Se estima que la labor de más de 700.000 artesanos permitió construir el ejército de terracota. Cada guerrero que hoy permanece en pie constituyendo una sola pieza en apariencia, se compone en realidad de varias piezas hechas por separado y luego ensambladas
Ante la muerte, cada cultura tiene su propia forma de erigir un monumento funerario. A veces, sobre las lápidas vemos figuras de ángeles, de Cristo, etc. De esta forma hay que ver a los guerreros de terracota porque son un monumento funerario.
El hecho de que la cultura china erigiera tremendo monumento para enterrar a su primer emperador, Qin Shi Huang Di, revela dos cosas obvias. La primera tiene que ver con la creencia en la existencia posterior a la muerte física ya que la idea era que los guerreros le hiciesen compañía al emperador. La segunda tiene que ver con la importancia de la guerra y la presencia militar en la cultura. Un dato preponderante es que los gobernantes previos al primer emperador eran enterrados con otros cuerpos, producto de sacrificios humanos que se hacían necesarios para acompañar al muerto; los guerreros de terracota suprimieron la necesidad de hacer sacrificios humanos.
Lo impactante de este monumento funerario es la cantidad de guerreros que lo componen. Ya que el número de figuras sobrepasa de los seis mil, estamos en presencia de un monumento funerario por demás solemne. Para proteger a los guerreros del deterioro, el gobierno ha construido una estructura que cubre el monumento en su totalidad. Desde los costados, semeja un sitio de almacenamiento para maquinaria o algo similar. De frente, el edificio parece un teatro sencillo. Por dentro, está estratégicamente construido, de manera que una plataforma a nivel más alto que los guerreros permite observarlos desde arriba.
Abajo, los guerreros permanecen en su posición de firme, cada uno moldeado con un rostro y expresión única, ubicados en largas filas, cada una separada de las otras por paredes gruesas de arcilla. Se dice comúnmente que los individuos de raza china suelen parecerse entre sí, y esta aseveración puede pasar por cierta si no se mira con detenimiento a cada guerrero que, en realidad, se distingue de los otros. Hay quienes sonríen de una forma casi imperceptible. Hay los que tienen expresión adusta. Otros, indiferentes. Sin embargo, hay que destacar que se pueden encontrar ocho tipos distintos de rostros que se repiten alternadamente. La diferencia no radica sólo en los ocho tipos sino en los peinados, representativos del estatus de cada guerrero. Es decir, hay también una división de los guerreros de acuerdo a rango.
De entre la infantería, hay oficiales y soldados. Algunos de los soldados están en posición de combate y otros arrodillados. Luego viene la caballería. Los caballos están ubicados detrás de grupos de guerreros, hay algunos más robustos que otros, y hay también caballos que tiran de carros de combate.
Se estima que la labor de más de 700.000 artesanos permitió construir el ejército de terracota. Cada guerrero que hoy permanece en pie constituyendo una sola pieza en apariencia, se compone en realidad de varias piezas hechas por separado y luego ensambladas. El torso es una pieza, la cabeza otra, cada brazo y pierna igual. Los brazos y piernas, según los arqueólogos, deben haberse construido con moldes. En resumidas cuentas, cada guerrero se compone de seis piezas individuales. La base sobre la que se asienta cada guerrero lleva el nombre del artesano que creó al guerrero. Se piensa que esto se hizo con el fin de compensar a cada artesano por su trabajo o para poder pedir arreglos de ser el caso.
Cada pieza del ejército fue cocida en horno a fin de que la arcilla se solidificara y, según los análisis hechos por expertos, se pintaron de colores brillantes que, debido al entierro en que permanecieron, han decaído al punto de que hoy el monumento entero es de color gris. Las armas que portaban las figuras, hechas de bronce o de metal de acuerdo a su función, se exhiben en parte en el museo adyacente al complejo que guarda el ejército.
Ver el ejército de terracota es una experiencia sin par debido a lo que representa. La cultura china tiene varias muestras representativas de la veneración que los gobernantes suelen provocar por parte del pueblo. Si bien esto ha dado lugar a la producción de monumentales obras dignas de admiración, también hay que pensar en el aspecto del dominio gubernamental sin importar que las obras del gobernante sean positivas o negativas. Esto, lo bueno y lo malo, revelan rasgos relevantes de una cultura milenaria, guerrera por idiosincrasia.