La pandemia del Covid-19 tiene al mundo en una crisis sanitaria que la ciencia no logra aún vencerla, con cientos de miles de muertos, pese al tesón de los profesionales de la salud por salvar a los pacientes. Su labor es heroica, como la de honrados funcionarios, policías, militares, en lucha humanitaria para proteger a la población en la medida de su capacidad y atribuciones.

Ningún país estuvo preparado para afrontar eficazmente la súbita pandemia. El Ecuador no fue excepción, pero junto al esfuerzo oficial ante la crisis, mostró su experiencia en corrupción, con servidores de la salud, de la seguridad social, entidades públicas y privadas, administraciones hospitalarias y aún de servicios funerarios, haciendo de la emergencia un voraz festín de buitres en hospitales, morgues y cementerios, en violación de las leyes humanas y divinas.

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