Candidatos presidenciales de las últimas elecciones del siglo XX en el Ecuador: Rodrigo Borja, Abdón Calderón Muñoz, Sixto Durán, René Mauge y Jaime Roldós Aguilera. Roldós y Durán pasaron a segunda vuelta y el primero de ellos se convirtió en el Presidente inicial de la actual etapa democrática.

El asesinato del candidato Fernando Villavicencio, investigador en temas de corrupción y abusos, recuerda el crimen contra otro candidato presidencial en 1978. Se parecen los casos, pero mucho se diferencian. Los tiempos han cambiado, el país tenía dictaduras militares y ahora democracia. Los dos recibieron tres balas

El 29 de noviembre de 1978 Abdón Calderón Muñoz, candidato presidencial, salía de un templo masónico en la calle Lavayen, de Guayaquil, cuando se le aproximó una motocicleta conducida por Guillermo Méndez. Detrás iba Luis García Almeida, quien descendió y le disparó tres veces, a quemarropa, a Calderón.

 Calderón Muñoz en una intervención de 1978 en la UPA, entre el representante de su partido y el presidente
del gremio periodístico, Rolando Tello.

El político, fundador del Frente Radical Alfarista, quedó en un charco de sangre, mientras la motocicleta desapareció con los complotados con el Ministro de Gobierno de la dictadura militar, general Bolívar Jarrín Cahueñas, para acabar con el político más frontal en denunciar hechos dolosos de la dictadura.

La víctima murió en un hospital de Estados Unidos, el 9 de diciembre de 1978. Cuando sus restos fueron traídos a Guayaquil y durante su sepelio, miles de ciudadanos acudieron para despedirle, en una concentración que se dijo comparable a la que ocurrió en febrero de ese mismo año, para sepultar al artista Julio Jaramillo, un ídolo del pueblo guayaquileño.

Pasaron varios meses del crimen y no se lograba dar con los autores materiales e intelectuales. Había sospechas de que todo había sido planeado por la dictadura, para crear un ambiente de inseguridad como pretexto para suspender el proceso de retorno constitucional.

La punta del ovillo asomó en forma accidental. Dos alumnos de la Universidad de Guayaquil que pasaban por la calle cuando el político era abaleado, la habían reconocido a Guillermo “Plin” Méndez como conductor de la moto usada para el atentado, estudiante de Medicina que luego fue detenido en Ambato, cuando tramitaba falsos documentos para abandonar el país.

El “Caso Calderón” fue motivo de escándalo nacional. Al sospecharse que había sido planeado desde el ministerio de Gobierno, Jarrín Cahueñas amenazó a través de una cadena de radio y televisión: “No permitiremos que demagógicamente se falsee la verdad de los hechos, no más calumnias al gobierno y sus instituciones”.

Pero los autores materiales del crimen ya estaban tras las rejas. Guillermo “Plin” Méndez confesó haber actuado a órdenes de Abel Salazar y del mayor de policía Jaime Hermosa Eskola, coordinador del ministerio de Gobierno, bajo instrucciones del ministro Jarrín, cuya situación se tornó insostenible y acabó renunciando al cargo de ministro, pero fue designado Jefe de Personal del Ministerio de Defensa, hasta que le llegara la sentencia de prisión.

En una confesión, refiriéndose a Calderón Muñoz, dijo que sus ataques contra el gobierno militar indignaron al Ejército y al Consejo de Generales, “motivo por el cual a cualquiera se le podría ocurrir abofetearle o darle en la boca”.

 Esta crónica publicada en el semanario AVANCE en junio de 1978 muestra la sencillez y seguridad con la que un candidato presidencial de entonces promovía su candidatura.

Abel Salazar había contado la verdad: Jarrín Cahueñas le entregó 73 mil sucres para financiar el operativo y luego de consumado el crimen 17 mil más y cinco mil dólares, que fueron compartidos con los autores materiales del asesinato. Una entrega se realizó en la Gobernación del Guayas.

Jarrín Cahueñas, procesado como autor intelectual, pidió que no sean jueces civiles sino la Corte Militar la que le siguiera el enjuiciamiento, lo que fue aceptado, con la defensa de Carlos Solórzano Constantine. Los abogados de la familia de Calderón Muñoz fueron Jorge Zavala Baquerizo, Gil Barragán Romero y Walter Guerrero Vivanco, quienes lograron, una vez que la dictadura dejó el poder, que el ex ministro fuera juzgado por la justicia civil y sentenciado a 12 años de prisión, como autor intelectual, al igual que García Almeida, quien disparó contra Abdón Calderón. El mayor Hermosa Eskola y Guillermo Plin Méndez fueron condenados a seis años, al igual que Abel Salazar. Almeida, conocido como Gordo Lucho, no cumplió la condena por haberse fugado. ¿O le hicieron desaparecer?

Abdón Calderón Muñoz, economista, había nacido en Milagro, provincia del Guayas, el 20 de enero de 1928. Se graduó de bachiller en el colegio Vicente Rocafuerte, de Guayaquil, y de economista en la Universidad de la misma ciudad, donde empezó su trayectoria política como miembro del Partido Liberal y en 1962 fue elegido concejal municipal.

En 1972 fundó el Frente Radical Alfarista, por discrepancias ideológicas con dirigentes del liberalismo. Durante las dictaduras militares de Guillermo Rodríguez Lara y del Consejo Supremo de Gobierno, hizo graves denuncias sobre malversaciones en la explotación petrolera de la amazonia.

Por su asidua presencia pública con denuncias, le llamaron Fiscal del Pueblo y en 1978 fue candidato a la presidencia de la República. Su muerte ocurrió en vísperas de que se conocieran los resultados de la primera vuelta electoral, cuando a segunda vuelta pasaron Jaime Roldós Aguilera y Sixto Durán Ballén. En abril de 1979 triunfó en forma arrolladora Roldós Aguilera, el primer mandatario de la vida constitucional que persiste en el país.

Los autores materiales del crimen contra Calderón Muñoz fueron miembros del grupo Los Atalas, organización supuestamente revolucionaria de estudiantes de la Universidad de Guayaquil implicada en hechos delictivos en los años 70 del siglo pasado. En 1973, cuando murió el presidente Allende, de Chile, pidieron que la Universidad de Guayaquil llevara el nombre del mandatario.

Los pasajeros de la moto que usaron Guillermo Méndez y Luis Almeida para atentar contra la vida de Calderón Muñoz, eran dirigentes de la organización. El Gobernador del Guayas entonces, contralmirante Renán Olmedo Gonzáles, fue conocido como auspiciador de las actividades ilícitas de Los Atalas, organización de la que las últimas noticias conocidas, a comienzos del retorno democrático, habría tenido entre sus miembros a Aberroes Bucaram, que llegó a presidir el Congreso Nacional en esos tiempos.

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