El Parque de Peraspata lleva el nombre del pionero del diarismo en Cuenca. |
Expertos en el manipuleo de la última tecnología en las comunicaciones –computadoras, celulares, las redes sociales-, los cuencanos del siglo XXI no tienen noción de los esfuerzos de los pioneros de medios periodísticos escritos. Un lojano publicó el primer diario cuencano, que duró ocho años
El 6 de diciembre de 1918 –casi un siglo atrás-, un lojano nacido en 1864 se atrevió a convertir en diario una publicación que el 23 de marzo de 1915 apareció como semanario con el nombre de El Progreso y fue el audaz anuncio de avances promisorios en la nueva comunicación social de la pequeña ciudad de algo más de veinte mil habitantes.
El periodista fue Juventino Vélez Ontaneda. Un próspero hombre de negocios, militante conservador de rancios principios católicos, que ya en su ciudad, con su hermano Flavio, se había iniciado en el periodismo. Graduado de abogado en Cuenca, regresó a esta ciudad en 1908, luego de sufrir persecuciones en Loja, por represalias políticas del gobierno liberal alfarista que causó saqueos y atropellos. Vélez fue Diputado del Congreso en 1904.
El Progreso pasó a bisemanario hasta completar 226 ediciones el 18 de octubre de 1917. Después es interdiario de martes, jueves y sábados, hasta que el 8 de diciembre de 1918 es el primer diario de Cuenca. Un periódico aliado de la Iglesia Católica, contra las ideas liberales que le salen al paso en profusión de hojas y publicaciones de la época de luchas políticas encarnizadas. El semanario El Tren, de tendencia liberal, es el foco de las controversias.
Juventino Vélez |
El Progreso publica artículos de políticos de moda y fama en la ciudad católica y apostólica; están los literatos y hombres de cultura más notables de la época en sus páginas: Remigio Crespo, Honorato Vázquez, los hermanos Miguel, Gonzalo y Luis Cordero Crespo, entre otros. El mismo Vélez Ontaneda es un recalcitrante polémico conservador, con el seudónimo Dídimo. Dolores Torres, la directora de la escuela Tres de Noviembre, es víctima de su contumaz lucha en contra del laicismo.
La abierta posición política conservadora afecta la estabilidad del medio de comunicación, hasta el punto que su fundador y director se ve precisado a suspender la publicación del El Progreso, con su edición Nro. 2.100, de 6 de septiembre de 1924.
Los talleres editoriales son puestos en venta y pasan a manos de los hermanos Sarmiento Abad, profesionales de la tipografía, quienes continúan el trabajo periodístico a través de un diario al que le bautizan como El Mercurio, cuyo primer número circula el 22 de octubre de 1924: hace 94 años.
Juventino Vélez Ontaneda es pionero del diarismo en Cuenca. Antonio Lloret Bastidas, Cronista Vitalicio (1920-2000), escribió bastante sobre la vida y obra del personaje. “El 7 de diciembre de 1918 El Progreso comienza a aparecer como diario de la mañana. Y en esta labor hay que otorgarle el mérito de que enseña a leer la prensa cotidiana al pueblo de Cuenca, acostumbrándolo a la adquisición de la gaceta, no como lujo, sino como necesidad”, apunta en sus Cuencanerías.
El 23 de marzo de 1920, la ciudad tributa un gran homenaje a Juventino Vélez, en reconocimiento a su labor en el campo del periodismo. Autoridades y los hombres y mujeres más notables de la política, la cultura y la religión llegan hasta su domicilio para entregarle un medalla y una pluma de oro, piezas artísticas elaboradas por el orfebre más prestigioso de la época, Ariolfo Vázquez Ortega.
En el acto intervienen Rafael María Arízaga en representación de la ciudad y María Vázquez Espinoza por la mujer cuencana. “Ardua es, ciertamente, la tarea que os habéis impuesto; ímproba la faena en que habéis emprendido, al fundar un diario, no para fines de utilidad menguada, sino de noble y generosa propaganda. Defender la causa de Dios, en plena dominación del racionalismo impío y perseguidor; apellidar libertad y derecho, bajo la férula del despotismo y la injusticia; proclamar los derechos del pueblo ante la armipotencia de sus opresores, es la labor de abnegación, trabajo de Hércules, que demanda toda la fe de un cristiano viejo, toda la entereza de una voluntad templada al calor de las más nobles virtudes del corazón”, apunta Arízaga en su intervención.
La señora Vázquez resalta la personalidad y la obra de Vélez, con atributos reconocidos por la mujer. Y habla de Feminismo: “Palabra es esta –dice- que se pronuncia con cierta reserva, con alguna reticencia, pues, a este concepto se le han dado malintencionadas y poco tranquilizadoras interpretaciones que, por fortuna, los hechos, y el sano criterio han desvanecido hoy, casi por completo. El feminismo, como se lo debe entender, no es otra cosa, que la intervención de la mujer en una vida más amplia, en un campo de acción moral mayor que aquel que se le tenía asignado: un justo deseo de ser útil y de colaborar más eficazmente en la labor humana, lo cual no es peligroso ni reprensible, y sí cristiano y definitivo. Y Feminismo cristiano es el que coloca hoy en vuestras manos, señor doctor Vélez, esta pluma que debe serviros para continuar defendiendo los soberanos derechos de la Religión y de la Patria”.
La medalla de oro entregada a Juventino Vélez dice en el anverso “Al Sr. Dr. Juventino E. Vélez sus amigos y admiradores del Azuay”. Y la pluma de oro la leyenda “Las señoras de Cuenca al Sr. Dr. Juventino E. Vélez, abnegado defensor de los principios católicos”.
El homenajeado recibió también un pergamino decorado por Emmanuel Honorato Vázquez y Abraham Sarmiento, con un texto alusivo a los cinco años transcurridos desde que apareciera el periódico El Progreso.
La medalla y la pluma de oro habría obsequiado Juventino Vélez para fueran fundidas y utilizadas en la fabricación de la corona de oro de la Virgen de El Cisne, imagen religiosa venerada en la provincia de Loja antes y ahora, por propios y extraños.
Juventino Vélez fue “un cuencano por educación y afección”, al decir de Rafael María Arízaga. En Cuenca vivió la mayor parte de su vida y realizó su obra periodística por la que es reconocido en el presente. Y con una cuencana, Aurelia Carvallo Ledesma, hizo su hogar y su familia.
Los descendientes le tributarán un homenaje este mes –los días 19 y 20-, reuniendo a la mayor cantidad de familiares del personaje, que falleció el 12 de enero de 1942, tronco de generaciones esparcidas por diversos lugares del país y del exterior. Al oriente de la ciudad, en el sector de Peraspata, un parque del barrio lleva su nombre. En las proximidades estaba su quinta, centro de reuniones familiares y culturales, del que quedan vestigios ruinosos en vías de extinción.
Profusión de publicaciones hubo en Cuenca antes de la prensa diaria. Esta caricatura, de Julio Arévalo, en la revista “Ecran”, en 1917, muestra un desfile de directores de medios: Andrés F. Córdova, David M. Ponce, José Rafael Burbano, Luis Cordero Dávila, Ariolfo Carrasco Tamariz, Juventino Vélez, Francisco Talbot y José María Astudillo Regalado.