por: Eduardo Cardoso Martínez
Las mentiras y el cuento comenzaron oficialmente el 12 de mayo de 2012, cuando en el enlace sabatino 27, Rafael Correa Delgado, acompañado por el entonces alcalde Paul Granda López, anunciaban la construcción de un sistema tranviario para Cuenca. Ofrecían 14 tranvías con capacidad para 300 pasajeros cada uno, con los que absorberían una demanda de 120 mil pasajes diarios a un costo de 25 centavos, sin necesidad de subsidio. Aseguraban que «la obra comenzaría en octubre de 2012 y que la culminarían en octubre de 2013». (El Telégrafo – 12 de mayo de 2012).
Esas fueron las primeras mentiras con el cuento de que «ya viene el tranvía».
Fue en «La noche de los Santos Inocentes» del 28 de diciembre de 2012, cuando el alcalde Granda respaldado por 11 de 14 concejales –que no debatieron con responsabilidad y conocimientos- concretaron la posibilidad de poner en marcha la idea de un tranvía.
Entre el 12 de abril y el 25 de junio de 2013 se firmaron tres contratos que sumaban 222 millones 964 mil 862,91 USD, quedaba un remanente de 9 millones de dólares que podían ser invertidos en el proyecto, por lo que Paúl Granda sostenía que el «tranvía no costará ni un dólar más de los 232 millones cubiertos por la generosidad del gobierno». Pero, el costo ya supera los 300 millones USD y hasta donde sabemos el gobierno asume solamente el 80% de 180 millones de dólares en los que se presupuestó originalmente el tranvía, es decir 144 millones de dólares. Los cuencanos a través del municipio, estamos endeudados, hasta aquí, en unos 156 millones de dólares que tendremos que pagar para cubrir la deuda.
Esos contratos daban al traste con el ofrecimiento de culminar el proyecto hasta octubre de 2013, puesto que tenían un plazo de ejecución de 780 días, el mismo que inició en diciembre de 2013 y debía terminar en el mes de febrero de 2015. Nos acercamos a los 5 años de retraso y la actual administración municipal, al igual que las anteriores, hasta ahora no tiene ni idea de cuándo entrará en servicio el tranvía de Cuenca.
Han pasado los años entre discusiones políticas, estudios técnicos multimillonarios, incumplimientos de plazos, la no aplicación de multas a los contratistas, contratos sobre contratos con sospechas de sobreprecios y con el visto bueno de los alcaldes de turno, mientras el costo «del tranvía» sigue subiendo hacia las nubes.
El proyecto tranvía nació excesivamente caro, ha sobrepasado todos los límites, resultará ser el más caro del mundo km por km y se tornará aún más caro porque no cumplirá con la ocupación sobrestimada de los 120 mil pasajes diarios. Del costo del pasaje nadie se atreve a decirnos su monto, mientras el alcalde Palacios juega con sus dos mil escenarios y los 635 pendientes, que nunca nos ha sabido explicar de qué se trata. Tengo la convicción de que el elevado costo de las obras, la falta de planificación para la operación del tranvía y las seguras pérdidas de su explotación convertirán en inútil una inversión que fácilmente llegará a los 400 millones de dólares.
El tranvía de Cuenca ha deambulado por más de siete años a través de un oscuro e interminable túnel convirtiéndose en motivo de fastidio y de mofa general. «Ya viene el tranvía» ha sido la frase más repetida en todo este tiempo, que como en el cuento de «ya viene el lobo», nadie cree.
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