Tras el invierno, el estrago de las crecidas arrastrando viviendas y cultivos, o cerrando las carreteras con derrumbes, va al olvido: como el carnaval, el pase del Niño, el corpus o las fiestas cívicas, una rutina más
Los ríos y la vegetación a las riberas de los ríos son la característica más notable de belleza de Cuenca, ciudad de los cuatros ríos.
El deterioro ambiental hace más frecuente y peligroso el fenómeno de las lluvias y su impacto en pérdidas agrícolas, ganaderas, de movilidad y en la vida junto a los ríos. Nunca faltan las pérdidas humanas.
A la izquierda vista normal del tramo vial de El Descanso a Gualaceo. A la derecha el mismo sitio durante una crecida en el mes de mayo. El rótulo a la izquierda parece una ironía del invierno.
Cuenca adensa su población en zonas del entorno cada vez más integradas al urbanismo cerca a sus ríos, poéticamente elogiados, pero también amenazas fatales. Los riesgos pueden impedirse con medidas técnicas apropiadas y de máxima seguridad.
En estas fotografías se observa detalles de los cauces antes y durante las crecidas en los mismos sitios. Nótese como referente la enorme piedra, a la izquierda y las aguas que la cubren a la derecha.
Las crecidas son cada vez más frecuentes, dejan escombros y deterioran el encanto de los paisajes propios de los ríos cuencanos |
Zonas suroccidentales de Cuenca –Barabón, San Joaquín, Sayausí- acaban de sufrir otra vez estragos por la crecida de los ríos Tarqui y Yanuncay. Un proyecto para controlar las inundaciones con una presa para generar electricidad, dotar de riego y agua potable en las próximas décadas, demora por objeciones que deben resolverse en forma técnica y de comprensión de los vecinos. En las fotos de esta página los ríos cuencanos embravecidos en días recientes.
La termoeléctrica inundada de El Descanso sufrió pérdidas mayores en mayo pasado, como se aprecia en las fotos