AVANCE invitó a personas representativas de la cultura, del sector público y de la academia, para conocer sus criterios sobre la realidad, el significado y las proyecciones de la Independencia de Cuenca, en el marco del Bicentenario de la gesta del 3 de noviembre de 1820. La Prefecta del Azuay, Socióloga Cecilia Méndez, delegó a David Sánchez, funcionario del área cultural del Gobierno Provincial, para que preparara el texto que lo incluímos.
Allí donde la Patria es querencia y apego…
Juan Valdano Morejón Escritor, catedrático, premio nacional Eugenio Espejo |
Cada vez que evocamos la patria acuden a nosotros vivencias que nos sumergen en hondas emociones, sentimientos enlazados a una tierra, a una historia compartida, al recuerdo de una estirpe fundadora, a la legendaria saga de unos héroes que lucharon por la libertad de un pueblo. Todo ello nos dice que somos parte de algo grande, que pertenecemos a una patria. La patria implica la idea de la nación en su conjunto.
La patria chica es, en cambio, apego y querencia, un sentimiento que conmueve. Es aquella tierra que nos vio nacer, el suelo que nos nutre y nutrió a los antepasados, está allí donde yacen nuestros muertos; es el paisaje comarcano con su cielo, sus colores y perfumes; es la humilde aldea o la ciudad hidalga por cuyas plazas correteó nuestra infancia y cuyo carácter marcó para siempre nuestra forma de ser, hablar y alimentarnos.
La región azuaya es nuestra patria chica. Recordarla, como lo hago yo, desde la nostalgia del hijo pródigo que por azares de la vida debió alejarse de ella, es recuperarla desde la emoción, una forma de regresar, el nostos de la Ítaca distante. Y porque a la patria se la lleva en lo sensible del corazón, paradójicamente se la siente más cerca cuando estamos lejos de ella. El emigrante, aquel que se esfuerza en tierra ajena, nunca dejará de añorar la casa del padre que dejó atrás, el sabor que tenía el agua de su pueblo, la humeante sopa que la esposa le servía junto al fuego del hogar, el jolgorio de las fiestas de su barrio, en fin, y como decía Jean Giono, todas las vraies richesses de la vida comarcana.
Una ciudad es un lenguaje, un sistema de signos en el que subyace un código simbólico y cuyo significado se presta al juego de las interpretaciones. Cuenca y la región azuaya son parte de la nación ecuatoriana. El Ecuador no podría concebirse sin Cuenca y lo que ella significa en sus valores espirituales, morales y culturales. Cada pueblo inventa el mundo de la vida, crea y recrea su parcela de existencia, elabora su estilo, teje su tiempo, su historia, su utopía, urde sus sueños. De ahí que lo valioso de Cuenca es que no ha extraviado su esencia, que es lo mismo decir, su alma. Por ello, destino histórico de la región azuaya ha sido buscar, por sus propios medios y con el solo recurso de su esfuerzo, el camino del progreso y su grandeza, el refinamiento del espíritu mediante el cultivo del pensamiento y la sensibilidad en el aprecio de las letras, las artes, el derecho, la ciencia y la tecnología.
Disquisiciones, imaginarios y certezas
Catalina Sojos Poeta y actora cultural |
“Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento” afirma el francés Montesquieu en su tratado “Del Espíritu de las Leyes” por1820, hace doscientos años; la vigencia de estas palabras nos obliga a la reflexión en torno al desinterés generalizado del ciudadano común en aquello que percibimos como Patria y sus gestas heroicas y ficcionales.
Más allá de situarnos en las fechas oficiales de una celebración, debemos referirnos al compendio de hechos históricos que nos han sido narrados y que forman parte de nuestra identidad colectiva y, como consecuencia, de la actitud cívica que cada uno de los ciudadanos genera ante la historia. Puntualizamos en la celebración, disminuida por cierto, del Bicentenario y sus alcances en el pueblo, olvidado de sí mismo, el cual sufre uno de los momentos más amargos con la pandemia del COVID 19 y sus consecuencias.
La pregunta surge espontánea ¿cómo se logra empoderar al habitante de Cuenca con una celebración que no le representa y de la cual no conoce casi nada en términos generales? Y ello nos remite a la patológica ausencia de procesos educacionales que vayan más allá de los eventos populistas y fáusticos, de la bonificación eventual y que inserten a la población en una conciencia de la heredad patria.
Una de las realidades de estos procesos nos obliga a reconocer aquello que el francés define como “felicidad” desde el desinterés. Y más aún, podemos afirmar que, en estos tiempos del desprecio, en el que la corrupción en todos sus niveles se ha apoderado de los generadores de poder, las consecuencias son devastadoras. La invisibilización de la provincia como un ente autónomo y libérrimo sobre sus posesiones geopolíticas; el desprecio con el que el centralismo actúa, la caricaturesca actuación de los políticos de turno, su ambición desmedida y su esbirrismo permanente, se sitúan abismalmente de aquellos héroes y heroínas patriotas que se confabularon para obtener la independencia de España, en alguna noche bendita de noviembre de 1820.
Multicultural, diversa, la región azuaya es legataria de un pasado que lleva sus orígenes cañaris, incas y españoles con todas sus especialísimas singularidades. De allí la importancia de hacer calas en su esencia. En un presente que nos advierte a diario sobre la individualización más aberrante y en el que paradójicamente la masificación se define como la única forma de sobrevivir, convertidos en un aditamento más de la tecnología y sus redes sociales, tenemos la obligación urgente de volver a la historia porque necesitamos comprender para tomar decisiones y actuar. Es la gran hermenéutica que nos precisa y defiende.
Seguir en busca de independencia
Enrique Serrano Cordero Economista, hombre público, comunicador social |
Superar una dependencia es siempre un acto liberador de energías y potencialidades, que hace posible enfrentar los nuevos desafíos que se presenten. Azuay y Cañar lograron en noviembre de 1820 la independencia del centralismo español, le pusieron un “pare la mano” y pudieron enfrentar los desafíos de la Gran Colombia y luego el proceso de edificación de la república.
Con poderes de representación iguales, Cuenca y Loja en unión de Guayaquil y Quito suscribieron la constitución de la república del Ecuador. Hoy, 200 años después, quienes habitamos estas provincias nos encontramos en una situación de dependencia y confusión ante un centralismo que nos impide avanzar y nos limita, un centralismo que ya venía de atrás y que fue perfeccionado en la Constitución de Montecristi del 2008.
Es tarea impostergable superar esta nueva dependencia, y para ello debemos tomar clara conciencia de la realidad de la misma y de cómo nos afecta y nos puede afectar. Ahora mismo el gobierno central tiene entregadas 46.000 hectáreas de los páramos, fuentes de agua y zonas de recarga hídrica de Cuenca en calidad de concesiones para la minería metálica, poniendo en gravísimo riesgo la calidad y la cantidad del agua con la que la naturaleza nos ha dotado y que consta recogida en nuestro himno ciudadano: “Reina hermosa de fuentes y flores…” .
El gobierno central busca imponer su interés, teñido de corrupción, sobre nuestro legítimo derecho a proteger nuestra agua, por ello en la consulta popular le daremos un SÍ ROTUNDO a LA PROHIBICIÓN DE LA ACTIVIDAD MINERA METÁLICA EN LAS ZONAS DE RECARGA DE NUESTROS RÍOS.
Y en vialidad la coyunda de la dependencia centralista queda evidente cuando se mira el monto de la inversión realizada por el gobierno central en el período 2007-2018, tan solo el 2,7% de la misma en Azuay y en consecuencia no se produjo el mejoramiento significativo que necesitamos de las características de las carreteras, seguimos con enormes dificultades para comunicarnos y conectarnos con las provincias de El Oro, Morona Santiago y Guayas.
Es momento de dejar de lado los cantos de sirena y los halagos mentirosos, y enfrentar la realidad como lo hicieron nuestros próceres y precursores de la independencia.
Pensar en nuevos planteamientos
Cecilia Méndez Mora Prefecta Provincial del Azuay |
La importancia del tema de la independencia radica en dos aspectos: primero, forma parte de un proceso mayor que dio origen a los nuevos Estados republicanos, que se inició cuando colapsó la monarquía católica a partir de 1808 y continuó a lo largo del siglo XIX; y segundo, porque jugó un papel en el mito fundacional de las nuevas repúblicas y ha marcado un impacto en la vida política, social y cultural de los espacios hispanoamericanos hasta la actualidad.
La conmemoración de los bicentenarios de independencias a partir de los años noventa ha invitado a pensar en nuevos planteamientos y enfoques que conducen a comprender la verdadera naturaleza del proceso de independencia, así como el significado real de la ruptura colonial y el papel de las independencias en la construcción de los imaginarios nacionales. En este sentido, en el caso dela independencia de Cuenca, recientes estudios de varios historiadores cuencanos han destacado nuevos elementos importantes durante el proceso de independencia, por ejemplo, el cambio de rumbo político a partir de las Cortes de Cádiz (1810-1812) el cual propuso nuevas ideas de soberanía popular y marcaron el inicio de una moderna forma de participación y representación política que no sólo benefició a los grupos de poder, sino que transcendió a los espacios urbanos, rurales y posibilitó la participación de los grupos indígenas y mestizos. Los estudios actuales también ponen énfasis en la posición de Cuenca y su región frente a la Revolución de Quito, la participación de la región austral en las guerras de la independencia, entre otros aspectos.
Entonces, es necesario pensar que el bicentenario de la independencia de Cuenca debería convertirse en un espacio clave que permita demandar nuevos conocimientos, aplicar nuevos enfoques historiográficos y reinterpretar las fuentes documentales, a fin de rescatar el papel de los sectores subalternos como mujeres, indígenas, castas para comprender la participación de estos actores sociales y políticos en la sociedad local y su incidencia posterior en la naciente República ecuatoriana.
Un compromiso que hoy demanda la historia es buscar un nuevo balance entre las dimensiones cultural, social y política, que permita profundizar sobre la verdadera dimensión del proceso de independencia y colocar mayor énfasis en los sujetos históricos y otros actores sociales, de tal manera que podamos desmitificar los procesos históricos y buscar una nueva historia crítica e interpretativa de Cuenca en la época de independencia.