El maquillaje debe hacerse como parte natural de la descomposición que sufre el rostro de un muerto; si es obvio, echa a perder el efecto espeluznante que se busca. El traje carcomido no puede ser un sinnúmero de agujeros al azar, pues tienen que parecer hechos a lo largo del tiempo gracias al trabajo de los gusanos y no como resultado de un tijeretazo
Cuando yo era adolescente, empezaron a llegar a los comercios de Cuenca los objetos que hoy ya cualquiera identifica como propios de Halloween. Esta tradición que la ciudad ha adoptado en un proceso típico de aculturación, guarda una fascinación que solamente se puede entender cuando se la ha experimentado en el lugar donde pertenece.
Personalmente, he tenido la suerte de experimentarla en Colorado y en New York. En ambos Estados, hay un desfile que se lleva a cabo por las calles céntricas de las ciudades grandes. Para comenzar, hagamos alusión a la historia detrás de esta tradición: desde hace dos mil años atrás, el calendario celta marca el 31 de octubre como el último día del verano. Los celtas ocupaban el territorio que hoy es Irlanda y gran parte de lo que hoy es Inglaterra.
Esa fecha del calendario era importante no solamente porque marcaba la entrada de una nueva estación, sino porque era hora de dejar ir a los seres que habían dejado la Tierra durante ese período, algo similar a la idea de ‘quemar el año’ el 31 de diciembre. Para celebrar esta oportunidad de un nuevo calendario, los paganos encendían hogueras pero también creían que las almas de los muertos regresaban a los espacios terrenales para visitar a sus seres queridos. Como suponían que no todas las almas visitantes eran buenas, ponían ‘trampas’ pero también ‘regalos’ para que tales almas fueran distraídas y no hicieran daño a los vivos. Algunos grupos de paganos se disfrazaban y pintaban sus rostros para ‘engañar’ a los espíritus, haciéndoles creer que ellos también eran espíritus.
Con la invasión romana, se introdujeron nuevas ideas para reemplazar a esta tradición pagana. Pero el punto es que hoy se rememora esa tradición mediante la fiesta de Halloween, que es como un ‘día de los muertos’. El nombre tardío que se dio a la fiesta fue ‘All Hallows Eve’ o ‘día de las sagradas almas’. Los irlandeses, principalmente, fueron quienes introdujeron la celebración en Estados Unidos. El ingrediente contemporáneo que hace de esta tradición un verdadero deleite, es el hecho de que invita a la creatividad de quien quiera disfrazarse. Más allá de las visitas de los niños dentro de sus barrios para pedir caramelos cuando les preguntan si quieren ‘trampa o regalo’, está el alto nivel de trabajo que aplican quienes se unen a las comparsas en los desfiles.
El desfile en la ciudad de New York es particularmente fascinante; allí se ven los disfraces más sofisticados que se pueda uno imaginar. Entre los más impactantes, recuerdo a una joven disfrazada de María Antonieta; literalmente, parecía salida de un set de filmación. Su traje entallado hasta la cintura, con apliques de encaje y mangas anchas decoradas con elaborados bordados, llamaba la atención de los espectadores al punto de que podía verse un montón de luces del flash de las cámaras captando una imagen para el recuerdo. Los trajes que, aunque no lo parezcan, demandan gran aplicación, son los de los ‘zombies’.
Para que un ‘zombie’ sea presentable, el maquillaje debe hacerse de manera que se vea como parte natural del proceso de descomposición que sufre el rostro de un muerto; es decir, el maquillaje no debe ser obvio porque echa a perder el efecto espeluznante que se busca. Además, el traje carcomido no puede ser el resultado de un sinnúmero de agujeros al azar, pues tienen que parecer hechos a lo largo del tiempo gracias al trabajo de los gusanos y no como resultado de un tijeretazo; el zombie más difícil de lograr es aquel que ha sido decapitado y transporta la cabeza en su mano.
Los disfraces de brujas están entre los más tradicionales y los más apreciados son aquellos en que el rostro de la bruja se ha perfilado mediante maquillaje y no con una simple careta de goma. En este sentido, se evidencia la habilidad de artistas no solamente del maquillaje sino del diseño textil. De hecho, muchos de los trajes que se ven en el desfile de New York son elaborados por diseñadores profesionales, cosa que no es de extrañar dado que tal ciudad compite sin esfuerzos con París o Milán en el mundo del diseño textil.
De entre las comparsas, es ya una tradición la que escenifica el baile ‘Thriller’ de Michael Jackson. Un desfile de Halloween es sin duda un evento digno de apreciar si se tiene la oportunidad; permite no sólo entretenerse sino aprender sobre una cultura diferente.