Uno de los desafíos que enfrenta Cuenca de cara al futuro es lograr un crecimiento más compacto y ordenado, su densidad poblacional es baja en relación a otras ciudades y ello dificulta la prestación de servicios de infraestructura. También tiene otros retos pendientes: volverse más segura y amigable, más inclusiva, competitiva, que convoque y lidere que le permita salir de su aislamiento e irrumpir con visión de futuro

Labios pensadores, municipalistas, estadistas, historiadores y jurisconsultos que  han opinado sobre el Municipio y su sistema de gobierno, han estado unánimes en considerar sus múltiples excelencias. Para unos es la verdadera Patria chica la que habla a todos nuestros sentidos; para otros es la primera escuela donde el ciudadano aprende sus deberes políticos, cívicos y de servicio a la comunidad; para algunos es la entidad primordial del territorio; para varios constituyen los instrumentos más necesarios y útiles de la descentralización, la base de toda nacionalidad y la garantía de la democracia, y para todos el lugar común de las primeras aspiraciones para ser buenos ciudadanos.

   Una interesante trayectoria tiene, en términos generales, la institución municipal en el Ecuador, desde su creación. Está de por medio el interés público en pro del progreso de los ciudadanos y de ahí que el factor político, si bien tiene su parte, no ha sido el definitivo en los procedimientos del electorado. En este sentido, una de las aspiraciones es la continuidad en la obra municipal y ello explica la tendencia a  propiciar la reelección. Algo que se advierte en la actual campaña electoral cuando el actual alcalde se ha presentado para seguir en la función municipal. No hay seguridad alguna sobre la reacción del público y desde ahora constituye una dura prueba puesto que las preferencias de la ciudadanía a la hora de votar sean otras y elija a ciudadanos que no han venido desempeñando funciones de elección popular en cabildos o gobiernos provinciales.

Con la reelección se trata de conseguir que, en cualquier caso, la obra municipal sea continuada. Es un tema que ha funcionado con pocas excepciones y al hay muchos ejemplos a la vista.

Uno de los desafíos que enfrenta Cuenca de cara al futuro es lograr un crecimiento más compacto y ordenado, su densidad poblacional es baja en relación a otras ciudades y ello dificulta la prestación de servicios de infraestructura. También tiene otros retos pendientes: volverse más segura y amigable, más inclusiva, competitiva, que convoque y lidere que le permita salir de su aislamiento e irrumpir con visión de futuro.

El crecimiento desordenado ha implicado nudos críticos en la movilidad, que necesita de soluciones integrales que desde ahora no pueden ser confiadas a la improvisación ni al oportunismo de los vanidosos que “ como diablos en botella “ aspiran a ser alcaldes por esa suerte de la ruleta política.

Cuenca necesita de una gestión urbana estratégica flexible e innovadora con capacidad de respuesta a su entorno cultural, económico, demográfico y de medio ambiente.

   No pueden dirigir ni gobernar ciudades del siglo XXI los mentirosos compulsivos, los bailarines políticos y los vulgares gritones de barrio que confunden el liderazgo con el márquetin fabricante de mentoras.

   Los candidatos a la alcaldía de Cuenca están  llamados a impulsar las condiciones favorables para el progreso de la ciudad, consiguiendo un equilibrio entre desarrollo social, económico y territorial; atender con calidad las necesidades y demandas de los ciudadanos, fomentar la convivencia, a través de la participación y compromiso de la ciudadanía, crear un entorno urbano de calidad con un alto nivel de infraestructuras, equipamientos, dotaciones y servicios públicos como privados.

   Entre las estrategias a tener en cuenta se hace menester aplicar una fórmula de desarrollo local que movilice los recursos y activos de la ciudad para crear empleo y riqueza, mejorar el nivel de bienestar y de calidad de vida de la población. Es urgente el presente de la ciudad patrimonial solucionando sus debilidades, aprovechando sus fortalezas, vitando las amenazas y buscando oportunidades.

   Se hace imprescindible definir un modelo de ciudad, creando su visión de futuro, un propósito estratégico a medio y largo plazo, una meta ilusionante que aglutiné que evite desfogar las pasiones en las calles y las descalificaciones anónimas como cobardes valiéndose de las redes sociales. Es mejor impulsar y generar foros académicos y ciudadanos con argumentos para que las obras, planes y programas que necesita Cuenca sean comprendidos en su verdadera dimensión por los vecinos, y a la vez se acojan sus inquietudes. Sólo a través de un diálogo esclarecedor, democrático y plural, certero y veraz entre los candidatos hará posible diferenciar entre los buenos y poner en su lugar a los mentirosos compulsivos e improvisados.

Las ciudades son espacios de encuentro y convivencia, de realizaciones y actividad, de intercambio y participación ciudadana donde los principales protagonistas son los ciudadanos que cuando actúan individual o colectivamente condicionan el modelo de urbe, el actual y el futuro. El futuro tiene muchos nombres y no es suficiente con imaginar lo que vamos a hacer, sino también que vamos a construir.

El futuro no pertenece a quienes saben esperar, sino a quienes saben prepararse, y en el caso de Cuenca hay un candidato que proclama y dice: “… El futuro de Cuenca no está entre los malos conocidos o el supuesto bueno e inútil por conocer. El futuro de Cuenca está en quien sabe decir y hacer. Cuenca tiene futuro si puede debatir y exigir, si dialoga con los que saben y los que están dispuestos a aprender “(Tarquino Orellana Serrano).

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