La infraestructura de un país es uno de los requisitos de su desarrollo. (Infraestructura: Vías fluviales, vías marítimas, ferrocarriles, carreteras, subsistemas urbanos, aviación…) Huelga decir que la tal debe ser bien proyectada; y que hay que construirla en forma gradual; y estableciendo las debidas prioridades
Tenemos las mejores carreteras de la América del Sur. Lo habrá oído usted. Es una gran exageración; cosa de los propagandistas del actual gobierno. Tales personas -- es muy probable -- no han viajado por tierra en nuestro subcontinente; no conocen las carreteras de Chile, de Argentina, de Brasil… La modesta verdad: Tenemos unos miles de kilómetros de carreteras más o menos mejoradas. Eso es todo. Y no hay que esforzarse mucho para comprobarlo. Bastará con presentar dos botones de muestra. Uno. La red vial ni siquiera ha sido sistematizada en el mapa (Las carreteras se siguen denominando por tramos arbitrarios. Girón -Pasaje, por ejemplo; denominación usada -- se supone que con carácter provisional -- durante el tiempo de construcción de la vía; años cuarenta, ingeniero Isauro Rodríguez.) Dos. No tenemos todavía una autopista panamericana. (Los escasos seiscientos kilómetros que nos corresponden en la carretera continental.) Suficiente. ¿Para qué abundar? Pero, desde luego, algo es algo… Peor estábamos en los tiempos en que ni aun eso había. Y, en este punto, -- por justicia -- apartémonos de la negación caprichosa o sistemática. (De los que nada ven o soslayan olímpicamente la cuestión. Como aquel que dijo: La gente no come cemento, ni asfalto…/ Franca y directamente, una abultada necedad.) Bueno… Sigamos con la necesaria y debida crítica. Y pongamos aquí una observación básica: El transporte de un país debe ser tratado en su totalidad; como un gran sistema. Y veamos, ahora, en forma breve, lo que podamos ver.
La infraestructura de un país es uno de los requisitos de su desarrollo. (Infraestructura: Vías fluviales, vías marítimas, ferrocarriles, carreteras, subsistemas urbanos, aviación…) Huelga decir que la tal debe ser bien proyectada; y que hay que construirla en forma gradual; y estableciendo las debidas prioridades. Dejemos de lado -- por brevedad -- los dos primeros puntos; y fijémonos, más bien, en el tercero. Ejemplos. Una red de caminos vecinales puede ser muy prioritaria. (Para sacar las cosechas; y estimular y diversificar la producción agropecuaria.) Un ferrocarril puede ser bastante prioritario. (Por el bajo costo de la movilización de las cargas; y por la comodidad y sanidad de los pasajeros. Es, de hecho, el transporte más adecuado para viajes de mediana distancia; justamente, el caso del Ecuador. ¿Se sabe esto?) Al revés, en lo interno, la aviación puede tener, más bien, una importancia menor. A pesar del relieve difícil, y otras condiciones, en el Ecuador, sólo se la precisa en las dichas distancias medianas. (Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja, Galápagos…) Así, pues, para actuar en este asunto, hay que tener, desde el inicio, los criterios suficientemente claros. Estudiar bien la cuestión; hacer los debidos planes… No es cosa de obrar al buen tuntún… / Y, luego, los diversos subsistemas deben estar bien articulados entre sí. Ejemplo. El subsistema de navegación de cabotaje debe articularse con el subsistema fluvial, el subsistema de carreteras, los ferrocarriles etc. Estamos hablando, pues, de algo que debe ser, en suma, bastante amplio, elaborado, complejo, funcional y moderno…
¿Y qué pasa aquí? Pues, que mucha gente sólo se preocupa del subsistema de carreteras. Y, en éstas, aparente y curiosamente, sólo del asfalto y de la señalización. Son pocas las personas que observan las necesidades generales y las fallas más notorias. Nadie, al respecto, habla de la transitabilidad. (Por ejemplo, el simple hecho de que, en las carreteras de la Sierra, no se puedan desplazar prácticamente los modernos buses de dos plantas, los acoplados largos o los camiones de plataformas; el cruce de tantos pueblos por su mismo centro…) Alguna vez, nada más, hemos leído a alguien que destacaba la clamorosa inexistencia de una autopista entre Guayaquil y Huaquillas. (Sección, evidentemente, de la ya mencionada Panamericana.) En el Azuay, hemos registrado las quejas sobre las deficiencias de la importante carretera Cuenca-Machala. (La dicha Girón-Pasaje.) En la misma provincia, se suele hacer notar la neta desventaja vial del sur del país respecto al norte. (Un tradicional descuido; que, de curiosa manera, las provinciales australes se han acostumbrado a sufrir y soportar. Ni siquiera las necesidades militares -- el largo conflicto con el Perú -- hicieron que la situación mejorara. Hay quienes hablan, por ello, quejosa y penosamente, de un Ecuador de segunda clase… ¿Y por qué no reclaman, con la debida energía, esta reiterada injusticia del centralismo?) ¿Y los tantísimos trechos de carretera que se postergan hasta las calendas griegas? (Por ejemplo, la rectificación de la troncal de la Sierra en el sector Palmira-Ingapirca; que disminuiría en una hora el viaje a Cuenca, y evitaría unas áreas de terrenos muy accidentados y peligrosos. El pequeño trecho Sígsig- Gualaquiza, entre tantos otros, cabe también en esta categoría. ) ¿Y por qué no se emplea un poco la imaginación y la iniciativa? ¿Qué tal, por caso, si la carretera Cuenca-Guayaquil tuviera dos partes paralelas e interconectadas? (La una de ida, y la otra de vuelta.) Así, se reducirían los cortes de los declives, los taludes dañados y los derrumbes. ¿Y si hubiera, en forma conveniente, túneles y puentes largos? (Aquí, el relieve y las condiciones climáticas son muy difíciles…Y, ya que estábamos, o estamos, en la obra; y dispuestos a gastar algún dinero…Esto es lo que corresponde: Se estaría uniendo bien nada menos que la primera ciudad del país con la tercera) Los objetivos importantes: tener una autopista; y reducir la actual peligrosidad de la vía; que es, ciertamente, muy alta…
Y veamos, ahora, el pequeño detalle de la señalización; que algunos ponderan. Hay -- es cierto -- por doquier, bastantes señales bien hechas, visibles y fosforescentes. Pero, aun así, faltan… Al canto. ¿Ha visto usted unas indicaciones en los accesos al importantísimo sitio arqueológico de Ingapirca? ¿Hay -- en la carretera Cuenca-Guayaquil -- una indicación de la divisoria continental de aguas de Tres Cruces? ¿Hay, cerca de Cayambe, una indicación del punto más alto de la Línea Ecuatorial? Y, claro, indicar, en forma adecuada, todos los sitios de interés paisajístico, ya sería pedir demasiado… Pero, los señaladores, ¿no debieran informarse, documentarse y consultar a quienes saben? Es, desde luego, su primera y simple obligación… Y si no lo hacen… / Bueno… Nuestro diagnóstico último: Tenemos, en casi todo el territorio nacional, una infraestructura más bien pobre. Todavía incipiente… Y, -- respecto a la específica percepción de la gente -- hay una neta carencia de criterios e información pública. Como en tantos otros asuntos… Y paremos aquí la crítica. No hace falta, tampoco, como en párrafo anterior, ir más lejos.
Finalizando, ¿qué es lo que hemos dicho o queremos decir? Dos cosas. Una. Los economistas, los ingenieros y los planificadores, ¿no debieran conocer el conjunto de la problemática del transporte? ¿Nunca estudiaron un poquito de Infraestructuras o de Geografía Económica? Dos. Los periodistas de opinión -- esos que algunos llaman o se denominan a sí mismos analistas -- ¿no debieran tener, también, una formación en asuntos de esta clase? Claro, por supuesto. Es lo que debe ser, lo deseable… Pero nuestra realidad es nuestra realidad. En los últimos diez años, hemos estado gobernados por demagogos, dictatoriales, improvisados y mediocres; salvo unos pocos. (Dichas condiciones, políticas y personales, se agravan al mezclarse entre sí….Y-- alivianando el tema --- dejemos, para otro día, el extendido mal de la corrupción; y, también, la mala planificación y la notoria ineficacia…) / Y nuestros “orientadores de la opinión pública” sólo se formaron -- en las gramscianas universidades militantes -- con las divagaciones seudorreligiosas del marxismo popularizado. Ignoran, por lo tanto, a plena cabalidad, las ciencias sociales modernas… Carecen de una verdadera formación. Entonces, no podemos esperar ni buenos gobiernos, ni buenas realizaciones, ni buenas informaciones. Sigamos, pues, así, así mismo; siendo unos ingenuos felices; contentos con nuestros modestos bienes y nuestras usuales insuficiencias. Y, adicionalmente, mirando alrededor con nuestra corta vista de siempre.