La ceremonia, en el parque central, fue en medio de los árboles que el propio personaje los sembró medio siglo antes. |
El homenaje, en vida, debió ser en mayo de 1912, pero el bardo murió el 30 de enero de ese año, cuando el Ecuador atravesaba por una convu lsión política extrema, con el asesinato del Presidente Eloy Alfaro, el 28 de enero de 1912.
La corona de oro fue colocada por Remigio Crespo Toral en la frente esculpida en mármol, del poeta Luis Cordero Crespo, al medio día del 24 de mayo de 1917. Hay incertidumbre sobre el destino de la corona de oro de Luis Cordero.
Hay versiones de que podría estar en manos de una comunidad religiosa o de algún descendiente. Se conoce de una pista que, con motivo del centenario del evento, podría esclarecer este 24 de mayo el paradero de la pieza de arte y cultura.
Nacido el 6 de abril de 1833 en Surampalti, caserío de la parroquia Déleg, cantón Azogues –entonces parte del Azuay-, “Cordero pasó su infancia en el campo, sin tener otro instructor de primeras letras que su muy virtuoso padre, quien se contrajo con el mayor esmero a enseñarle cuanto él sabía, afanándose especialmente en la instrucción religiosa y procurando aficionarle a la lectura de buenos libros”, dictaría a un amanuense, en tercera persona, su perfil autobiográfico titulado Luis Cordero.- Datos para su Biografía, en 1892.
A los 14 años, con mucho sacrificio, sus padres le matricularon en el Seminario de Cuenca, “aún a riesgo de no contar con lo preciso para la subsistencia de la familia”, donde se nutrió de lecturas y conocimientos de gramática, matemáticas y física. Luego inició la carrera de medicina, que la abandonó cuando se creó la escuela de Jurisprudencia.
Para doctorarse debió ir a Quito, donde sorprendió por su erudición, al punto que el rector cambió la fórmula de rigor para expresarle “Vos, señor Bachiller, no lo sois porque la Universidad os condecora, sino por vuestras aptitudes y conocimientos”. Además, dada su condición económica precaria, se le condonó el pago de derechos de graduación.
Luego incursionó en la cátedra universitaria, en la política, en el periodismo y en los estudios de botánica, aparte de la intensa actividad intelectual en el campo de la poesía. Fue Presidente del Concejo Municipal y diputado de la República. En la legislatura consiguió la creación de las corporaciones universitarias de Guayaquil y Cuenca. “Pobre como había sido desde la infancia, conocía las inmensas dificultades que un joven tenía que superar, después de terminados sus estudios, para viajar a la distante Quito, permanecer en ella privado de todo valimiento, pagar la pensión pecuniaria de los grados; sin probabilidad de que se la condonen, por ser desconocido, y luego presentarse intimidado ante Catedráticos y Superiores totalmente extraños para él, exponiéndose que lo intenso de la emoción influya en el mal resultado del examen…”, dejó escrito como refiriéndose a su propia experiencia.
En 1883 integró el pentavirato que advino tras el derrocamiento de Ignacio de Veintimilla y en 1891 fue elegido Senador. El mismo año, el candidato presidencial Francisco Salazar falleció con fiebre amarilla y los partidarios le candidatizaron a Cordero, que ganó la Presidencia y la ejerció hasta el 15 de abril de 1885, cuando el escándalo de la “Venta de la bandera” –en el que no tuvo participación-, le obligó a dimitir.
Su producción literaria es abundante y varia. Es autor del Himno a Cuenca. De un viaje a Chile en 1875 trajo las plantas de las araucarias que las sembró en el parque Calderón y 142 años después, hoy, son patrimonios emblemáticos de la ciudad. En 1917, su busto, obra del artista Manuel de Jesús Ayavaca, fue coronado en medio de estos árboles por entonces cincuentones. En la Universidad de Cuenca, donde fue Rector de 1911 a 1912, hasta morir, dictaba la cátedra de Botánica y ejercía el decanato de la facultad de Humanidades y Literatura, cuyos sueldos que percibía los destinó a la construcción de jardinerías del parque.
Volante en la que el Presidente Luis Cordero expone su posición y defiende su inocencia en el caso del buque Esmeralda y la venta de la bandera. (Documento histórico, cuyo original fue donado a la revista AVANCE por los herederos de Antonio Lloret Bastidas, Cronista Vitalicio de Cuenca.
Una de las calles principales del centro histórico de Cuenca, lleva su nombre. También, una escuela primaria de la ciudad. Es patrono de varias poblaciones del Azuay y Cañar. Un parque de la ciudad tiene su nombre y en él resalta el monumento erigido en su memoria, en el que aparece con la corona de laureles en la frente.
El centenario de la coronación del personaje, en este mes, es inadvertido. Vale, por ello, al menos, esta ligera evocación del valioso hombre público, maestro, científico, docente universitario y Presidente de la República.
El centenario de la coronación del personaje, en este mes, es inadvertido. Vale, por ello, al menos, esta ligera evocación del valioso hombre público, maestro, científico, docente universitario y Presidente de la República.
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