La política ecuatoriana, sigue dando de qué hablar en todo espacio social, cultural, comercial y hasta familiar. Lo que sucede en estos días es una suerte de quien acierta o tiene la mejor predicción de lo que pasará en el 2021 en las elecciones generales
Cuando uno camina por la calle y se encuentra con un amigo, lo primero que sucede, luego de saludar a la familia y preguntar por los “guaguas”, es inevitablemente pasar una breve revista a la conversación “de moda”: cómo se está armando el escenario político – electoral para las próximas elecciones.
Para ir de derecha a izquierda, debemos hacer un mapa que pueda ejemplificar el tablerov a esta fecha. Desde el extremo del tablero, tenemos al Gerente Bachiller, que busca por tercera vez llegar a la presidencia, quien luego de su incestuosa relación político-gubernamental con el gobierno, se ha visto arrastrado por el casi nulo apoyo popular con el que cuenta su aliado, el Presidente. Además de su intento fallido por conectar con los “millennials” al proponer el cierre de la Senescyt y la eliminación del examen ser bachiller. Decimos fallido pues los propios asistentes al evento donde hizo la propuesta desternillaron una espontánea carcajada, dejando al proponente, sin piso, sin examen, y con cero en la libreta, lo que hace prever que sus posibilidades reales de llegar al solio presidencial, cada vez, sean menores.
En el mismo andarivel está el portaestandarte del “modelo exitoso”, adalid de la “ideología de la prosperidad”. Seguramente se referirá a la prosperidad de sus compatriotas campesinos e indígenas a quienes, de un “juetaso verbal” mandó al páramo para que no se les ocurra atreverse a pisar la “moderna, incluyente y equitativa” Guayaquil que tanto le costó construir con sus coidearios. Una cosa es cierta: antes de octubre, tenía toda posibilidad de llegar a Carondelet. Tenía todas las condiciones. No estaba su mentor León (quien recordemos en el 96 llamó meretrices y drogadictos, a todos quienes votaron por su contrincante en la segunda vuelta de ese año); no estaba Correa, a quien él sabe que siempre ha necesitado para sobrevivir políticamente; y estaba su popularidad luego de manejar el modelo exitoso por 19 años en Guayaquil. Pero no, llegó su incontinencia verbal y mandó a los indígenas al páramo. De una cosa estamos seguros, aún tiene posibilidades, nadie lo puede negar, sin embargo, muchas de ellas, se fueron con sus palabras, al mismísimo páramo.
Por el lado oficial, el mandatario de difícil pronunciación busca a toda costa subir su imagen para una posible candidatura. Hay que reconocer que el hombre se esfuerza y bastante, al punto de aguantar cada reclamo que los indígenas le hacen a su paso, sin embargo, como decía Galeano, “camino dos pasos, ella se aleja dos…”. Los errores, que son pan nuestro de cada día en el gobierno, hacen que su esfuerzo por tener popularidad sea cuesta arriba y camine al despeñadero político si se presenta a las generales del 2021.
Por el lado izquierdo, la dirigencia indígena -que nunca se resignó a ir al páramo- mantiene una imagen potente que debe ser canalizada con el objetivo de poder plantearle al país una alternativa adecuada, sin embargo, si nuevamente reinan las vanidades, los radicalismos y las actitudes sectarias, difícilmente con esa perspectiva de soledad electoral, podrán tener un resultado favorable.
Desde la izquierda también está el correísmo, al cual le ha tocado momentos complejos, sin embargo, está nuevamente surgente. Las razones: entre otras, por los errores del actual gobierno y también por la pésima estrategia de sus detractores. La verdad es que mientras más se acercan las elecciones, más se fortalece. Debe abrirse a más apoyos desde el progresismo, pues solo no le alcanza para regresar a la plaza grande.
Es menester que se haga un esfuerzo para que la izquierda progresista se unifique y que, a pesar de las diferencias de forma, se pueda conseguir el regreso de la tendencia de la mano de abanderados que sumen y levanten al país.