Los primeros cien días de administración de las autoridades seccionales del país “han pasado volando”, según el habla popular. Los informes de su gestión han sido en general suculentos, para reavivar los discursos de las campañas políticas.
Las normas legales obligan a tal rendición de cuentas, un tanto forzada, pues esos pocos días no son lapso suficiente para exhibir el cumplimiento de las ofertas electorales que, es usual, ni siquiera pueden verse al final de los mandatos. En Cuenca hay temas pendientes arrastrándose desde la administración pasada, como el Tranvía 4 Ríos, obra iniciada hace cerca de siete años que en las dos administraciones anteriores no llegó a concluirse.
Pero es tiempo de que la demora se tome en serio. No conviene a Cuenca que tan alta inversión –como nunca antes en una obra pública local- se haya guardado como en archivos burocráticos. Tantos años infructuosos, de penalidades y pérdidas para la ciudad y en especial para los frentistas del trayecto tranviario, no deben prolongarse en forma indefinida.
Quizá es también necesario insistir y exigir el resultado de todos los trámites e investigaciones en torno a esta obra, surgida de una ocurrencia política de campaña electoral, sin los estudios apropiados en cuanto a su necesidad, a su utilidad y peor su rentabilidad. ¡Cuántas soluciones de transportación de Cuenca pudieron haberse hecho con menos de lo que cuesta el famoso Tranvía!