La democratización de la prensa y la libertad de expresión son derecho humano fundamental del pueblo. No puede ser solo una figura literaria en la Constitución. Reconocer a los invisibles y darle vida a la diversidad informativa debe ser tema de reflexión a la hora de reformar la Ley Orgánica de Comunicación

…Qué diferentes y qué iguales (los periódicos). Entre ellos juegan una especie de truco, engañándose unos a otros, haciéndose señas, cambiando de pareja. Pero todos se sirven del mismo mazo, todos se alimentan de las mismas mentiras. Y nosotros leemos, y, a partir de esa lectura, creemos, votamos, discutimos, perdemos la memoria, nos olvidamos generosamente, cretinamente, de que hoy dicen lo contrario de ayer, que hoy defienden ardorosamente a aquél de quien ayer dijeron pestes, y, lo peor de todo que hoy ese mismo aquél acepta, orgulloso y ufano esa defensa….Para mirar los diarios, hay que bajar los ojos…” (Mario Benedetti.LA TREGUA).

La historia de la prensa y de los medios de comunicación en Ecuador ha pasado durante largos años por la manipulación y la influencia directa de la política y viejas ideologías y en consecuencia de los poderes públicos y privados sobre la libertad de los periodistas. La opinión pública, a quien pretendidamente se ha querido formar, ha sido recipiente de una manida y colorida desinformación, con todas sus influencias devastadoras para el conjunto de la nación y con su capacidad de abrir más huecos en una democracia tantas veces remendada.

Los medios han logrado permanecer gracias a una pretendida libertad de prensa, que en la realidad, no es más que libertad de empresa capitalista y familiar. Si bien es cierto que en el país cualquiera puede tener un medio de comunicación, informar y opinar según su leal saber y entender, en la práctica los medios hacen parte únicamente de instancias reales de poder, de macro estructuras económicas e ideológicas.

Ninguna revisión de orden constitucional ni la actual vigente ley de comunicación han penetrado en las honduras de las relaciones de poder en la información, ni ha podido modificar la antidemocracia de la prensa, que se renueva al vaivén de los acontecimientos políticos y de las reformas en el papel. La prensa en Ecuador se nutre de la antidemocracia y en su vicioso círculo recicla toda la mitología de su supuesto equilibrio y se nutre de ella bajo un pensamiento único que entroniza el individualismo más exacerbado y recela de cualquier planteamiento colectivo.

El pensamiento único es una ideología, un modo de ver la realidad política, económica y social, y los medios de comunicación se niegan a presentarse como tales. ¿Y, qué es un periódico? En nuestro país es, antes que nada, una empresa familiar y próspera que puede hacer un mal diario –burocrático, aburrido sin chispa como viene de ocurrir- pero empresa al fin que vive de la publicidad y de sus lectores, donde periodismo es ese trabajo que se hace en los huecos que deja la publicidad comercial o institucional. En nuestro medio hay periódicos que viven hasta de los muertos. Las posibilidades de sacar hoy en día con éxito un diario independiente son mínimas, por no decir nulas.

Es cierto que ha habido y hay periódicos que ponen por delante otros criterios, diferentes a los empresariales. Unos pocos son partidistas o militantes y por lo mismo efímeros. Algunos periodistas y muchos lectores tienden a menospreciar esta realidad. Imperdonable error.

La prensa en Ecuador y hay que decirlo sin temor ni favor ha decretado la invisibilidad de grandes sectores ciudadanos y el unanimismo. Todos los medios se parecen, dicen lo mismo, opinan igual, sus enfoques son similares, sus restricciones mágicamente coinciden, se unifica el lenguaje y se nutren del material que les proporcionan las grandes agencias de noticias en desmedro del pluralismo informativo y de la veracidad de los hechos.

 

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