Hasta el 2000 los ecuatorianos ganaban cientos o millones de sucres al mes. Un desayuno valía más de 100 mil sucres en un restaurante. El dólar frenó la devaluación de la moneda, pero en el pueblo hay –como la sensación térmica que hace sentir más frío de lo que marcan los termómetros- la percepción de que el dólar no ha evitado muchas quiebras, aunque haya salvado la bancarrota
El dólar impera en el Ecuador desde hace veinte años y el pueblo, los comerciantes, los bancos, los gobiernos, los mendigos y la iglesia se han familiarizado con su presencia en la vida diaria. Hasta la prostitución o la corrupción pública se han encariñado con él.
Para los niños y jóvenes nacidos en los últimos veinte años en el Ecuador no ha habido otra moneda que el dólar norteamericano. El Sucre, nacido en marzo de 1884 por decreto del Presidente José María Plácido Caamaño, se extinguió por decreto presidencial de Jamil Mahuad en enero de 2000, cuando fue depuesto y huyó a radicarse en Estados Unidos, la patria del dólar.
La dolarización fue un tema político y económico polémico, pero acabó implantándose irreversiblemente para estabilizar la situación financiera nacional que iba precipitada al colapso. Al crearse el sucre, su valor era de un dólar y entonces el país no llegaba a un millón de habitantes.
Las primeras monedas antes del nacimiento de la República eran de cinco, diez, veinte centavos y un sucre. Pero ya antes había monedas para las transacciones. En el siglo XVII funcionaba en Quito una máquina para acuñarlas a golpe de martillo, sin forma, pero a poco se las hizo circulares con las iniciales Mdq, que significaban Moneda de Quito, con el valor de ocho centavos y se las nominaba peso.
En julio de 1831 el Presidente Juan José Flores decretó la producción de las monedas y creó la Casa de la Moneda, mientras circulaban en forma simultánea monedas españolas y nacionales, hasta que se impusieran las ecuatorianas, al revés de lo que aconteció con la dolarización, hasta que desapareciera el Sucre. Cuando se creó la Casa de la Moneda el presupuesto del Estado era de 387.973 pesos.
En tiempos de Flores la producción monetaria se la acuñaba también en forma particular y el público llamaba “pesos floreanos” a los que se consideraba falsificados y tenían la inscripción “El Ecuador en Colombia”, modificada en 1835 por el Presidente Vicente Rocafuerte con la frase República del Ecuador. En Cuenca, el artesano Gaspar Sangurima tenía autorización para fabricar monedas, sin que estuviera libre de acusaciones de falsificación.
A comienzos del siglo XX había una moneda de dos y medio centavos de sucre, a la que se conocía como Calé, y era suficiente para resolver necesidades cotidianas. Las devaluaciones vendrían luego, en proporciones geométricas, imparables.
El Presidente Isidrio Ayora creó en 1927 el Banco Central del Ecuador, con capacidad para emitir monedas de un sucre, de tamaño pequeño, que se popularizó como Ayora, para diferenciarlo del anterior sucre de tamaño mayor. En 1929, el presupuesto del Estado era de 59 millones de sucres.
El tema monetario se volvió cada vez más complejo y para organizarlo, se creó en 1948 la Junta Monetaria, a partir de la cual en las décadas siguientes se crearían numerosas instituciones bancarias. En los últimos 30 años del siglo XX Ecuador tenía 30 bancos, y varios funcionaban en condiciones que contribuían a la crisis financiera, con grandes perjuicios para los depositantes por la devaluación cada vez más imparable. En el gobierno del Presidente Rodrigo Borja (1988-1992) se emitieron billetes de 5, 10, 20 y 50 sucres para facilitar las transacciones, pero también se pusieron a circular billetes de cinco y diez mil sucres, que en vez del fortalecimiento, marcaron la desvalorización de esa moneda.
La depreciación del sucre corrió vertiginosa en los últimos 25 años del siglo XX. En 1975 un dólar se cambiaba por 25 sucres. En el gobierno de Mahuad pasó de cinco mil sucres en agosto de 1977, a 25 mil sucres en enero de 2000, volviéndose insostenible. Y así vino la dolarización para impedir que la devaluación siguiera incontrolable.
A los veinte años de la dolarización, la moneda sucre es un recuerdo de los mayores. El dólar es el patrón de la economía nacional y está en los bolsillos de los ecuatorianos, aunque cada vez en forma más escasa, pues es evidente que prefiere los bolsillos de los privilegiados emporios bancarios, de la corrupción pública y privada o los paraísos fiscales o del Vaticano, bien protegidos de las sospechas, castigos y evasiones tributarias.
¿La única alternativa?
El feriado bancario y la dolarización causaron estragos en la economía del país, cuando era imparable la escalada del dólar y la precipitación de la moneda nacional.
Carlos Cordero Díaz, profesor de la Universidad del Azuay y analista económico, en un artículo en la revista Coloquio, Nro. 3, de octubre de 1999, con el título Convertibilidad y dolarización, apuntaba: “La actual crisis económica que vive el país, la más grave de la historia reciente, ha provocado que se ponga en el tapete de la discusión las más variadas alternativas para que el Ecuador alcance la estabilidad y el crecimiento que todos deseamos”.
Y tras un análisis de medidas similares adoptadas en Panamá y en Argentina, que obedecían a situaciones distintas del Ecuador, concluía: “… Al ser la Dolarización y la Convertibilidad esquemas de manejo cambiario y monetario, no serían alternativas válidas para superar la crisis ecuatoriana que, a más de tener algunos años de vigencia, abarca aspectos globales, adicionalmente estas propuestas parten de una concepción económica que está en discusión sin que incluso en los países en los cuales se han aplicado se pueda hablar de éxito efectivo”.
Y entonces y ahora aún flota en la conciencia nacional la interrogante sobre si fue realmente efectiva la dolarización o, si fue una medida desesperada y última para evitar mayores males de los que sufrieron los ecuatorianos hace dos décadas y acaso los podrían seguir sufriendo sin ellas. Como ha ocurrido en Venezuela.