Las palabras resultan inexpresivas y vacías frente a verdades crudas inaceptables: ¡Eliécer Cárdenas ha muerto!. Duele su ausencia, como si la parca hubiese clavado a traición una estaca en el corazón de quienes gozamos de su amistad, de sus obras literarias, de sus columnas periodísticas.
Con él fundamos, hace más de 43 años, el semanario AVANCE, que en 1981 se transformó en la revista que no ha dejado de circular, venciendo crisis y pandemias. Sus opiniones estimularon el ejercicio de este medio que hizo del periodismo una tribuna de orientación social, cultural, cívica, al margen de segregaciones o apasionamientos.
Sus reportajes y artículos en más de cuatro décadas de permanencia de AVANCE, llenarían una recopilación tan voluminosa y valiosa como varias de sus obras literarias juntas. Son testimonios de su acción y de su pensamiento que irradian luces para entender la historia en el lapso de su vida.
En las páginas de AVANCE Eliécer deja un vacío que nadie podrá llenarlo. Duele pronunciar su nombre, porque al hacerlo inevitablemente se convierte en ausencia y semilla de olvido, que prometemos no dejarla florecer en el recuerdo fecundo de su vida y de su pensamiento sabio, humano, democrático.
Cuando la revista preparaba un acto íntimo y cordial por los cuarenta años de su aparición, su partida súbita ha convertido en luto la conmemoración. Así es la vida, así es la muerte… Le despedimos, con pocas palabras y muchas lágrimas, quienes gozamos de la proximidad entrañable del leal compañero y amigo.