La imagen de una ciudad –en lo físico, en lo cultural, en lo espiritual- se sustenta en la autoridad de quienes, por voluntad popular, la representan. De ahí la importancia del papel que la ciudadanía pone en manos de la Alcaldía y de la Municipalidad, instituciones las más próximas al pueblo.

Más importante ese papel, si se considera a la ciudad de Cuenca con un título que la singulariza y la universaliza: Patrimonio Cultural de la Humanidad. Bien valen estas digresiones para, con sano criterio, aludir a la administración edilicia en sus casi nueve meses. No es tiempo para esperar grandes ejecutorias, pero lo suficiente para que se definieran las rutas preponderantes del trabajo según los planes expuestos en la lid electoral de hace un año.

Del Alcalde, de su prudencia política, de su vocación cívica, de su voluntad de trabajar por el bienestar público, depende el futuro de su administración. No se percibe un ambiente de unidad entre los ediles, sobre temas de trascendencia. Hay visos de inestabilidad en la conducción de importantes instancias. Y el año 2020 tiene como un símbolo histórico el bicentenario de la Independencia, que podría apuntalar proyectos asimismo históricos en bien del cantón que entre sus inquietudes primordiales, tiene problemas de tránsito, la necesidad de vías terrestres y aéreas de conexión nacional, o la defensa medioambiental.

Es oportuno no silenciar aspectos como los referidos, ante la convicción de que la I. Municipalidad de Cuenca, está presidida e integrada por ciudadanos dispuestos a unir esfuerzos por el bien presente y futuro de la ciudad.

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