El intenso verano desde medio mes de octubre, con sol resplandeciente a tiempo completo, es causa de la emergencia eléctrica en el Ecuador: la ausencia de lluvias ha secado los ríos y Paute, la mayor central eléctrica del país, está al filo del colapso.
La crisis producida por los racionamientos del servicio eléctrico recuerda las más graves situaciones vividas por el país en las últimas décadas: en el gobierno del Presidente Sixto Durán Ballén, por esta temporada, se anticipó una hora al día, para aprovechar la luminosidad del sol en las jornadas laborales.
En la región sur del Ecuador €“donde está la central Paute-, la sequedad de los ríos es un espectáculo que impresiona. Más que agua son visibles las piedras en el cauce, como ocurre con el Tomebamba, río tutelar que atraviesa por el centro de Cuenca, capital de la provincia del Azuay.
Otro fenómeno propio del verano es la profusión de incendios forestales en los alrededores de Cuenca, ciudad que desde comienzos de noviembre se ve envuelta en humo por esta causa. En general el fuego, provocado por mano humana, se origina en montañas inaccesibles para que puedan ser combatidos por los bomberos.
El país pudo salvarse de la presente crisis eléctrica si hubiera entrado oportunamente en operación del proyecto hidroeléctrico Mazar, parte del complejo integral Paute-Mazar-Molino-Sopladora, cuya presa capaz de acumular 410 millones de metros cúbicos de agua está terminada pero no pudo entrar en operación en agosto pasado por el bajo nivel de agua del río que la alimenta.
Es curioso, o paradójico, que el Gobierno y el consorcio Impregilo-Herdoíza Crespo, constructor de la presa, convinieron en adelantar varios meses la terminación de la obra, con un recargo en costos, para beneficiar al país con energía segura en el verano: Mazar podría permitir la generación de hasta tres meses de electricidad en la más rigurosa sequía. El tiempo que se ganó con la anticipación de la obra de Mazar, se lo está desperdiciando cuando no hay agua para llenar el embalse. Súmense a ello los altos costos de la generación térmica emergente y las decenas de millones de dólares diarios en pérdidas por los cortes de energía en los sectores productivos, para tener una apreciación de la gravedad de la situación que sufre el Ecuador en estos días.