La deficiente vialidad del austro le impide una conexión adecuada con el resto del país. Acaso Azuay, entre las provincias de la región, sufre las peores calamidades, por las carreteras mal mantenidas a tiempo completo. Es molesto tratar repetidamente este tema, pero es inevitable, pues los gobiernos se desentienden de afrontarlo. Y más lamentable que autoridades cuencanas y azuayas vayan por el mismo camino, sin reclamar con energía e insistencia para que se supere, como en el resto del país, las deficiencias viales.
Este medio de comunicación conmemora cuarenta años desde que salió a luz el primer número y la revisión de sus ediciones muestra que la desatención vial ha sido motivo de denuncia permanente. Las conexiones del Azuay con el norte, con la costa, con la amazonia, difieren mucho, en calidad y mantenimiento, con sistemas viales de provincias vecinas y distantes. Al discrimen se suma la sumisa aceptación de quienes representan a la provincia y a sus habitantes.
Hoy dirige el Ministerio de Transporte y Obras Públicas un cuencano que ha sufrido las penurias de la vialidad azuaya. Lo menos que puede esperarse es que su presencia en el gobierno le permita poner los ojos sobre las carreteras de esta parte del territorio ecuatoriano. Es un técnico con experiencia en altas funciones en Cuenca y el Azuay, capaz de cumplir con el país, pero particularmente con su provincia, no por privilegio, sino por justicia. Ojalá hubiera llegado la hora de construir la nueva vialidad que necesita esta parte del país, la hora también de olvidarnos de un tema que por el momento es inevitable insistirlo, aunque sea molestoso hacerlo.