La única catedral erigida en la ciudad de Cuenca en España data de fines del siglo XII; lo curioso del edificio es que la fachada, de estilo gótico, se erige de forma que no deja entrever con claridad la nave central del edificio interior. Es decir, es como si solamente existiera una fachada cuando se observa desde el exterior y una distancia prudente de las gradas que hay que ascender para llegar a su puerta principal

Fuera de esta apariencia poco común, vale recalcar que en la ciudad de Cuenca en España, el edificio de la catedral tiene un simbolismo muy particular porque su construcción fue ordenada por Alfonso VIII, rey de Castilla, quien se adentró en la ciudad a fin de conquistarla pero no para fines personales. Esta conquista tenía el objetivo de expulsar a los moros definitivamente puesto que, para entonces, ya muchas ciudades de España habían logrado hacer lo mismo. Luego de nueve meses de sitiar la ciudad con ahínco, la reconquista de Cuenca se tornó en una realidad. Este hecho histórico llevó a que, en todo el país, se erigieran iglesias donde se pudiese profesar la fe católica. Esto no solamente porque tal era el sentir colectivo del pueblo español en cuanto a lo religioso, sino porque además la construcción de iglesias era una forma de contrarrestar mediante un símbolo las costumbres de los moros, incluyendo el deseo de imponer el Islam.

Como era común en ese entonces, la catedral de Cuenca se erigió bajo el estilo gótico, como ya se dijo al inicio, pero sobre todo, con el ánimo de incluir en su interior la mayor cantidad posible de símbolos católicos que reivindicasen la fe que los españoles nunca perdieron bajo el dominio de los moros. Así pues, el llamado ábside en el interior de la catedral, se encuentra rematado por un polígono de siete lados que culminan en arcos. El hecho de que sean siete lados, permite varias ramificaciones de arcos, dándole a la nave central un aspecto de caverna protectora en la que los fieles pueden ya sentirse libres de la amenaza de los moros.

San Julián es el patrono de esta catedral así como lo es de la ciudad, que hoy aún no ha olvidado que este icónico edificio fue erigido en lugar de una mezquita. Lo más interesante es, sin embargo, que la catedral cuenta con doce puertas posteriores, junto a las cuales se erigieron las figuras de doce ángeles, cada uno parado sobre un pedestal de piedra. Esta particularidad es interesante porque varios estudiosos han encontrado que tal descripción coincide con el Libro de las Revelaciones pero, además, con la descripción dada por Nostradamus en sus famosas profecías. El libro bíblico y el de profecías, interpretados por estudiosos, confluyen para revelar que el templo que tuviese tales características, sería el que secretamente guardaría el Santo Grial. Es decir, se cree que en tal catedral está este tesoro tan buscado y apetecido. Además, en una de las paredes, se ve una copa con una estrella de ocho puntas, la misma que se conoce por ser un símbolo de los Templarios.

Por todo ello, la comunidad de la ciudad sabe que su catedral encierra misterios que la hacen aún más especial, pese a que no es de las catedrales más visitadas de España. Otro dato curioso es que, pasado el año 1492, la catedral fue objeto de trabajos adyacentes y de arreglos que buscaban mejorar el diseño interior original. Dada la resonancia del hecho de la llegada de Colón al hoy continente americano, se ven también pinturas con animales exóticos y barcos arribando a la costa americana del Atlántico. Lo común en muchas iglesias no sólo españolas sino europeas en general, es ver pinturas con animales propios de la zona, así que la presencia de monos, pájaros propios de nuestro continente e incluso felinos que hoy ya están extintos, hace a esta catedral diferente de las otras que puedan admirarse en España.

La catedral tiene varias capillas a los lados de sus naves y cada capilla tiene su historia particular vinculada a gente nacida en la ciudad. Sin embargo, los sepulcros de importantes personajes para la urbe, incluyendo el fundador Don García, su esposa, su hijo, un obispo, resaltan por el detalle en bajo relieve de sus siluetas. Estos sepulcros se hicieron, desde el comienzo, a la vista a fin de que la ciudad no olvidase a sus fundadores y moldeadores en la fe católica. La catedral de Cuenca es pues un libro abierto sobre su historia.

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