Desde su adolescencia, hace setenta años y más, Luis Caldas no hizo otra cosa que lustrar zapatos al pie de su sillón rojo en un portal de la calle Luis Cordero, frente al parque central de Cuenca. Su puesto vacío ahora lo ocupa otro Luis, el hijo
Desde su adolescencia, hace setenta años y más, Luis Caldas no hizo otra cosa que lustrar zapatos al pie de su sillón rojo en un portal de la calle Luis Cordero, frente al parque central de Cuenca. Su puesto vacío ahora lo ocupa otro Luis, el hijo