Los resultados de los sondeos inclusive indican al candidato en ciernes, o candidata, de qué manera deben vestirse, si deben hacerse una urgente limpieza de las piezas dentales, si deben sonreír de esta u otra manera, si deben sonreír de esta u otra manera
Aunque falta poquísimo tiempo para que las candidaturas a las diferentes dignidades de elección popular con miras a los gobiernos locales, es decir municipios, gobierno provincial, juntas parroquiales, se ha mantenido hasta finales del mes de julio lo que se denominaría la “indecisión táctica”, es decir que los pre candidatos, algunos ampliamente conocidos, e inclusive que optarían por la reelección a sus cargos, expresan ante los medios y ante el público su estudiada indecisión, cuando señalan por ejemplo que aún no tienen claro el panorama, o que “lo pensarán” antes de decidirse.
Este tipo de actitudes se han vuelto comunes, tanto a nivel local como en todo el país, ya que mientras tanto, se hallan “jugando” los sondeos y encuestas, varios de ellos contratados por los “indecisos” para sopesar la chance que pudieran tener en el caso de presentarse como candidatos. Es una prudencia nada baladí, cuando hoy en unas elecciones juega una serie de factores, desde el marketing que se ha vuelto el “Gurú” de las estrategias y que en base a los resultados de los sondeos inclusive indican al candidato en ciernes, o candidata, de qué manera deben vestirse, si deben hacerse una urgente limpieza de las piezas dentales, si deben sonreír de esta u otra manera. Por fijarse en estos detalles en apariencia nimios, pero que la ciencia del Marketing considera poco menos que imprescindibles, se deja para “el último” como se dice popularmente, los planes y programas de cara al electorado.
Pensadores y literatos como Humberto Eco y Mario Vargas Llosa, han denunciado este tipo de confección marketinesca de los candidatos, como productos forzados, hechos en serie, que tienen que ser muy “ligths” y nada definidos en sus programas si desean triunfar en los comicios. Pero las voces admonitorias de esos pensadores se estrellan en las inflexibles pautas que los asesores y jefes de campaña, asesorados a su vez por “expertos”, tengan o no títulos académicos para el efecto, determinan como lo que debe y no hacer un candidato si quiere ganar.
Por lo tanto, las campañas electorales hoy tienen mucho más de promoción de un artículo o producto, que de cotejo de programas y proyectos. La propia política a nivel mundial se ha convertido en una especie de placebo que “cura” imaginariamente y por brevísimo tiempo, las frustraciones y anhelos de una sociedad escindida ya no en clases, sino en grupos, y hasta grupúsculos de diversas tendencias: feministas, de preferencias sexuales, ecologistas con sus innumerables matices, anti taurinos, vegetarianos, vaganos, y una infinidad de sectores que tienen cada cual sus agendas.
Los candidatos deben tratar de contentar a todos, tarea obviamente imposible, pero que la mágica pega de las ofertas y una pizca o una cantidad mayor de demagogia, debe ser ingrediente imprescindible para tanta subdivisión y atomización de las antiguas clases sociales a la manera marxista tradicional.
Por lo tanto, las candidaturas resultan hoy, no un ejercicio de civismo, aunque lo hay en algunas, sino un cálculo acompañado por los infaltables indicadores que direccionarán, tras la decisión de lanzarse, el camino con sus respectivas pautas que debe seguir el obediente pupilo de sus manager, futura autoridad en el caso de triunfar en los comicios.