Así titula un minucioso estudio y análisis generacional de la producción lírica cuencana, obra magistral que acompaña muestras antológicas de más de un centenar de autores de la ciudad afamada por su vocación por el arte y a cultura
Abro el diccionario de uso del español de María Moliner, y se me ocurre que allí está la mejor definición de antología: “... Colección formada con trozos literarios seleccionados de un autor o de varios/ Expresión ponderativa usada con el significado de muy bueno, digno de ser destacado.
No existe en la historia de la literatura, otro género de labor intelectual que haya suscitado tantas enojosas querellas, provocado mayores objeciones, producido las más pertinaces respuestas ni causado tan inentendibles descontentos.
Rarísimo resulta el antologista que al prologar su trabajo, no asuma la defensa de su criterio selectivo y de su orientación metodológica en su empeño de probar la imparcialidad con la que procedieron en la selección de autores y textos. Demás está decir que toda antología cumple una función, responde a un interés, satisface una necesidad literaria catalogada como bibliografía autónoma.
Cabe señalar, además, que la antología es, de suyo, obra polémica que lleva en sí misma el germen de la controversia y nace, por así decirlo, con el pecado original de la falta de una definición, de un método que merezca la aceptación de todos. Sin embargo, no se puede ignorar la existencia de una teoría de la antología, que trata de fijar con sentido crítico las normas que deben orientar la selección de textos y autores.
No obstante, sigue siendo verdad lo dicho por Jorge Luis Borges: “Ningún libro es tan vulnerable como una antología”. En vano el criticado compilador se empeña en simular erudición e imparcialidad ocultando vanamente pecados de omisión y de adulo. ¡Qué injusta la omisión de B, la inclusión de C! razón por la cual una antología se ve siempre expuesta a críticas procedentes de todos los sectores del ámbito literario o público profano y receptivo que suele aceptar sin grandes diferencias lo que se le ofrece con tal de que prometa un cierto interés a la hora de elegir un texto, sin que ello signifique menosprecio a la tarea del antologista.
Sin embargo, aunque técnicamente no exista una antología que pueda ser calificada de perfecta, ella en la práctica, no exime al antologista o recopilador en la obligación de evitar, con extremo cuidado, los desaciertos a la hora de las omisiones, errores, y ocultamiento de textos bibliográficos, imputables a su persona.
Toda antología es -según advierte Alfonso Reyes- “resultado de un concepto sobre una historia literaria”, pero también es, y particularmente resultado de un concepto de lo que es una antología. Difícil pregunta y más difícil son sus respuestas.
Pero, cualquiera sea el concepto de antología que el autor tome como fundamento para la preparación de su obra siempre tropezará con el escollo de las discrepancias. ¿Qué antologista ha recibido nunca de aquellos a quienes va destinado el fruto de su labor, los votos de la aceptación unánime respecto a los puntos de vista que orientaron su trabajo?
Desde mi posición de lector, con actitud vigilante de fervoroso aprendiz, reconozco en CUENCA DOS SIGLOS DE POESÍA Una Mirada Crítica, del filólogo, académico y escritor Marco Tello Espinoza, lo mejor escrito en Ecuador para diferenciar entre una mera antología y el estudio literario, mediante el análisis de la producción poética cuencana, obra que desmenuza el porqué y el cómo, en el tiempo y el espacio, de la creación poética, con rigurosos métodos generacionales y enriquecida con muestras antológicas de creaciones literarias.
Es admirable que tan profundo y voluminoso trabajo no sea obra de un equipo de investigadores, sino de un solo estudioso con vocación e independencia de pensamiento, para dejar para la historia de la literatura cuencana un singular homenaje a la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad en el bicentenario de su independencia.