A través de la pintura y la escultura, una muestra sobre los milenarios valores culturales y espirituales de pueblos aborígenes que conservan y protegen su vitalidad telúrica, causó polémica entre fanáticos católicos y defensores de la libertad del arte y de la expresión

Los misterios de la vida amazónica encontraron un espacio pictórico en el Salón del Pueblo “Efraín Jara Idrovo” de la Casa de la Cultura de Cuenca: Eduardo Moscoso expuso paisajes de selva, ríos, cascadas, animales y rostros y cuerpos de hombres y mujeres de ese mundo de fuerza exultante y misteriosa.

Nativo de Panintza (1964), caserío al pie de la montaña de ese nombre, en Morona Santiago, temprano vino a educarse en Cuenca y estudió Bellas Artes en la Universidad, sin interés por graduarse. Luego viajó por Europa y valoró más las costumbres, tradiciones y fuerzas espirituales de su hábitat originario. Exhibió 52 cuadros y algunas esculturas: la majestuosa frondosidad de la selva, el torrente voluptuoso de ríos y cascadas, la fiereza de tigres, culebras y reptiles, con esplendores cromáticos, la polémica presencia de religiosidad impuesta al medio protegido por el espíritu de Arutam, transportaron al visitante a un ámbito energético que desconcierta o fascina.

“Yo vivo en espiritualidad, pero no soy religioso”, comenta en pocas palabras del tema sobre el que podría conversar largo para explicarse y ser comprendido. Originales esculturas de Cristo se integran a la muestra: uno tiene clavada una mano, mientras con la otra protesta; otro ha roto la cruz entre sus piernas y, un tercero está desnudo.

De la muestra, Eduardo dice representa épocas y momentos diversos de su trayectoria personal y artística, bajo el sustento de pensamientos ancestrales, a veces apocalípticos, relacionados con el mundo amazónico, templo de la naturaleza, distinto a los templos artificiales de los hombres.

“The Arutam Temple” (El Templo de Arutam) se llamó la exhibición. ¿El idioma inglés contradice la originalidad milenaria de la amazonia? El autor explica que pretende internacionalizar el conocimiento amazónico y de las comunidades Shuar, “como el clan de los Timianza, los Cajecay y los Chirip”, del lugar nativo que marcó su vida y su obra.

La exposición estuvo entre febrero de 2023 e inicios de marzo, con poca asistencia, pero a vísperas de clausurarse, organizaciones religiosas hicieron una campaña contra las supuestas “blasfemias”, lo que despertó inusitado interés de gente que formó colas para ir al Salón del Pueblo, haciendo de la exposición más visitada que las bienales de Cuenca, en medio de la polémica entre fanáticos religiosos, críticos de arte y defensores de la libertad de expresión y pensamiento.

El Cristo con la cruz rota entre sus piernas defiende la vida sobre la muerte simbolizada en las calaveras que tiene a sus pies.

 

 

 Autoretrato de Eduardo Moscoso, con una hacha primitiva, luce en el rostro y el cuerpo tatuajes simbólicos de su origen amazónico.

 

Fanáticos católicos, al pie de la catedral, protestan contra la exposición, mientras la gente se aglomera a la entrada al Salón del Pueblo, para admirar las polémicas obras de arte expuestas.

 

 

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