La “Quinta Guadalupe”, del indiano Iñigo Noriega Laso, que emigró a México, alberga el “Archivo del Indiano”. Fue construida en 1906 en la Villa de Colombres, capital del Concejo de Ribadedeva, limítrofe con Cantabria.
por: Carlos Jaramillo Medina *
Indiano fue llamado el emigrante español que en el siglo XIX retornaba de América con fortuna. La mayor parte de los contingentes jóvenes provenían de regiones con fácil salida al mar: Asturias, Galicia, Cantabria, el País Vasco y Canarias, y en menor medida de Cataluña, el Levante y Andalucía. Hoy, al revés de aquellos, los americanos que regresan de Europa fabrican sus casas inspirados en la arquitectura de países donde emigraron
El flujo migratorio se debió a las guerras coloniales africanas, las transformaciones económicas y el cambio en la estructura de la propiedad agraria, la pobreza, la revolución de los transportes, el abaratamiento de los viajes ultramarinos y la incapacidad de los centros urbanos de actuar como focos de atracción debido al retraso de la industrialización. España vio partir 400.000 personas entre 1860 y 1881, la mayoría asturianos, a República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, EE.UU, México, Venezuela, Chile, Argentina, Brasil y Uruguay.
Tras la rústica vivienda campesina, la nueva casa levantada por un azuayo que retornó de la migración en Europa, en Portete. A la derecha la casa de un migrante en Sústag.
El perfil del indiano se caracterizó por ser varón, entre 20 y 40 años, de origen humilde, soltero y alfabetizado. Tenían un familiar o un conocido que habían emigrado a América y que podían serles ayuda en su aventura americana. Muchos no tuvieron suerte y no encontraron mejor destino en América que la pobreza de la que huían. La literatura, el arte y la música hicieron referencia a la historia de la emigración y al retorno de los indianos. En la zarzuela, – género musical semejante a la opereta -, interpretada por muchos famosos cantantes, entre ellos Manuel Ausensi, Plácido Domingo y el mexicano Rolando Villazón, se oye reflejada la nostalgia del indiano que ha regresado a su pueblo:
“¡Mi aldea!…
¡Cuánto el alma se recrea
al volverte a contemplar!…
¡Mis lares,
después de cruzar los mares,
otra vez vuelvo a mirar!…
No importa
mi lucha por lograr el oro,
si al cabo
hoy vuelvo rico y poderoso.
No importa
lo que tuve que penar,
lo que importa es que ya vuelvo
para no marchar jamás”.
Algunos regresaron con riqueza por el trabajo realizado en la industria, agricultura y ganadería para morir en la tierra que los vio nacer. Regresaron triunfantes, con una ingenua ostentación ante la reticencia de la burguesía local. La limpieza del origen de algunas fortunas siempre estuvo en cuestión, especialmente de los que se enriquecieron con la trata de esclavos.
Construyeron barrios enteros y la arquitectura de los indianos se convirtió en escaparate de lo cosmopolita, de lo exótico o simplemente de lo raro a ojos de quienes jamás pudieron salir de sus comarcas o ciudades provincianas. Las construcciones de los indianos mostraron una mezcla vigorosa de rasgos españoles y de otros venidos de América Latina. Cada comarca, según la procedencia de los indianos, se nutrió de un género arquitectónico propio, que presenta teatralidad y significados. El indiano trata de crear en su entorno, una y otra vez, un trozo de la tierra y el paisaje que dejó atrás.
Se dice que la arquitectura de los indianos tiene hasta 9 estilos, desde el mudéjar, árabe, neoclásico, ecléctico de toda clase y también el modernista propio… Casas construidas a gusto y capricho del propietario, sin cánones y unidad arquitectónica, con varios colores que desentonan con las sencillas y auténticas viviendas de piedra del norte español. Obras elitistas y burguesas, forzadas muchas veces, incomprendidas construcciones ensimismadas en aldeas aisladas y en campos desolados.
El indiano pedía al arquitecto que su casa tenga una torre desde donde se pueda contemplar el mar – la vía de comunicación entre su terruño y América y viceversa -, galerías de cristal, escudos, profusas ornamentaciones y extensos jardines incorporando palmeras y plantas exóticas como símbolo de su lance extraño en las tierras tropicales. En la capital de Asturias, Oviedo, pasaron de ser pueblerinos de mal gusto a reconocidos por la sociedad como señores prósperos y embajadores de la modernidad por sus triunfos logrados en América. En esta ciudad crearon industrias de textiles y licores, bancos y adquirieron tierras rurales para construir casonas para segunda residencia.
Con los capitales de origen americano, conseguidos especialmente en Cuba, México y Argentina, construyeron además capillas, cines, palacios, castillos, bancos, hoteles, teatros, obras públicas, escuelas y universidades para educar a sus hijos y a los chicos pobres. También compraron antiguos palacios y los adornaron a su gusto. Un tipo especial de construcción fue el panteón para honrar a sus padres que habían sido enterrados en cementerios pobres.
Se convirtieron en rentistas de la emigración, impulsados especialmente por las ganancias del tabaco, el azúcar y las maderas coloniales. Nuevos ricos, fundadores de bancos, industrias alimentarias y textiles, benefactores y actores importantes de su tierra natal. Algunos de los bancos y grandes corporaciones y gigantes alimentarios de la España de hoy comenzaron su andadura en América, y basta mencionar el apellido Bacardi, o buscar la historia del ron Habana Club, para ser conscientes de la pervivencia de las empresas indianas.
Los ayuntamientos erigieron monumentos en su honor y en la casa de un indiano importante se trabaja en el “Archivo del Indiano” que dispondrá de jardines con especies naturales americanas, biblioteca, exposiciones y una sala de información física y digital de la aventura indiana en los órdenes social, económico, cultural y arquitectónico. Los indianos llevaron de América además el gusto por el color, las recetas e ingredientes de los platos americanos, la música y el espíritu aventurero. Eso solo ocurre cuando se mira desde lejos, más allá del mar.
*Arquitecto, docente universitario, ejerció funciones municipales relacionadas con el urbanismo y la planificación. El tema lo ha abordado con referencias y precisiones de su hermana Olga y el esposo Juan Sanmartín Grau.