Sector comprendido entre las avenidas 12 de Abril y Solano, cuando estos predios pertenecían a Tadeo Torres y los donó a la Conferencia. El Banco del Pichincha tiene su local principal de Cuenca en la esquina.
La Conferencia San Vicente de Paúl hizo obras perdurables en beneficio de los pobres y los niños. La Municipalidad le confirió la presea Hurtado de Mendoza, destinada a personas e instituciones que han ofrecido importantes servicios sociales a la comunidad
Federico Ozanam apenas tenía veinte años cuando fundó la Conferencia San Vicente de Paúl, en Milán, en mayo de 1833 –hace 185 años-, para cumplir misiones de caridad en el mundo. En Cuenca se fundó el 21 de marzo de 1868, hace 150 años.
La reciente entrega de la presea municipal Andrés Hurtado de Mendoza a la Conferencia, por su sesquicentenario en Cuenca, es oportunidad para conocer la trayectoria de la institución, una de las sociedades laicas más antiguas del Ecuador, que ha cumplido labores humanitarias promovidas y financiadas con la generosidad de católicos pudientes que legaron dinero y propiedades revertidas en ayuda a menesterosos, enfermos y desvalidos.
Tadeo Torres, nacido hacia 1815, fue el principal donante de la Conferencia, a fines del siglo XIX. Soltero, hijo expósito, llegó a ser de los cuencanos más acaudalados en el siglo XIX y en 1981, dos años antes de morir, legó a la entidad filántropa gran parte de sus bienes, haciendas, quintas, casas en la ciudad y fuera de ella.
Presidente de la Conferencia fue Mariano Cueva Vallejo, quien fuera Vicepresidente de la República, magistrado de Justicia, Rector de la Universidad y hombre público. El fundó la Escuela de Huérfanos y en su administración se estableció la devoción del Mes de María cantada por poetas afiliados a la Conferencia, con magistrales composiciones literarias de la época. Al morir el doctor Cueva en 1882, las inversiones de la Conferencia sumaban alrededor de quinientos mil pesos.
Le sucedió Francisco José Moscoso, albacea de Tadeo Torres, con atribuciones para financiar obras de caridad, en las que emprendió con entusiasmo, con aportes para la construcción del hospital San Vicente de Paúl y el leprocomio que empezó a funcionar en 1889 y años más tarde sería bautizado con el nombre de Mariano Estrella, otro destacado miembro de la Conferencia. También de la época es la construcción de la casa de Temperancia, para alojar y tratar a los pacientes de alcoholismo.
El testamento de Tadeo Torres deja ver la cantidad de sus bienes y el destino que decide sobre ellos: “Al lado del Hospital de Caridad estoy edificando una casa de adobes y teja, para fundar en ella un asilo u hospital de incurables y ancianos menesterosos, fundación que, si yo no alcanzo a hacer lo harán mis albaceas… Para el fomento y mantenimiento de la expresada casa de incurables y ancianos, dejo y destino la casa de Cuenca, con todos sus muebles de uso y adorno; las dos haciendas de Challuabamba y los tres hatos de Baños, con todos sus peones, muebles de uso, obreros y animales… Quiero y ordeno que mis albaceas hagan otra fundación de una casa o asilo para huérfanos varones y pobres, destinando para este objeto mi cuadra de Todos Santos, con todos sus terrenos, casas, peones, animales y muebles…”
Varias de las obras fueron levantadas en los terrenos actualmente ocupados en las avenidas Solano y Doce de abril por el Banco del Pichincha, instalaciones de la Facultad de Medicina y construcciones junto al antiguo hospital San Vicente de Paúl. Una urbanización al interior de estos predios, obra de la Conferencia, y una calle adyacente llevan el nombre de Tadeo Torres.
Otro benefactor fue Ernesto López Diez, también soltero y acaudalado –poeta de reconocidos méritos-, quien legó a la entidad gran parte de su fortuna en dinero y bienes. El testamento, de fecha 3 de agosto de 1962, comienza así: “El señor doctor Ernesto López, hace gracia y donación entre vivos, con el carácter de donación total, según se precisará, en favor de la Persona Jurídica Conferencia San Vicente de Paúl de Cuenca, representada legalmente por el señor doctor Manuel Antonio Corral Jáuregui, Presidente de dicha Conferencia…”.
Entre los bienes está una casa en la calle Bolívar –actualmente conocida como Casa del Coco-, inmueble de varias plantas, con patio y traspatio y cuya torrecilla y vitrales son un atractivo patrimonial inconfundible. Otra casa, es la ubicada en la calle Sangurima, conocida como Casa López, cuyo propietario la destinó para alojamiento de familias pobres y era un conventillo donde hasta hoy viven muchas familias.
La donación a la Conferencia incluía cédulas hipotecarias por 113 mil sucres. ”La cuantía total de la presente donación es la de doscientos noventa y cuatro mil sucres catastral. El doctor Manuel Antonio Corral Jáuregui a nombre de la Conferencia San Vicente de Paúl de Cuenca, como su Presidente autorizado a mayor abundamiento por la Junta de Gobierno, acepta la presente escritura y el contrato que ella contiene”, consta en el testamento.
La gestión de los directivos de la Conferencia es obtener donativos para realizar obras sociales, especialmente a favor de familias en extrema pobreza. Planes de Vivienda en el barrio Corazón de Jesús y la Ciudadela Católica, fueron acaso de las últimas emprendidas con los recursos disponibles, que han ido escaseando, al terminarse los réditos de las grandes donaciones de Tadeo Torres y Ernesto López. Los inmuebles recibidos han sido todos vendidos para realizar programas de interés social.
La fundación de Osanam tenía como principio mantener reserva sobre la caridad a los pobres. “La publicidad será nuestra muerte, gracias a la oscuridad hemos vivido, hemos crecido y podido hacer algún bien… Los Jefes de las Conferencias deben ser santos para atraer sobre ellas las gracias del cielo”,consta en uno de los escritos de este laico de profundas convicciones cristianas, esposo y padre de familia, muerto apenas de 40 años, a quien Juan Pablo II le elevó a la jerarquía de beato.
EL ORFANATO TADEO TORRES
Ernesto Toral Amador, presidente de la Conferencia, con |
La Conferencia San Vicente de Paúl de Cuenca, actualmente presidida por Enrique Toral Amador, tiene un edificio junto al Banco del Pichincha, en la avenida Solano, de seis plantas, parte vendido y en parte arrendado, para obtener recursos con los que mantener su obra más importante: el orfanato Tadeo Torres.
El establecimiento recibe a niños abandonados o en condición de riesgo, entre cero y ocho años, varones y mujeres. Hace más de una década vendió el local construido con recursos de Tadeo Torres en la avenida Solano, para adquirir el local que fuera de Hostería El Molino, en la Panamericana Norte, a siete kilómetros del centro de Cuenca.
Allí residen 23 niños actualmente, para cuya subsistencia, educación, atención de salud, se requieren 33 mil dólares mensuales. El Ministerio de Inclusión Económica da un aporte que ayuda al financiamiento, pero los mayores gastos corren de cuenta de la Conferencia.
Para la administración del orfanato se cuenta con tres religiosas misioneras, trece cuidadoras de niños en tres turnos durante todo el año, tres empleados de servicio y diez profesionales como sicólogos clínicos, pedagogos, terapista del lenguaje, estimulador temprano, interventor familiar, trabajadora social y abogado.
Los infantes egresan del plantel luego de evaluarse sus condiciones físicas y sicológicas, para reintegrarse al seno familiar o ir en adopción. La Conferencia hace seguimiento por varios años para constatar las condiciones de supervivencia de los niños a los que dio acogida.
La situación económica de la Conferencia es difícil, pero sus directivos se empeñan en mantener el orfanato Tadeo Torres, cuyo local, construido hace alrededor de medio siglo, requiere urgentes reparaciones. La presea municipal Andrés Hurtado de Mendoza, que le fuera entregada el 12 de abril, es un estímulo para mantener la labor humanitaria promovida por la entidad desde hace un siglo y medio.
Enrique Toral, su Presidente, prevé actualizar las normas legales, para reactivar planes de acción y supervivencia. El estatuto de la Confederación fue publicado en el registro oficial de 18 de enero de 1907, en el gobierno de Eloy Alfaro. El artículo 1, dice: “La Conferencia de San Vicente de Paúl de Cuenca, tiene por objeto atender al socorro de las familias pobres, mediante las limosnas que, semanalmente, se distribuyan a domicilio. Ninguna obra de caridad o de beneficencia, debe considerarse como extraña de la Conferencia”.