Por: Ángel Pacífico Guerra

La improvisación de puestos de venta de productos por temporadas en el parque Abdón Calderón, desnaturalizaría  a este espacio emblemático del centro histórico de la ciudad

   ¿Tiene derecho la Municipalidad para disponer de las plazas públicas? Si lo tiene ¡a las chinganas!  Si no lo tiene, no hay por qué enojarse. El pueblo, sí, tiene derecho para pedir que no se negocie hasta con las plazas que en todo país civilizado son joyas de inestimable valor para la salud y para la belleza”.

   En el párrafo precedente está el criterio del diario El Progreso, en 1919, cuando la Municipalidad contrató la construcción de “Kioskos o chinganas” en la plaza San Francisco. ¿Qué habría dicho, hace un siglo, si tales instalaciones las hubiera auspiciado la Municipalidad en la plaza central, el sitio donde se proclamó la fundación de Cuenca en 1557?

   El periódico, primer diario de Cuenca, añadía: “Tendamos a la civilización, aun cuando sea a paso de tortuga, pero tendamos a ella, y no retrocedamos en el camino sólo porque el retroceso proporcione lucro a cualquier amigo. ¿Hay alguien que esté obligado a cuidar de los bienes nacionales de uso público? Pues que cumpla con su deber”.

   Todos los días y a todas las horas, la voz del Alcalde de Cuenca repite en las propagandas radiales de las obras de la Alcaldía –no de la Municipalidad- la cantinela atosigante de que “Cuenca  no se detiene”, pero en la práctica, las “chinganas” colocadas en el lugar más respetable de Cuenca, muestran que la caminata regresiva habría encontrado criterios negativos hace cien años, pero desgraciadamente hoy se la tolera, soporta y acepta. Muchas personas sensatas discrepan con estos hechos, pero sus voces solo se pronuncian en privados regañadientes. ¿Qué dirán los turistas que vienen a admirar a la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad y se fotografían con el fondo de la majestuosa Catedral, pero en primer plano se interponen los “kioskos o chinganas”?

   En la reciente temporada navideña el parque Abdón Calderón lució como una plaza de mercado, no solo con cobertizos de material plástico para el mercadeo de productos navideños, sino de los más variados negocios de comerciantes ambulantes que encontraron un sitio autorizado por la Alcaldía para desnaturalizar la historia, el destino y la prestancia del parque más importante de la ciudad.

   Entre el mal humor y el buen humor con los que la gente reacciona ante estos avatares de trasfondo político clientelar, no faltaron comentarios en el sentido de que la antigua Plaza Mayor, el parque Vargas Torres y Parque Abdón Calderón, podría en pasajero presente llamarse Mercado de la Chola Cabrera…

 

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