El contenido histórico y político se aprecia en la entrada, donde resalta una placa recordatoria justo a un lado del área acordonada que indica el sitio justo donde ocurrió el asesinato del zar Alexander II del imperio ruso
La fachada de la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada no pasaría por un templo religioso si ya tenemos una idea predeterminada de cómo es la fachada de un templo donde se adora a Cristo. Esta iglesia se encuentra en la bella ciudad rusa de St. Petersburg; su fachada fue edificada bajo la influencia ideológica denominada en ese país como ‘nacionalismo romántico’.
Esa corriente nace sobre la idea de honrar el poder que emana de una autoridad primaria a partir de la cual se derivan otros poderes menores. Como suele ocurrir, esta corriente influyó en la producción del arte literario, pero también se tradujo en expresiones arquitectónicas. Justamente, la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada busca, sobre todo, ser un monumento que deja sentado el aspecto histórico del poder de Alexander II, quien fue asesinado justamente en el espacio donde hoy se alza este templo. De hecho, este nombre es más común que el original, que era ‘Iglesia de la Resurrección’. Es decir, si bien el tema de la resurrección es el que inspira a este templo, la alusión a ‘la sangre derramada’ se refiere a la del zar allí asesinado y es la que hoy predomina.
El contenido histórico y político se deja ver al entrar en la iglesia, donde resalta una placa recordatoria justo a un lado del área acordonada que indica el sitio justo donde ocurrió el asesinato del ya referido zar del imperio ruso. Este no es, sin embargo, el único símbolo latente de ese nacionalismo romántico que el templo deja traslucir. Lo que le distingue a la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, es que su fachada difiere de la del resto de iglesias en la misma ciudad de St. Petersburg, donde el estilo barroco y neoclásico predomina en otros templos. Su estilo sigue a la arquitectura rusa del siglo XVII, según indica la leyenda a la entrada.
La fachada tiene revestimientos de ladrillo, cerámica y mármol, pero lo que la hace vistosa es que esos materiales son multicolor. Las cúpulas tienen forma de bulbos de cebolla, forma que se suele identificar de inmediato con edificios propios de Rusia. Las cúpulas más pequeñas están decoradas con esmalte en tonos verdes y azulados, rematadas con cubos de cobre que ascienden por su redondeado perfil. Las cúpulas más grandes son enteramente de cobre. A estas cúpulas las sostienen columnas en miniatura que terminan en arcos de ladrillo.
La torre del campanario también destaca por estar decorada con azulejos y por un total de 134 mosaicos. Estos mosaicos dejan ver los escudos de armas de todas las localidades rusas que contribuyeron económicamente a la edificación de esta iglesia entre los años 1883 y 1907.
La fachada total tiene formas redondeadas y esto le da un aspecto más relajado al que se acostumbra en edificaciones religiosas, donde las líneas rectas suelen dar la impresión de una rigidez ligada al recogimiento espiritual que suele observarse en su interior. Además, la misma presencia de colores tan vivos en las cúpulas y en los mosaicos tienen un aire de alegría.
De igual intensidad son los colores del mosaico situado en lo alto de la puerta de entrada. El mosaico tiene, como es de esperarse, la imagen de la resurrección de Cristo, sentado en la gloria de su trono. Sin embargo, este mosaico es solamente una muestra de lo que se encuentra adentro de la iglesia, donde existen 7.500 metros cuadrados de mosaicos. El ambiente en el interior es más bien oscuro, iluminado por lámparas de cristal suspendidas a gran altura. El detalle de la obra de arte que se halla en el interior jamás podría describirse sin dejar detalles importantes de lado porque cada mosaico merece ser observado con detenimiento.
Sin embargo, la obra que hoy se puede apreciar es producto de una restauración que tomó 27 años. Para comenzar, la iglesia fue saqueada luego de la Revolución Rusa y los mosaicos fueron dañados considerablemente. Durante la Segunda Guerra Mundial, se usó como morgue y, años después, como bodega de vegetales que se vendían en los mercados; esto llevó a alusiones burlonas como la de ‘Salvador de las Patatas’.
No cabe duda de que el trabajo de restauración se hizo con el cuidado que se merecían los mosaicos, donde hoy se pueden admirar escenas bíblicas en colores vivos y de un gusto exquisito; la belleza de esta iglesia es tal cual un indicador de la belleza que le caracteriza a St. Petersburg.