por: Mark Olalde
La aldea de Masakane, en Mpumalanga, se ubica apenas a metros de pilas de carbón que alimentan la estación de generación eléctrica Duvha. |
En un país como Sudáfrica, con 25 por ciento de población económicamente activa sin trabajo, los desempleados se vuelcan a la minería de pequeña escala, un sector informal de la economía que ofrece sustento a millones de personas en todo el continente africano
JOHANNESBURGO (IPS) - En Sudáfrica, se estima que hay entre 8.000 y 30.000 pequeños m ineros. Pero en el continente podría haber unos ocho millones, y 45 millones dependerían de esa actividad. El informe Visión de la Minería Africana, de la Organización de las Naciones Unidas, señala que casi 20 por ciento de la producción de oro y casi toda la de piedras preciosas, exceptuando la de diamantes, depende de la pequeña minería.
“No podemos clasificarla de ‘minería ilegal’. Es una práctica que tiene años y la gente realiza actividades extractivas en esta zona mediante prácticas tradicionales”, comentó Sizwe Phakathi, responsable de desarrollo sostenible y seguridad de la Cámara de Minas. Los pequeños mineros suelen ignorar la legislación en la materia y operan con permiso de jefes locales o de la municipalidad, pero sin permiso válido de extracción.
Antes, Phakathi investigó la extracción informal de arcilla y carbón en Blaauwbosch, en la oriental provincia de KwaZulu-Natal, para la Alianza Minerales y Energía para el Desarrollo y el Centro Africano de Desarrollo de Minerales. “Muchas de las personas que trabajan allí son las que mantienen sus hogares”, precisó.
Por su parte, Pheaga Gad Kwata, director de la división de minería de pequeña escala del Departamento de Recursos Minerales (DMR), cree que regularizar la situación de esos mineros les permitiría tener un mejor acceso a conocimientos técnicos y a mercados. “Nos dimos cuenta de que es una de las actividades en las que probablemente puedan conseguir un trabajo rápido”, indicó Kwata, y agregó que el DMR ofrece talleres de capacitación a pequeños mineros con el fin de que conozcan los beneficios de trabajar en el marco de la ley.
Esa cooperación podría ayudar a Jiyana Tshenge, quien trabaja con el Protocolo de Prieska, un programa para vincular a los pequeños mineros que extraen la piedra semipreciosa ojo de tigre con mercados internacionales. Ese enfoque podría aumentar los ingresos eliminando a los intermediarios que operan en la economía informal, pero la falta de acceso a ese mercado paralizó el proyecto.
Según Phakati, uno de los beneficios inmediatos de la regulación sería la implementación de estándares de salud y seguridad, una carencia importante que detectó en su investigación. En su estudio, la vasta mayoría de los pequeños mineros nunca usaban equipos de protección personal, como casco, gafas de seguridad o guantes.
Pero la formalización de la actividad se hace lenta por la misma pobreza que pretende aliviar. Los pequeños mineros tienen dificultades para costearse el transporte hasta las oficinas del DMR, alejadas de sus comunidades. El costo de conseguir un permiso, como guardar recursos económicos para la recuperación ambiental y realizar evaluaciones de impacto ambiental, también constituyen un obstáculo para su concreción. “¿Cómo hacer que la formalización no liquide su actividad, sino que la mejore? La formalización debe adecuarse a sus necesidades”, subrayó Phakati.
Por su parte, Pontsho Ledwaba, del Centro para la Sostenibilidad en la Industria y la Minería, de la Universidad de Witwatersrand, sostiene que se necesitan cambios legales para suavizar el proceso de formalización. Los permisos para la minería deben renovarse cada pocos años, lo que hace difícil dar garantías de retorno para quien preste dinero a los pequeños mineros. La superficie de terreno habilitada para las actividades de extracción también conspira contra la sostenibilidad económica de esas operaciones.
“Cinco hectáreas son muy pocas para la extracción de algunos minerales; para el granito y la arenisca es muy poco”, precisó. En términos de inversiones, los pequeños mineros no reciben nada porque dos o cinco años son muy pocos para recuperar el monto y devolver el préstamo”, observó Ledwaba. Según él, el gobierno debe aplicar las normas a la minería histórica que ya opera casi legalmente.
“La gran mayoría de ellos extrae lo que llamamos minerales industriales y para la construcción, que son arenas, arcilla y arenisca”, detalló Ledwaba. “Esos son los que el gobierno trató de ubicar en la legalidad”, apuntó.
Muchos de esos sectores están fuera de la ley sencillamente porque las respectivas normas se aprobaron después de que comenzaran su actividad. Además de las barreras económicas a la formalización, los especialistas coinciden en que no habrá cambios profundos en la minería de pequeña escala sin la participación de las mujeres dedicadas a esa actividad.
Entre 40 y 50 por ciento de quienes se dedican a la minería de pequeña escala son mujeres, según una investigación de la consultora en relaciones internacionales GIZ (acrónimo de la empresa federal alemana para la cooperación internacional).
“Claramente, uno de los beneficios de la formalización es crear empleo para las mujeres”, puntualizó Phakati. “La formalización y el desarrollo de ese sector debe apuntar a las mujeres”, subrayó.
En provincias rurales como Limpopo, las mujeres extraen arcillas desde hace varias generaciones. En otras zonas como Noroeste, hay ejemplos de permisos para actividades de extracción otorgados a mujeres. La minería suele considerarse una actividad masculina, pero los especialistas opinan que la de pequeña escala puede ser un sector propicio para ellas. “Me encontré con numerosas operaciones que eran propiedad de mujeres”, indicó Ledwaba. “La formalización definitivamente tendrá un impacto en materia de género”, añadió.
Pequeños mineros que extraen oro se preparan para descender en una mina subterránea abandonada. La minería en Sudáfrica perdió 9.000 puestos de trabajo solo en el último trimestre, lo que impulsó a activistas a buscar nuevas oportunidades económicas para la minería de pequeña escala