Entre la luz y las sombras, una exposición que invita a explorar en un mundo creativo que renuncia a explotar los colores que agitan la vida cotidiana
El color predomina en la retina de los pintores y de los espectadores de sus obras de arte. Inclusive el verbo pintar induce a lo cromático. Por eso, es singularmente atractiva, en estos días, la exposición de cuadros en blanco y negro de una colección del Museo de Arte Moderno, expuesta en la Galería de la Alcaldía de Cuenca. La tinta negra –porque hay también de colores y precisa especificarla- contrasta en lo blanco de las cartulinas que soportan los trazos con los más variados motivos.
Cuando lo colorido y hasta el movimiento agitan lo rutinario de la apresurada vida contemporánea, la muestra en blanco y negro es como un llamado de atención sobre detalles que inducen a la reflexión, a valorar lo antiguo, al remanso, sin ocultar las sensaciones visuales propias del paisaje, de los personajes y el teatro del mundo. En el blanco y negro hay magia, precisión y misterio en sus matices.
Esta exposición monocromática en blanco y negro –que podría llamarse bicromática- es excepcional además por la calidad técnica y expresiva que logran los artistas, precisamente, renunciando a la policromía y la explotación de sus recursos visuales.
Al público que va de paso apresurado a la Alcaldía apenas llaman la atención las obras que por temporadas se exhiben en su galería. Esto justifica dedicar estas páginas para mostrar que vale la pena perder –o ganar- unos minutos admirando con disfrute lo que allí se expone.
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1.- Zaida del Río, Tres Mujeres.
2.- Jesús Cobo, El Parque.
3.- Nélson Román, sin título.
4.- Hernán Cueva, Bailando Bailando.
5.- Marcelo Aguirre, Conociendo la Muerte.
6.- Enrique Tábara, Saltamontes.
7.- Jorge Chalco, De la serie erótica.
8.- Margarita Monsalve, Los Gritos.