Pasteur y los microscópicos seres malignos
Grandes conquistas para la salud humana y proyectos para mejorar la producción agrícola, industrial y de otros campos, son fruto de la curiosidad, estudio, experimentación y desvelo de geniales personajes para desentrañar los secretos a la naturaleza
El francés Luis Pasteur (1822-1895) anunció en 1870 que las enfermedades infecciosas las producían organismos vivos invisibles, asustando a los especialistas de la “generación espontánea”, quienes creían imposible que un ser infinitamente pequeño pudiera matar a alguien millones de veces más fuerte y grande. Jules Guerin, afamado cirujano de la época, le desafió a duelo en una reunión de la Academia de Ciencias. El desafío, por ventaja, no prosperó.
Fue a raíz de un debate sobre la enfermedad animal del ántrax, a propósito del médico británico Edward Jenner que en 1796 descubrió la vacuna contra la viruela, tras comprobar que las campesinas que ordeñaban no contraían la viruela: de las ubres provenía un anticuerpo que al inocularse en un humano, lo inmunizaba. La palabra vacuna quedó ligada, para siempre, a toda inyección inmunológica.
La teoría de Pasteur sobre el origen microbiológico de muchas enfermedades tuvo seguidores que la aplicaron en el campo quirúrgico, empezando por esterilizar los recintos de las operaciones, los instrumentales y aún las manos de los cirujanos para evitar contaminaciones. Los avances científicos a veces surgen de observaciones simples de mentes geniales. Tal el caso del cirujano húngaro Ignaz Semmelweis, del Hospital General de Viena, que tenía dos clínicas para parturientas, en una de las cuales el índice de mortalidad de las madres era del 18,3% y, en la otra del 3,6 %. ¿Cómo explicar la diferencia? Ignaz resolvería antes de que Pasteur lo sustentara en bases científicas.
Los médicos de la primera clínica atendían a las parturientas después de hacer autopsias, sin lavarse cuidadosamente las manos, por lo que las contagiaban de fiebre pauperal. En la otra clínica, madres pobres parían en manos de comadronas y la mortalidad era cinco veces menor. Contra Ignaz, tildado de loco, reaccionaron los galenos a los que pidió que luego de las necropsias lavaran sus manos con hipoclorito cálcico, antes de atender los partos. Algunos aceptaron su recomendación y la tasa de mortalidad bajó de18,3% en abril de 1847, a 2,2% en junio y a 1,2% en julio, gracias al aseo para eliminar de las manos el olor de los cadáveres.
El doctor Semmelweis no se libró de las virulencias de sus compañeros, a quienes acusó de asesinos infames. Luego se olvidaron de él pero acabó mal, para morir con septicemia en 1865, tras una golpiza, cinco años antes de que la teoría del sabio Pasteur le diera la razón.
Pasteur puso al microscopio a los invisibles seres causantes de enfermedades que mataron a millones de humanos, haciéndolos inofensivos. Sus conocimientos son aplicados en diversos ámbitos. “Los avances alcanzados por este científico mejoraron la salud humana, dieron otra dimensión a las políticas de higiene pública, pero también produjeron cambios profundos en la producción agropecuaria y en la industria, en especial la alimentaria”, apunta la introducción a la entrevista al sabio, por el periodista D’Alberty en 1882, reproducida en la colección Grandes Entrevistas de la Historia, Nro. 1, de Editorial Kontenut (2015).
El proceso para impedir la degradación microbiana de la leche, la cerveza y el vino, deriva de su nombre: pasteurización. El invento evitó las intoxicaciones por descomposición de los productos, conservándolos para transportarlos a grandes distancias, con incalculables ganancias para los ganaderos y los industriales.
Una plaga exterminaba en 1865 a los gusanos de seda, con cuantiosas pérdidas para los industriales que le pidieron buscar un remedio que los salvara. Y Pasteur lo encontró tras varios años de investigaciones microscópicas cuyos resultados servirían también a la salud humana con la teoría de las enfermedades por gérmenes.
Pasteur realizó cultivos microbianos para obtener la vacuna contra el ántrax, que diezmaba los criaderos de ovejas, haciendo que los microbios atenuados no solo fueran inofensivos, sino actuaran como vacunas para salvar la vida en los rediles, establos y corrales. El mismo procedimiento aplicaría en investigaciones para obtener vacunas contra la peste, la fiebre amarilla, la rabia y otras enfermedades transmisibles.
La epidemia de rabia, contagiada por los perros, causaba terribles dolencias mortíferas en la población humana. Pasteur, en su laboratorio con tubos de ensayo y en áreas experimentales con jaulas de aves, monos, canes, ratas, conejos y otros animales, realizaba estudios y experimentaciones sobre la reacción que produce la inoculación de gérmenes de diverso tipo. Encontrar una vacuna contra la rabia era uno de los retos mayores de su investigación científica.
El niño Joseph Meister, mordido repetidamente por un can rabioso camino a la escuela, debía morir en forma espantosa, con convulsiones, parálisis y coma, como irremediablemente ocurría en esos casos. Pero su madre, desesperada, convenció al doctor Pasteur para que experimentara por primera vez su vacuna en un humano y eso ocurrió el 6 de julio de 1885. El niño salvó la vida y la rabia dejó de ser, desde entonces y para siempre, la terrible peste exterminadora de millones de vidas humanas.
La curva de la corrupción en alza incontenible
La curva de contagios y muertos por la pandemia se aplana en el Ecuador, según versiones oficiales, pero la curva de la corrupción sigue en ascenso: cada día un nuevo escándalo irrita a los ecuatorianos. El país amaneció el 3 de junio con la noticia del allanamiento del domicilio de Abdalá Bucaram Ortiz, que fue detenido, quien gobernó seis meses el país (agosto de 1996-febrero de 1997), fue derrocado por incapacidad mental para gobernar y fugó 20 años a Panamá, hasta que prescribiera la condena por peculado.
Está implicado en sospechas de corrupción en la venta de insumos médicos para la pandemia del Coronavirus, junto con varios familiares, para el hospital Teodoro Maldonado Carbo, del IESS, en Guayaquil. De meses atrás era conocida la vinculación de los Bucaram en una asociación para suministrar productos medicinales al sistema hospitalario, con sobreprecios. Al fin, la Fiscal General, Diana Salazar, que creó la Fuerza de Tarea Multidisciplinaria para combatir la corrupción, logró lo que parecía imposible por posibles compromisos políticos. También fue allanado el domicilio de su hijo, Abdalá Bucaram Pulley.
Del domicilio de Abdalá se decomisaron cajas con miles de mascarillas, pruebas Covid-19 y un arma de fuego sin licencia. “No más impunidad. No es posible que escándalo tras escándalo cubra lo uno, cubra lo otro, y nos vayamos olvidando”, declaró la Fiscal, tras el operativo. El mismo día se dieron 37 allanamientos en Quito y Guayaquil, para recoger pruebas de involucrados en sospechas de corrupción. También fue detenido el Prefecto del Guayas, Carlos Luis Morales y directivos de la empresa de agua potable de Quito.
Con su cinismo histriónico, Bucaram entró detenido al Cuartel de la Policía del Guayas, levantando la diestra y gritando a voz en cuello “Viva la Patria”. El 4 de junio salió libre, con prisión domiciliaria, igual que el Prefecto Morales, con prohibición de salir del país.
La Fiscal Salazar se mostro preocupada por el accionar de la justicia que obstaculiza la gestión de la Fiscalía.