El Presidente Jaime Roldós y su esposa, Marta Bucaram, fallecieron en el accidente aviatorio de hace 40 años.

Los ecuatorianos que vivieron cerca el accidente aéreo fatal en el que murió el Presidente Jaime Roldós, le recuerdan con afecto. Para quienes vinieron luego, él es leyenda inicial del retorno a la democracia que de todas formas subsiste…

El 24 de mayo de 1981 el mandatario, luego de una imponente ceremonia cívica recordatoria de la gesta heroica de la Batalla del Pichincha, el 24 de mayo de 1822, junto con su esposa Marta Bucaram y la comitiva presidencial, perecieron en un accidente de aviación en la zona fronteriza de Zapotillo, provincia de Loja.

La noticia paralizó de espanto al país, con la ciudadanía incrédula y conmovida ante la fatal noticia. A la pareja presidencial acompañaban el Ministro de Defensa Marco Aurelio Subía; los militares Héctor Torres y Armando Navarrete; el coronel Marco Andrade; el teniente de aviación Galo Romo y Soledad Rosero, quienes encontraron también la muerte.

El Vicepresidente Osvaldo Hurtado Larrea asumió de inmediato la Presidencia de la República y su mensaje, al hacerlo, terminó expresando: “Ecuatorianos y ecuatorianas: que Dios reciba las almas de nuestro querido Presidente y su esposa, del Ministro de Defensa y su esposa, y de tan distinguidos oficiales de las Fuerzas Armadas, y que todos conservemos la memoria del querido amigo, compañero, el Presidente Jaime Roldós Aguilera.

 Los últimos dictadores: general Guillermo Durán, Contralmirante Alfredo Poveda y Brigadier Luis Leoro.  

Dos días después, al sepultar en Guayaquil al presidente fallecido y su esposa Martha, Hurtado dijo una oración fúnebre que, a la distancia del tiempo, evoca lo que sintió el pueblo por la trágica desaparición del mandatario y también datos históricos sobre los tiempos iniciales de la democracia que aún perdura. A continuación algunos párrafos:

“Un profundo dolor ahoga nuestras gargantas –dijo el mandatario recién posesionado-. Ha muerto el Presidente. Lloran los campesinos, lloran los obreros, lloran los maestros, lloran los indígenas, lloran los montubios, lloran los profesionales, lloran las mujeres, lloramos los hombres. Y al hacerlo, recordamos al compañero de trabajo en la obra de gobierno, al leal y entrañable amigo, al camarada de lucha política y de ideales, al conductor del cambio social y económico y al líder popular indiscutible.

 

En mayo de 1978 se iniciaba el retorno a la democracia. El candidato Roldós fue uno de los políticos participantes en el programa “La Toma del Poder” promovido por la Unión de Periodistas del Azuay. Aparecen a su derecha el dirigente de CFP en Azuay, Lautaro Rubio y, a su izquierda, Rolando Tello, presidente de la UPA y Alberto Crespo Encalada, secretario del gremio. Excepto el directivo periodístico, los demás son fallecidos.

“Señor Presidente: no es verdad que usted en la campaña electoral haya ofrecido, dadivosa y paternalmente, solucionar todos los problemas del pueblo ecuatoriano. La demagogia nunca inspiró los discursos de la campaña del binomio Roldós-Hurtado. La ocasión es propia para recordar que, al asumir el poder, criticó a quienes ofrecen lo imposible y proponen milagros, fomentando espejismos que provocan frustraciones y traicionan las más hondas esperanzas del pueblo. Por ello y con mucho realismo, propuso un programa de gobierno que resumió el triple propósito de consolidar el sistema democrático, acelerar el desarrollo económico y buscar la justicia social…

 
 La pareja presidencial con sus tiernos hijos Marta, Santiago y Diana, hoy ciudadanos en plena madurez.

“Muchas veces advertí su angustia por los problemas sociales y económicos que encontraba en su peregrinaje cívico por los confines de la patria o que diariamente llegaban a su despacho. Pero a pesar de que no tuvo mayoría parlamentaria que le permitiera llevar delante su programa legislativo de reformas, y de que heredó una economía en crisis, es fecunda la obra de Gobierno que usted deja al pueblo ecuatoriano. No es el momento oportuno para enumerarla, pero sí para recordar lo más importante: el Plan Nacional de Alfabetización, el vasto programa de vivienda, el desarrollo rural integral, las grandes centrales hidroeléctricas, los camino vecinales, la reivindicación de la cultura nativa quichua y las reformas fiscal, educativa y agraria”.

El nuevo Presidente habló también de Marta Bucaram, la esposa de Jaime: “En esta tarea siempre le acompañó Marta. Con ella formó un hogar cristiano que diariamente vi expresarse en su sentido más hondo. Fue su esposa, pero también su compañera. Desde cuando compartieron la misma aula en la Facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Guayaquil, ella le alentó en sus luchas estudiantiles, compartió sus privaciones y luego siempre estuvo a su lado en la campaña electoral, en el ejercicio del Gobierno y ahora en su muerte. Recorrió todo el país para dialogar con el pueblo y defender su programa y sus obras. Cuántas familias recibieron auxilios sociales promovidos desde el Instituto Nacional del Niño. La imagen de Marta Bucaram de Roldós permanecerá en la memoria de todos nosotros, como el mejor ejemplo de las más altas virtudes cívicas…”

 
 Noviembre 3 de 1979: los flamantes mandatarios colocan una ofrenda floral al pie del monumento a Abdón Calderón, en la fecha conmemorativa de la independencia de Cuenca.

“Pero usted tuvo también un compañero: el pueblo ecuatoriano. Entre sus adversarios y críticos nunca estuvieron las clases populares. En estos tres días de luto, ayer en Quito y hoy en su ciudad, Guayaquil, a cuántos hombres y mujeres humildes he visto esconder sus rostros cubiertos de llanto. Alguna vez dije que en nuestro país el pueblo estaba por encima de quienes pretenendíamos dirigirlo. Con singular sentido común los ecuatorianos pobres descubrieron la orientación popular de su obra de gobierno para lograrla. Si algo le preocupó en las últimas semanas de su existencia, fue no poder resolver en el corto plazo los vastos problemas económicos y sociales que afligen al pueblo ecuatoriano…”

“En una sociedad pluralista, la oposición es esencial pues la controversia enriquece la vida política de los pueblos. Pero cuando los conflictos que genera superan los mecanismos previstos en la Constitución y en las Leyes, bien puede pasar lo que usted admonitoriamente dijo cuando asumió la Presidencia de la República el 10 de Agosto de 1979: No caigamos jamás en la pugna de poderes, que comienza obstaculizando al Gobierno y termina liquidando la Democracia…”

“Compartí con usted los aciagos días de la confrontación bélica con un vecino nuestro. Nunca la historia ecuatoriana nos golpeó con tanta dureza como en los primeros meses de 1981. Al parecer, la providencia quiso probar la entereza de los ecuatorianos. Para bien del país el pueblo salió airoso de la prueba, al dar uno de lo más grandes testimonios de civismo de que se tenga memoria. Usted fue su conductor, y en el ejercicio de tan grave responsabilidad estuvo a la altura de la Historia. Con inteligencia, serenidad y abnegación enfrentó el desafío y preservó la paz”.

 
 Osvaldo Hurtado Larrea, Vicepresidente asumió la presindencia a la muerte de Jaime Roldós, hasta 1984.

Al finalizar su intervención, Hurtado Larrea destacó la figura bolivariana y latinoamericana del mandatario fallecido, así como los atributos cívicos y humanos de quienes le acompañaron en el destino fatal del accidente aéreo, para termina con estas palabras: “Señor Presidente y querido amigo: invoco la ayuda de Dios y del Pueblo ecuatoriano para continuar la transformación social y económica iniciada por usted”.

Cuatro décadas después del fatídico accidente que llevó a la muerte el primer mandatario ecuatoriano elegido democráticamente luego de casi diez años de dictaduras, muchos pensamientos expresados son todavía aspiraciones, sueños y esperanzas no realzadas para el pueblo ecuatoriano.

 

 

 

 

 

Cortejo fúnebre con los cuerpos de Roldós y su esposa, cuando el público los despedía de Quito para su sepultura en Guayaquil

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