Cuenca, ciudad pequeñita de hace un siglo, cuando se aprestaba a conmemorar el centenario de su independencia

En 1920 el interés municipal estuvo en el monumento a Abdón Calderón en el parque que lleva su nombre, sin lograrlo. En  2020 sería la ocasión de reivindicar al prócer independentista José María Vázquez de Noboa, con quien están en deuda los cuencanos y sus autoridades

El monumento a Abdón Calderón, obra emblemática del centenario, no pudo levantarse sino hasta 1931.

El 11 de julio de 1917 la Municipalidad creó, con más de tres años de anticipación, mediante ordenanza, la Junta encargada de festejar el 3 de noviembre de 1920 un siglo de la Independencia de Cuenca. Ahora se aproxima el segundo centenario y nada se habla aún de la fecha histórica. 

El Concejo, presidido por Octavio Díaz, creó la Junta del Centenario, con el Gobernador, el Obispo de la Diócesis, el Jefe de la 4ª. Zona Militar, el Presidente del Concejo, el Presidente de la Corte Superior de Justicia, el Jefe Político, los Rectores de la Universidad de Azuay y del colegio Benigno Malo, el Director de Estudios, delegados municipales de Paute, Gualaceo, Girón, Gualaquiza, Azogues y Cañar, un representante de la Prensa, los Presidentes de las academias de abogados, del Liceo de la Juventud, de la Escuela Jurídico Literaria, de la escuela de Medicina, de la Sociedad de Estudios Históricos y Geográficos y de las Sociedades de obreros de la ciudad.

Según la Ordenanza el Gobernador del Azuay presidía la Junta, dotada de atribuciones para organizar los actos conmemorativos y “promover y llevar a cabo, para el 3 de Noviembre de 1920, una Exposición Nacional de Artes e Industrias; concursos científicos y literarios; la erección del monumento al Prócer Cuencano, el heroico Capitán Abdón Calderón y la formación del Programa General de Festejos, con que las Provincias azuayas conmemorarán el centenario de nuestra independencia”.

La Junta fue encargada también de organizar comités en los cantones del Azuay y Cañar para la celebración, así como gestionar ante los municipios del país contribuciones para la erección de la estatua al Héroe del Pichincha.

Uno de los actos cumplidos en 1920 con motivo del Centenario de la independencia de Cuenca.

Para financiar la centenaria conmemoración la Municipalidad aportó con cinco mil sucres por año en el presupuesto de 1918, 1919 y 1920; y disponía de aportes creados por decretos legislativos para el monumento a Calderón y de donativos de corporaciones públicas y particulares.

El monumento al Héroe Niño sería la obra simbólica y material más significativa que la Municipalidad aspiraba presentar en el centenario de la independencia cuencana. El 24 de mayo de ese mismo año 1917, el Presidente municipal Octavio Díaz había reclamado al Ministro del Interior “el pago de una deuda de gratitud, no sólo provincial sino nacional, levantando al héroe de la Batalla del Pichincha el monumento que se le acordó por Decreto Legislativo de 19 de Octubre de 1899. Ojalá, señor Ministro, que este homenaje a una de las glorias más legítimas de la Patria ecuatoriana, se pudiera realizar el 3 de noviembre de 1920, fecha clásica para los pueblos azuayos, en que éstos nacieron a la vida de la libertad y proclamaron la República…”

Las fiestas centenarias se desarrollaron con entusiasmo y civismo, pero no se erigió el monumento a Abdón Calderón. En 1927 se fundó el Comité Abdón Calderón para impulsar la obra y la elección de la Reina de Cuenca dejó diez mil sucres para iniciar los trámites pertinentes: Luz María Cordero Toral fue la joven triunfante en el torneo. El Gobierno, presidido por Isidro Ayora, aportó 25 mil sucres y la Municipalidad de Guayaquil con cinco mil, lo que permitió que se contratara al escultor Carlos Mayer para que fundiera en el bronce la estatua de Calderón, por 30 mil sucres. El pedestal de mármol, contratado al cuencano Benigno Vintimilla, costó 14 mil sucres. 

El 24 de mayo de 1931 se inauguró el monumento a Abdón Calderón, en el centro del parque bautizado con su nombre el 3 de noviembre de 1920, en la fecha centenaria de la independencia. Habían transcurrido 32 años desde que el Congreso de la República decretó la erección en octubre de 1899.

 

La Cuenca de la actualidad, expandida sobre la planicie bañada por cuatro ríos, vista desde el mismo ángulo de la foto de hace un siglo al inicio del reportaje.

 

Una deuda histórica con el Prócer Vázquez de Noboa

Nacido en Chile, José María Vázquez de Noboa a comienzos del siglo XIX está radicado en Quito como abogado de la Real Audiencia y en 1806 estuvo en Cuenca, donde el 7 de mayo de 1809 contrajo nupcias con Teresa Ramírez y Astudillo.

Luego de militar a favor de la monarquía española, en 1820 está a lado de los patriotas cuencanos que luchan por la independencia de España. Entonces se desempeñaba como alcalde y remplazó en la Gobernación a Antonio Díaz de Cruzado, quien fuera destituido al descubrirse que se había conjurado a favor de la independencia.

Vázquez de Noboa urdió, con un grupo de patriotas compactados, la revolución independentista que ocurrió el 3 de noviembre de 1820 y que le proclamara como Presidente de la República de Cuenca, estado que duró hasta el 20 de diciembre de ese año, cuando las fuerzas realistas derrocaron a las huestes libertarias en Verdeloma, dando lugar a la persecución a los líderes del movimiento independentista: Vázquez de Noboa desapareció, conociéndose que fue al Perú y luego posiblemente a su país, donde habría fallecido.

Su lealtad a la causa de la independencia ha sido probada, desvirtuándose versiones en el sentido de que, por su pasado realista, no merecería reconocimientos de la historia. En 1961 la Municipalidad de Cuenca designó con su nombre a la calle que corre paralela entre Sucre y Juan Jaramillo, pero en 1974 fue borrado por decisión municipal reservada que no ha dejado razones que la justifiquen.

Historiadores como Víctor Manuel Albornoz, que reprocharon la conducta del personaje, no dejaron de reconocer la intervención decisiva para lograr la independencia de Cuenca. Pío Jaramillo Alvarado salva también el honor de Vázquez de Noboa, quien inclusive, una vez proclamada la independencia de Cuenca, presionó a las autoridades de Loja para que siguieran por el mismo camino y hasta amenazó con mandar milicias para lograr el cometido.

Antonio Lloret Bastidas, voz autorizada en materia de historia de Cuenca, que inicialmente se pronunciara desfavorable hacia Vázquez de Noboa, acabó por reivindicarlo como un patriota de gestión decisiva para lograr la independencia y reconoció el error de sus criterios anteriores.

El 3 de noviembre de 2020, al cumplirse el segundo centenario, sería oportunidad para que Cuenca hiciera justicia al personaje histórico, erigiéndole el monumento que se merece por su liderazgo para alcanzar la independencia. 

El monumento a Hurtado de Mendoza, fundador de Cuenca, en  Milchichig, desluce su imponencia, pues fue concebido para exhibirlo en otro sitio y debería reubicarse.

La fecha histórica sería también oportunidad para que se recupere el monumento al fundador de Cuenca, Andrés Hurtado de Mendoza, desde hace años retirado del sitio escogido en 1957 por las Municipalidades de las Cuencas española y ecuatoriana, en la convergencia de las avenidas España y Huayna Cápac, para trasladarlo al paraje de Milchichig, donde en vez de lucir la imponencia de la escultura, está reducida a la mínima expresión.

Una solución histórica, sería juntar a Hurtado de Mendoza y Vázquez de Noboa en un solo conjunto monumental, en el redondel del aeropuerto de Cuenca, sitio de llegada y salida de la ciudad: el Fundador de Cuenca mirando el horizonte hacia su patria y, el gestor de la Independencia, con los ojos vueltos hacia la ciudad por cuya libertad e independencia luchó hace dos siglos. 

En 2020 habrá un nuevo alcalde y una nueva integración de concejales en la Municipalidad, a quienes corresponderá presidir la conmemoración de los 200 años de independencia. Pero, es obligación de la actual administración, iniciar los preparativos de la celebración, como lo hicieron las autoridades que, hace un siglo, tuvieron la responsabilidad de rendir homenaje a Cuenca por el primer centenario de su independencia.

 

 

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