Indiferente a la soledad y tristeza que impone la pandemia, el despejado resplandor de un soleado atardecer de agosto realza la arquitectura de las edificaciones patrimoniales del centro de Cuenca.

La otra cara: desorden, insalubridad, ocupación comercial de aceras, muestran la imagen antiestética de un mercadillo en las calles Vega Muñoz y Mariano Cueva, espacios tomados arbitrariamente, ante una indolente tolerancia municipal.

 

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