La historia de un emigrante que planificó su destino y se abrió caminos en los Estados Unidos, logrando satisfacciones personales y familiares, pero cuya esperanza es volver a la Patria donde están sus raíces, recuerdos y querencias

El niño Luis Torres Gómez paraba en la esquina de la Bolívar y Benigno Malo a escuchar la música clásica que, a alto volumen, fluía de un almacén de discos de magneto en los años 70 del siglo pasado, lo más moderno entonces de la tecnología estereofónica.

Ahora, a los 56 años, cuencano residente desde el 2000 en Boston, Estados Unidos, trata de asociar su antigua afición por aquellas melodías inusuales en su ciudad natal con el lejano recuerdo del abuelo, Luis Antonio Torres, soplando el bombardino con la Banda de Obreros de la Salle en retretas de pasillos, pasodobles, cachullapis y piezas populares. En todo caso, música era lo que hacía el viejo, y le transmitió en los genes.

Temprano, entre la niñez y la adolescencia, se integró a grupos musicales de Cuenca, entre ellos la Orquesta Sonolux y el conjunto Los Cuervos, lo más sonado que a la época había en la ciudad para las fiestas y espectáculos musicales. Su predilección eran los bajos y los teclados.

 
 El músico con las partituras de su Sinfonía Nro. 1 que espera estrenar en Cuenca próximamente con la Orquesta Sinfónica.

A mediados de los 70 Luis fue al Conservatorio José María Rodríguez a estudiar violín y piano. El Director del plantel, José Castellví Queralt, estimuló su afición y a poco estuvo de profesor y más tarde llegó a dirigir la Orquesta Sinfónica de Cuenca, mientras cursaba la escuela de Musicología en la Universidad del Azuay, donde se graduó en 1999.

Para entonces Luis Torres había acumulado experiencias y conocimientos y avizoró horizontes más amplios. Además, había compuesto decenas de piezas y trabajó como arreglista para grupos y artistas que alcanzaron éxito. Entre los años 1998 y 1999 organizó un conjunto con compañeros del Conservatorio José María Rodríguez y fue a presentarlo en ciudades de Estados Unidos. “Los compatriotas se reunían para disfrutar de nuestra música nacional y veíamos llorar a la gente recordando con añoranza a la patria distante”, comenta.

Fue la oportunidad para darle alas a su pasión musical y en el año 2000 viajó con la familia entera –la mujer y cuatro hijos- para radicarse en Boston. Los primeros años fueron penosos, pues su poco inglés apenas le permitía comunicarse dificultosamente en el país extraño y los títulos musicales casi estaban por demás, pues debió ganarse la vida cargando cajas o en trabajos precarios de una empresa electrónica.

Pero un día cambió la suerte: el dueño de la empresa le llamó a su oficina y él, temeroso, acudió presintiendo algo negativo. El jefe le puso por delante un disco en cuya carátula estaba la foto de Luis dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Cuenca. ¿Eres músico?, le preguntó. Y le dijo que estaba perdiendo tiempo y dinero en su empresa, por lo que le recomendó ante el director de un conservatorio para que lo ocupara. Por coincidencia el empresario había pasado por su puesto de trabajo cuando él no estaba y le llamó la atención el disco que le abriría una puerta nueva en la vida.

Integrantes del recordado conjunto Los Cuervos, de izquierda a derecha Juan Sotomayor, Victor Astudillo, Ruben Astudillo, Luis Torres, Francisco Andrade, Wilson Hermida.

 Desde entonces, Luis no hace otra cosa sino música en los Estados Unidos, ha estudiado Dirección de Orquesta y se ha doctorado en Ciencias de la Educación, para incorporarse al Sistema de Educación que le permite enseñar música en las escuelas públicas. También da clases particulares en su domicilio o en el de los alumnos. Ha viajado a Rusia y a Europa, ofreciendo aplaudidas actuaciones.

También se da tiempo para componer música académica. En agosto, de vacaciones por Cuenca, hizo escuchar a familiares y amigos la grabación de la Sinfonía Nro.1 de Temas Nacionales, en la que el danzante y el yaraví expresan su poderosa energía, en tres movimientos. “La sinfonía –dice- es una composición musical en la que se despliegan las máximas aptitudes, conocimientos y experiencias de un compositor musical. Es lo máximo que un músico puede dar y por primera vez un ecuatoriano ha hecho una composición de esta naturaleza”, afirma.

El músico y compositor de visita a José Castelví, maestro que fue artífice de su formación.

La composición sinfónica, en una edición digital, la ha dedicado a José Castellví Queralt, el músico español que por muchos años dirigió el Conservatorio José María Rodríguez y en los 70 del siglo XX fundó la Orquesta Sinfónica de Cuenca. Además, fue Director de la Escuela de Musicología, donde culminó sus estudios en Cuenca: “Se lo merece, a él debo lo que sé y lo que soy”, dice el hombre que oportunamente emigró de su ciudad para ir con su música a otra parte, y le fue muy bien.

Pero Luis Torres Gómez no quiere quedarse mucho en la patria ajena, pues ama a la suya propia y más pronto que tarde regresará para quedarse, con la misma decisión con la que emprendió el viaje de ida diez y siete años atrás, que ya son suficientes. “Si la Orquesta Sinfónica de Cuenca presentara mi Sinfonía de Temas Nacionales, sería un gran honor y un triunfo personal y profesional invalorable para mí”, dice, satisfecho de su obra y de su vida.

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