniobró los escrutinios. Igual duda hubo en la tercera vez, pues el conteo de primera vuelta iba a favor de Yaku Pérez hasta un “corte” que suspendió el escrutinio, y volvió a favor de Lasso.
Cuando ganó en segunda vuelta, Lasso celebró en público con el dirigente socialcristiano Jaime Nebot, ex alcalde de Guayaquil. En su discurso anunció que no tenía una lista de personas para enviarlas a la cárcel e invitó al reencuentro entre los ecuatorianos. El eslogan de su administración fue “El gobierno del encuentro”.
Su período iba hasta el 24 de mayo de 2025. ¿Qué queda para el Ecuador de sus dos años y medio de gobierno? Lo rescatable, la vacunación masiva contra el Covid, que salvó la vida de miles de ecuatorianos, pues el gobernante anterior falló estrepitosamente y son imborrables los recuerdos de cadáveres en las calles, del robo de medicinas, del negocio de pruebas de Covid y sobreprecios hasta en las fundas para los muertos en las morgues.
Lasso ganó la presidencia gracias a los votos con los que el electorado cerró puertas al correísmo, con apoyo del partido Socialcristiano. Pero el primer tropiezo ocurrió cuando sus negociaciones políticas incluían al correísmo para captar las dignidades de la Asamblea Nacional. Lasso dejó de lado el pacto y apoyó a Pachakutik para poner en la presidencia de la Asamblea a Guadalupe Llori. Esto le llevó a romper con el partido liderado por Jaime Nebot (PSC), quien jamás le perdonó la “traición” hasta el día de la muerte cruzada que acortó el mandato de cuatro años y disolvió la Asamblea.
Contribuyó al fracaso del gobierno no tener un partido propio de respaldo. El movimiento CREO no fue el que le llevó al poder, sino la oposición ciudadana al correato, que ganó terreno con la debilidad del gobierno y el apoyo del PSC, hasta el llamamiento a juicio político de inicios de mayo de 2023, para precipitar al mandatario por el único salvavidas ante la destitución inminente: la muerte cruzada.
La gestión pública del gobernante ha sido mediocre –o menos- en su medio período. A la falta de un partido de apoyo, se sumó un gabinete ministerial de “medio pelo”, con excepcionales casos de gente con experiencia administrativa y visión nacional. El centralismo parecería haberse robustecido a merced del gobernante físicamente limitado para recorrer el país. Su permanente preocupación han sido Quito y Guayaquil y alguna salidas al exterior por motivos de salud.
Las prisiones ecuatorianas son antros de violencia y crímenes. |
La delincuencia y la criminalidad llegaron a magnitudes nunca ocurridas en el Ecuador, convertido en uno de los países más peligrosos del mundo por los robos, asaltos, asesinatos. La seguridad ha sido un fracaso y continúa así, con centros penitenciarios desde los que líderes del crimen organizado gobiernan a miembros de las mafias del narcotráfico, amparados en el blindaje de las cárceles con armas y sistemas de comunicación ingresados con apoyo o condescendencia forzada por temor de dirigentes y guardias de las prisiones. En días recientes cuatro mil policías y militares entraron a la Penitenciaría de Guayaquil para requisar armas, celulares y drogas de los prisioneros.
En la campaña de Laso por la presidencia, anunció que la cárcel de Turi, un establecimiento concebido y construido con carácter regional, dejará de recibir a sentenciados de alta peligrosidad, del país y del exterior, pero jamás se cumplió la oferta y es uno de los focos de criminalidad que atrae a más delincuencia que ha roto la tradicional paz y seguridad de la capital azuaya.
La vialidad del austro ecuatoriano, una calamidad. |
También es otra deuda incumplida el tema de la vialidad del Azuay y del Austro. Las carreteras que conectan con las provincias vecinas y el resto del país tienen características calamitosas, en contraste con vía del norte del país, de la costa y de gran parte de la amazonia. Ofertas no han faltado, ni actos oficiales de suscripción de compromisos por mejorar las carreteras de la zona, pero no han pasado de ser actos publicitados para atenuar los reclamos ante la escasa reacción de las autoridades locales condescendientes con el centralismo gubernamental.
Una evidencia más del centralismo ocurre estos días, cuando el ministerio de Energía asume posiciones que afectan a Cuenca en el campo de la electricidad, para centralizar en Quito el acopio de los ingresos por consumo eléctrico, a pesar de que la Empresa Eléctrica Regional Centro Sur es una de las del ramo con excepcional manejo técnico, económico y administrativo. El Ministro de Energía debió asistir el 17 de agosto a una sesión con la Municipalidad para abordar el caso, pero delegó a un funcionario al que el alcalde y los concejales no lo recibieron, por ser ofensiva a la ciudad la ausencia del titular del ministerio cuya presencia se esperaba.
Para Cuenca, el Azuay y el Austro, la administración gubernamental que camina a su fin, ha pasado sin pena ni gloria. Y el futuro, en las actuales circunstancia políticas y económicas del país, sigue incierto. Dos gobernadores y una gobernadora ha dado Lasso al Azuay –Esteban Bernal, Matías Abad y Consuelo Orellana- , pero ninguno ha consolado al pueblo azuayo.