A Jaime Carrión Jiménez lo que más le gusta es pintar. Empezó a borronear cartulinas en la infancia y poco a poco la afición se le fue transformando en arte. Tiene 54 años y una muestra a la que llamó Acuarelas-Variedades, estuvo expuesta en la Galería de la Alcaldía de Cuenca en el mes de mayo La mayor parte de la exposición presenta rostros, especialmente de niñas, en los que las manchas aguadas y coloridas han cobrado forma y vida en fisonomías expresivas y figurativas con alto valor estético.
También están retratados campesinos y campesinas, hombres fumando y no faltan las flores, balcones, puertas y cerraduras cuyo realismo detalla la herrumbre de candados viejos y aldabas muy seguras. Cascadas y paisajes derraman esplendor.
En total, son alrededor de treinta cuadros que Carrión los ha ido pintando sin prisa, en los últimos siete años. También ha incursionado en el óleo y el acrílico, pero en lo que más le gusta trabajar son las acuarelas, en las que muestra destreza lograda a través de ejercitar el dibujo, la práctica y la constancia permanentes.
Para aproximarse a las técnicas pictóricas asistió al iniciarse en el oficio a la Academia de Bellas Artes de la Universidad de Cuenca, pero no estuvo allí más tiempo del necesario para convencerse de que podría continuar la formación por su propia cuenta. Más bien, optó por asistir a la Academia del pintor Olmedo Alvarado, el maestro que le dio las mayores orientaciones.
En estas páginas está una selección de cuadros que Carrión Jiménez acaba de exhibir en la Galería de la Alcaldía de Cuenca, donde deja ver la lograda calidad de la obra. Este espacio es un estímulo promocional de este medio de comunicación, en beneficio de quienes, sin alardes de consagración artística, hacen solitarios esfuerzos por realizarse en lo que es de su gusto y de su vocación.
“El amor por el arte que nació conmigo, me permite compartir con los niños este hermoso camino que se vuelve liviano cuando se practica lo que más nos gusta, la pintura, desarrollando aquella sensibilidad que nos hace ser buenos seres humanos”, dice con sencillez el hombre que alterna sus funciones de empleado municipal en el Museo de Arte Moderno, con la enseñanza de dibujo y pintura a los infantes.
